Cada uno de los puntos que aborda esta conversación con Subirats está en crisis o apunta a salir de una crisis en Argentina. El Estado estaba en crisis antes de Carlos Menem y después de su gobierno prácticamente no quedó ni la sombra. El sistema de representación política estaba en crisis antes de diciembre de 2001 y luego quedó en estado casi terminal. La democracia, vista ya por generaciones que no vivieron las dictaduras, se ha mostrado incapaz de resolver problemas mínimos de las personas como si se agotara en puras formalidades. Y además ha surgido gran cantidad de nuevos protagonistas en los movimientos sociales que exigen capacidad de decisión en la resolución de sus problemas puntuales.
Con diferencias, en gran medida marcadas por la brecha entre ricos y pobres en América latina comparada con Europa, por procesos culturales e historias distintas, los focos de atención son más o menos los mismos en un mundo globalizado. Al menos, las preguntas son parecidas.
La mirada de Subirats encuentra sociedades que han sufrido cambios profundos pero que desde el punto de vista institucional mantienen respuestas que obedecen a otro momento histórico. Ese desfasaje produce una tensión que profundiza los conflictos. Surge así la necesidad de nuevas formas de gobierno “hacia arriba”, por encima de los actuales Estados nacionales, pero al mismo tiempo la idea de formas de gobierno “hacia abajo” que habiliten “dinámicas de responsabilidad colectivas sobre problemas colectivos”. Y un nuevo rol para los partidos en este contexto.