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Dureza en el Gobierno
No hay medida cautelar de la Justicia que haya logrado modificar, en estas últimas 24 horas, la idea central que prima en el Gobierno: no habrá nueva propuesta a los trabajadores, por fuera de la que se hizo.
El Gobierno amenazó con la emisión de los telegramas de despido, ahora frenados por una jueza laboral. Y en su certeza de que, tal cual lo manifestaron ayer Alberto Fernández y Carlos Tomada, no se ha cumplido con la ley que obliga al cumplimiento de las guardias mínimas.
En este punto se ha planteado una discusión que tanto el jefe de Gabinete como el ministro de Trabajo sostienen con firmeza. Ven detrás de la protesta intereses políticos y poca voluntad de los huelguistas de avenirse al diálogo.
Estas son algunas de las razones por las que ya anticiparon que apelarán, a través del Consejo de Administración del hospital, la medida cautelar. Así lo ratificó ayer mismo Aníbal Fernández.
El ministro del Interior y Chiche Duhalde utilizaron distintas expresiones para dar a conocer lo que a su entender es el estado de situación. “Lo que estamos planteando es en el marco de la ley, y aquellos que están planteando un reclamo y que a lo mejor tienen derecho a exhibirlo de la mejor manera que puedan, no pueden comprometer la situación de los pacientes”, dijo Fernández. El Gobierno había adelantado que no negociaría en el marco de la huelga y de alguna manera la tregua que lograron a través de la propuesta de la CTA abría un mínimo resquicio a la negociación.
Con menos cautela, Chiche largó una frase que pasó inadvertida para la mayoría de los medios, pero que formó parte de su arenga durante la presentación, el último jueves, de la Mesa Sindical Chiche Senadora-2005.
“Hoy volvemos a tener reclamos de todo tipo, justos tal vez. Pero acá hay una locura de los que toman de rehenes a los chicos, como sucede con la CTA”, manifestó la candidata. No fue una frase ingenua. La dijo ante dirigentes de la CGT peronista que fueron a brindarle su apoyo y que, obviamente, ven con desprecio a una CTA que se mueve por fuera de la central histórica.
Chiche, además, expresó ayer que “nuestros trabajadores están, el 70 por ciento, por debajo de la línea de pobreza”. Pero aclaró que “no es el caso” de los del hospital pediátrico, quienes, según dijo, “lo que piden es una exageración”.
Así, el conflicto del Garrahan se introdujo de lleno en las campañas políticas y provocó expresiones y declaraciones de todo el espectro tanto del oficialismo como de la oposición. Los interlocutores de Chiche fueron los Gordos de la CGT, enfrentados ideológicamente con el gremialismo más combativo.
En ese marco, Roberto Lavagna caratuló de “político” el paro y consideró que “no es legítimo usar a los enfermos, y menos a los niños, para hacer política”. Pero el ministro más duro ha sido el encargado del área en conflicto, el ministro de Salud y Ambiente, Ginés González García, que fue muy duro apenas iniciado el conflicto, considerando “terroristas” a los trabajadores no médicos.
La incógnita es hasta qué punto hay coindiciones para una negociación de un lado como del otro, ya que los huelguistas no se bajan de su reclamo inicial y el Gobierno no parece decidido a modificar su propuesta
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› Por J. M. Pasquini Durán