EL PAíS
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Las hazañas de la basura
› Por Leonardo Moledo
La basura está muy presente en nuestras vidas, ya que es símbolo de riqueza y ostentación. Mucho más que las joyas y el oro, que los autos y las casas, la basura mide la riqueza: curiosamente, cuanta más basura produce, más rica es una sociedad, ya que no se detiene a reciclar, ni a aprovechar lo que tira hasta las últimas consecuencias. Cuando alguien tira a la basura un plato medio lleno, es que, evidentemente, no tiene hambre (aunque no ignora que vive rodeado por el hambre).
La ciudad de Buenos Aires es rica y, por lo tanto, produce un montón de basura: se estima que se arrojan 4150 toneladas diariamente. O también 1 kilo por persona y por día. Lo cual tiene sus notables implicaciones: una persona produce cada 80 días (poco menos de tres meses) una cantidad de basura equivalente al peso de su propio cuerpo, y cuatro veces el peso de su cuerpo por año. En una vida de 80 años, serían 320 veces el peso de su propio cuerpo, y casi 26 toneladas. O sea, lo que equivale al peso de tres elefantes y un elefantito.
También es interesante el siguiente dato: si todos los habitantes del mundo generaran la misma cantidad de basura que un porteño, el mundo produciría seis mil millones de kilos por día, esto es, seis millones de toneladas por día, equivalentes, más o menos, al peso de seis millones de autos. Por año, se producirían dos mil millones de toneladas, lo cual significa, cada 25 años, el peso de un asteroide pequeño, como el Toutatis, que anduvo por las cercanías de la Tierra en septiembre. Aunque, naturalmente, la mayor parte de la humanidad produce muchísima menos basura que un porteño.
Más curioso aún es hacer especulaciones sobre el volumen de la basura: si estimamos generosamente que la densidad de la basura es de 100 kg por metro cúbico, las 4 mil y pico de toneladas diarias (4 millones de kilos) dan 40 mil metros cúbicos, lo cual alcanza para alfombrar una manzana con una capa de basura de 1 m de espesor; en un mes, la alfombra sería de 30 metros, y en once mil días (30 años) la ciudad entera estaría cubierta por treinta metros de basura (lo cual explica, dicho sea de paso, la desaparición y enterramiento de ciudades muy antiguas como Troya, o Babilonia, que estuvieron miles de años a merced de la basura –esta vez natural– que se acumulaba sobre ellas).
Por su parte, si todos los habitantes del mundo produjeran la misma cantidad de basura que un porteño, la basura de un solo día alcanzaría para cubrir la ciudad de Buenos Aires con un metro de espesor, y un año bastaría, en consecuencia, para hundirla en un pozo de basura de 365 metros, donde nadie la podría encontrar. Si todas estas cuentas apresuradas están bien, las hazañas de la basura no dejan de ser impresionantes.
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