Mié 22.12.2004

EL PAíS • SUBNOTA  › DISTINTAS LECTURAS PARA UN CONFLICTO TIPICO

Los intereses en disputa

› Por Raúl Dellatorre

La solución no será sencilla, las posiciones parecen demasiado distantes. Nadie arriesga a ponerle plazo al conflicto. En tanto, dos de los actores en esta puja saben perfectamente a qué juegan y van midiéndose con la paciencia de quienes cuentan con varios lances similares sobre sus espaldas. Estos son el sindicato de camioneros y el Ministerio de Trabajo. Los otros dos actores recién empiezan a salir del asombro por la virulencia de los acontecimientos. Es la situación de los concesionarios de la recolección de la basura y de quien lo contrata, el Gobierno de la Ciudad.
El fin de la audiencia pública de ayer en el Ministerio de Trabajo, sin resultado aparente y con un cuarto intermedio hasta hoy, les cayó a los primeros como un mero trámite formal. Pese a las posturas inflexibles tanto desde la vereda sindical como del lado empresario, se sabía de antemano que la verdadera negociación estaba planteada en otros ámbitos. “Pasamos a cuarto intermedio hasta mañana (por hoy), pero ahora empieza la verdadera negociación”, confió uno de los participantes de la audiencia apenas finalizada la misma. Y así sería: el cruce telefónico entre la cartera laboral, el “bunker” de los camioneros, desde donde Hugo y Pablo Moyano monitorean el conflicto, y las oficinas de los concesionarios de la recolección no se interrumpió hasta bien entrada la noche. E iba a seguir durante esta mañana.
Según lo describió para este diario un viejo conocedor de estas lides –por conflictos caminados y por conocimiento de derecho laboral–, este es un típico conflicto de intereses económicos, no de derechos. Los trabajadores reclaman una mejora en su situación, como si se tratara de un aumento de sueldos, pero no por un derecho cercenado; por lo tanto, es un conflicto sin derivación judicial. Y solamente se resuelve en una mesa de negociación o por la derrota de una de las partes en la pulseada gremial.
Aunque la explicación suene elemental, quizá contenga la raíz que explica por qué se demora una solución: no todos los actores caracterizan de igual manera el conflicto. Para el Gobierno de la Ciudad y el concesionario, el sindicato “no tiene derecho al reclamo”. Y consideran que esa tajante definición cierra la discusión. Pero en la práctica no es así en tanto la parte gremial tenga fuerza para dar pelea “por más”. Los camioneros, en tanto, se sienten en posición de fuerza para torcer el fiel de la balanza hacia su lado, aunque la basura en las calles le genere la antipatía de la gente. Pero, por ahora, el gobierno porteño sigue siendo el más apurado en resolverlo. Desde el ministerio, en tanto, consideran que la puja recién se resolverá cuando las fuerzas se midan en la negociación. Y a este último escenario es al que apuesta.
Para desgracia de los ciudadanos porteños, el conflicto parecería estar recién en los primeros escarceos. Como una suerte de “chicana”, la respuesta del Departamento de Asuntos Jurídicos de la cartera laboral a una “consulta” del gremio pretendió ser esgrimida por éste como un aval a su reclamo, y por el Gobierno de la Ciudad como el rechazo al mismo. El sindicato consultó si habría algún impedimento a que el personal transferido de concesionario recibiera “una compensación equivalente a una indemnización” al mudarse de trabajo. El ministerio, en rigor, no fue más allá de responder que la indemnización “sólo correspondía” en caso de pérdida del empleo o daño a las condiciones laborales, pero que no había “impedimento legal” para que las partes acordaran esa compensación. Cada uno tomó el párrafo que mejor le convino. Es parte de la pelea pero, por ahora, no de la solución.

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