La primera jornada de debate del radicalismo culminó con un acto de alto perfil confrontativo con el gobierno nacional y fuertes cuestionamientos a los radicales K. Pese a que el propio Raúl Alfonsín fue el orador principal, el estadio del club Sportivo América no estaba lleno: algo más de mil personas escucharon las palabras del ex presidente y otros dirigentes de la UCR. Los discursos tuvieron dos ejes: las críticas a los correligionarios que gobiernan –“no se van por obras públicas sino por ansias de poder”, dijo el ex jefe de Estado– y las menciones recurrentes a las “prácticas políticas hegemónicas” del kirchnerismo. Tal fue el nivel de presencia virtual de la Casa Rosada que en el centro del escenario estaba el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, ridiculizado en un Superman K.

Tras las deliberaciones de la Convención en la Sala Luz y Fuerza, los militantes radicales recorrieron por las calles del centro rosarino unas quince cuadras hasta el estadio cubierto Sportivo América. “Volveremos, volveremos, volveremos otra vez, volverenmos a ser gobierno como en el 83”, fue la canción más escuchada en la previa.

En tren de sumar expectativa, el locutor oficial arengó a la militancia recordando que en Rosario “hace algunos años iniciamos una marcha imparable. Hoy, en esta misma ciudad estamos de nuevo de pie”.

Cinco minutos antes de las 22 apareció Alfonsín. Al subir al escenario hizo su célebre saludo. “La nuestra es la lucha por la recuperación de la política. Para que haya política tiene que haber Estado, que ha sido negado por el anarquismo, por el marxismo economicista y por los neoliberales que pretenden un estado mínimo sin partidos políticos. Este gobierno tampoco quiere partidos políticos, dice que son corporaciones, pero son fundamentales como mediadores entre el Estado y la sociedad civil”, dijo el ex presidente, ovacionado por los jóvenes de la Franja Morada.

Luego recordó que “desde que surgió la democracia representativa los partidos políticos son indispensables. No para hacer una oposición sistemática como la que sufrimos nosotros cuando la oposición apostó al fracaso. Hay que apoyar lo que está bien y criticar lo que está mal”.

Según Alfonsín, “los que se acercan al oficialismo nos dicen las cosas que están bien. ¡Ya las sabemos! Las hemos marcado, como el no envío de tropas a Irak, los cambios en la Corte Suprema y la política de derechos humanos a condición de que no se pretenda reinventar la historia”, planteó en abierta defensa al juicio a las Juntas y el Nunca Más.

Más tarde, les endilgó a “los que se acercan al Gobierno que nada dicen de la falta de redistribución de la riqueza y de la pretensión hegemónica del oficialismo. No se van por obras, se van por ansias de poder”.

Previo a ello, el presidente del comité provincial santafesino, Felipe Michlig, no dudó en afirmar que “Rosario dejará de llamarse cuna del peronismo para ser la cuna del nuevo radicalismo”. Citó como ejemplo el caso de la UCR Santa Fe, “que reconstruyó el partido después del 2001 con dirigentes que no se dejaron cooptar por esta dictadura (sic). Tenemos intendentes, presidentes comunales que gobiernan bien sin tener que arrastrarse ante la Casa Rosada”. Cerró sus palabras anunciándole al país que en el 2007 el gobierno provincial cambiará de signo político.

A su turno, el diputado Angel Rozas advirtió que “no hay partido político en el mundo donde sus dirigentes puedan hacer lo que quieran. Yo fui gobernador dos veces, no tuve plata ni para pagar salarios, tuve que inventar una moneda para llegar a fin de mes pero no traicioné a la UCR”.

En ese marco, el ex gobernador chaqueño aclaró que a su entender “no sirven las obras públicas si no tienen el sello de la dignidad y las convicciones. Esos mismos que hoy se van, cuando Kirchner se pierda en las tinieblas de la hegemonía van a querer volver”.