Mar 19.07.2005

EL PAíS • SUBNOTA

Un acto con funcionarios, críticas y algún halago

Por R. K.

El dramático sonar de la sirena, a las 9.53, puso en marcha el acto con el que ayer las organizaciones centrales de la comunidad judía y la agrupación Familiares y Amigos de las Víctimas de la AMIA, recordaron a los 85 muertos en el atentado. Miles de personas participaron de una concentración dolida, casi siempre silenciosa, prácticamente sin carteles y cruzada de gestos políticos. El mensaje central estuvo en la denuncia del terrorismo, uniendo los atentados Buenos Aires con los de Londres –el embajador británico encendió una vela–, el del 11 de septiembre en Nueva York y el de Atocha, representados en la asistencia de los embajadores de Estados Unidos y España. Abajo del palco, en primera fila, estuvieron parados el presidente de la Nación y su esposa.
Se trató de un lunes, como en 1994, un día de vacaciones de invierno, como lo fue también cuando se produjo el atentado, pero esta vez la zona de Once estaba llena de gente y no semivacía como aquel 18 de julio. Aunque hay desgaste por los once años transcurridos, el atentado contra la AMIA ha cobrado un nuevo significado: fue el principal antecesor en el ámbito mundial de lo que luego ocurriría en otras latitudes. Junto al palco estuvieron los familiares y un nutrido grupo de hombres de la política, con escasos representantes de la oposición. El canciller Rafael Bielsa; el ministro del Interior, Aníbal Fernández; el gobernador bonaerense Felipe Solá; el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra; funcionarios del Ministerio de Justicia representando al enfermo Héctor Rosatti; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde; el candidato a diputado por el ARI Enrique Olivera, y Juan Carlos Blumberg.
Con la conducción de Víctor Hugo Morales, el acto exhibió contrapuntos políticos y diagnósticos distintos.
- Por un lado, el del titular de la AMIA, Luis Grynwald, no mencionó ni a Carlos Menem ni al juez Juan José Galeano ni a los fiscales ni a los responsables de la SIDE o las fuerzas de seguridad en tiempos del atentado ni al propio presidente de la DAIA de esa época, Rubén Beraja, sino que hizo una referencia general a la falta de resultados en la pesquisa y se centró en considerar insuficiente lo que está haciendo el actual gobierno. Es más, sólo mencionó críticamente con nombre y apellido a quienes están ahora, el nuevo fiscal Alberto Nisman –quien tiene la causa desde hace tres meses–, al titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia, Alejandro Rúa, y al juez Rodolfo Canicoba Corral, señalando que todavía no aportaron ningún dato nuevo. Su frase-guía fue “no nos alcanza”. Grynwald no hizo ninguna alusión al papel que jugaron en todo el proceso los propios dirigentes de la comunidad judía.
- El representante de los familiares, Sergio Burstein, caminó por otro andarivel. Denunció a Menem, Duhalde, Ruckauf, Anzorreguy, Antonietti, Galeano y al comisario Palacios, a todos los cuales calificó de “inmunda banda”. Respecto del actual gobierno, dijo que “están dando pasos importantes en sólo cuatro meses de trabajo y hay voluntad y compromiso con la verdad. El fiscal Nisman, junto a 40 personas más, hacen que tengamos una luz de esperanza”. También hubo críticas: cuando se mencionó que el decreto de aceptación de responsabilidad del Estado argentino por la privación de justicia, firmado por Kirchner la semana pasada, “es un paso valorable, pero que puede ser tomado como un acto oportunista, a raíz de la fecha del aniversario”. Por último Burstein advirtió que “para nosotros sería insoportable llegar a un nuevo aniversario con más preguntas. Necesitamos hechos, necesitamos respuestas”.
- En el medio se escuchó la pausada, tranquila y lapidaria palabra del periodista Nelson Castro. Resumió las increíbles irregularidades de la investigación, empezando por aquella frase del juez Galeano “se van a caerde espaldas”, pasando por la operación para traer a la iraní Nasrim Mohtari, hoy internada en un neuropsiquiátrico, la desaparición de los famosos casetes con grabaciones, las visitas de funcionarios Telleldín en la cárcel y el sobreseimiento de los policías que seguramente le harán juicio al Estado, con el pago a cargo de todos los argentinos. Castro reclamó una autocrítica de los dirigentes de la comunidad judía, momento en el que fue ovacionado, y les pidió a los familiares que se unan. También fue crítico con el Gobierno –por el episodio del anuncio del hallazgo de los casetes– y pidió a las actuales autoridades que escuchen a los familiares que son críticos. “Tenemos el reino de la impunidad. Eso es lo que nos recuerdan los 85 muertos”, concluyó el periodista.

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