EL PAíS
• SUBNOTA › ENTREVISTA A MANUEL LIMERES, TITULAR DE LA ANMAT
“Nadie va preso por falsificar”
Por P. L.
Los responsables de haber falsificado el remedio que mató a la joven de Viedma irán presos, si son descubiertos, pero no se los podría condenar si el medicamento no hubiera dañado por sí mismo sino por no curar la enfermedad. Así lo señaló Manuel Limeres, titular de la Administración Nacional de Medicamentos, quien reclamó una ley que incorpore este delito al Código Penal. El funcionario admitió también que las compras descentralizadas –propias de la “autogestión hospitalaria”– pueden hacer difícil los controles.
“En el Iname (Instituto Nacional de Medicamentos) hay un montón de máquinas ‘tableteadoras’, que quedan allí en custodia luego de los procedimientos: este año hicimos 2900 inspecciones en el Programa de Pesquisa de Medicamentos Ilegítimos –afirmó Limeres–. Pero los responsables generalmente no quedan detenidos porque en la Argentina, a diferencia de países como Brasil, la falsificación de medicamentos no está tipificada como delito en el Código Penal.
–Es un delito comercial, como falsificar una remera...
–Claro. Para que alguien vaya preso por falsificar remedios hay que demostrar que causó un perjuicio a la salud. En un caso como el de Río Negro, donde lamentablemente falleció una persona, es probable que esto pueda demostrarse, pero es difícil lograrlo cuando el medicamento falsificado es simplemente inefectivo. En la Argentina hubo proyectos de ley para incluir específicamente la falsificación de medicamentos en el Código Penal, pero no prosperaron hasta ahora.
–¿Qué resultados produjo últimamente la Pesquisa de Medicamentos Ilegítimos?
–Hasta el caso de Viedma, hacía por lo menos cuatro años que no se registraban falsificaciones importantes de medicamentos. Las más destacadas habían sido las de Madopar, un antiparkinsoniano, el Ventolín que usan los asmáticos y el Tegretol, de acción neurológica. En el último año detectamos no medicamentos pero sí cosméticos falsificados: cremas Hinds y Nivea que se vendían por fuera de droguerías y farmacias. Estas falsificaciones abren la puerta a que quien las comete pueda avanzar hacia acciones más graves, que involucren medicamentos.
–Las falsificaciones de medicamentos, ¿pueden hacerse sin complicidad de droguerías o farmacias?
–Muchas veces entran mediante droguerías o farmacias. Pero también pueden funcionar por fuera de los canales de comercialización, como la venta en quioscos o en la vía pública.
–Pensando en el caso de Viedma, donde el producto habría sido adquirido por el hospital mismo, ¿no resulta más segura la compra centralizada?
–En principio, sí. Desde luego, el hospital puede establecer sistemas de acreditación de proveedores y muestreos de control, pero cuanto mayor es la estructura, más recursos hay para hacerlo bien, como es el caso de las grandes compras que hace el Ministerio de Salud.
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