Dom 21.10.2007

EL PAíS • SUBNOTA  › REPORTAJE A CARLOS TOMADA

Balance, empleo y CGT

› Por Diego Schurman

Podría hablar de la caída de la desocupación al 7,7 por ciento o de cómo las encuestas lo muestran consagrándose diputado nacional. O incluso del histórico tercer puesto de Los Pumas en el Mundial, insoslayable para un ex jugador de rugby. Pero Carlos Tomada no tiene empacho en inaugurar el reportaje con uno de los temas que más dolores de cabeza le provoca al Gobierno: los cuestionados índices del Indec. “Hay gente que cree en esas cifras y gente que no”, admite el ministro de Trabajo.

–El Gobierno cree y el resto de la gente no.

–Mire, el tema está en camino de solución.

–Los números resultan cruciales en las paritarias, uno de los primeros temas que generará tensiones entre los gremios y el futuro gobierno.

–A los medios le gusta presentar el tema como una catástrofe. Las paritarias de los últimos años han tenido una libertad en el funcionamiento como pocas veces en la Argentina. El titular de la CGT, Hugo Moyano, siempre habla de paritarias libres.

–Pero el Gobierno pone en la mesa un porcentaje de referencia, que se asienta en los índices del Indec.

–Sí, es verdad. A veces se acuerda alrededor de ese número y a veces no. Es probable que ese esquema se repita. Seguramente va a haber una etapa previa, declarativa. Pero estamos reconstruyendo el Estado para que medie en las tensiones que generan el crecimiento y el mercado.

–Insisto, en esa mesa se pelean aumentos en base a la inflación, cuyo porcentaje real para muchos no es el que dice el Indec.

–Se discutirá, se discutirá (ahora sí, se muestra incómodo).

–¿El Gobierno no debería haber tratado el tema con mayor seriedad?

–Se acaba de formar una comisión con los sectores más críticos con relación al funcionamiento del Indec para resolver la metodología.

–Eso es reconocer un problema. ¿No se acordaron un poco tarde?

–(Pone cara de pocos amigos). Lo que le puedo decir es que se ha comentado que a partir del 1º de enero todas las soluciones estarán implementadas.

–Se va con una desocupación de un dígito. ¿Mérito suyo o de Kirchner?

–(Se ríe). De Kiiiiirchner. El crecimiento del empleo está implícito en el modelo. Los indicadores laborales nos dan 55 meses de crecimiento del empleo. Y se mantiene la tendencia. Esta vez a un ciclo de crecimiento no le va a suceder otro de retroceso.

–La contracara es el trabajo en negro. Sigue siendo alto.

–Lo que surge ahora es la falta de calidad del empleo y el trabajo en negro. Pero la base está. El tema lo pusimos arriba de la mesa. Tanto, que preocupa a la sociedad, a los medios y a los empresarios.

–¿A qué nivel les preocupa a los empresarios?

–Por el tema de la competencia. Porque ven que el trabajo crece, hay más controles, hay sectores de actividad que dicen “juguemos todos con las misma reglas”. Hay sectores que tienen por afuera el problema de los chinos y por adentro el trabajo en negro.

–Siempre se aduce el componente económico en la resistencia a blanquear, pero hay también otro cultural.

–Sí, por supuesto. Pero se puede perforar esa cultura. El trabajo en negro retrocedió diez puntos porcentuales en estos cuatro años. Si el próximo período baja otros diez puntos va a estar en los valores históricos de Argentina, que es del 25 por ciento.

–Es un hombre optimista.

–Es lo que Cristina llama reforma de segunda generación. El trabajo en negro no es homogéneo, no está en empresas formales con trabajadores en negro sino que en realidad hay distintos subsectores que tienen problemas diferentes a los que hay que darles respuestas diferentes. Lo que hacen las políticas neoliberales es tratar a todos igual y entonces les bajan las barreras protectorias del derecho del trabajo y se precarizan las relaciones laborales.

–¿Cuál es la asignatura pendiente como ministro?

–(Piensa). Tal vez me hubiera gustado resolver el tremendo problema de la gente de más de 45 años que le cuesta insertarse en el mercado laboral.

–Recuerdo la multitud que convocó la cadena Village aquella vez que ofreció trabajo a mujeres mayores en sus cines.

–Sí, fue infernal. Hay una cantidad tremenda de empleo apto para una persona de más de 40, como los call center, que siempre se lo vendió como “el primer trabajo”. Hay gerentes que dicen que no pueden incorporar gente de 45 y por ahí ese gerente tiene 50 años. Les niega a los demás lo que no niega para él.

–Cuando le pregunté por la asignatura pendiente pensé que me iba a decir no haber otorgado la personería gremial a la CTA.

–No, porque es un tema abierto y que trasciende la gestión de un ministro. Hay un expediente en marcha. Cuatro años tardó la CTA en imponerse la inscripción gremial. Estas cosas llevan tiempo.

–Pero la salida al tema es más política que técnica.

–Es más complejo que lo que usted dice. Pero yo me voy con la tranquilidad de haber hecho mucho por la legitimidad de la CTA. Participa del Consejo del Salario. Está en la delegación de la OIT.

–Aunque este gobierno tiene debilidad por Moyano.

–Hablar del vínculo del Gobierno con Moyano, olvidándose de que Moyano es el titular de la CGT, me parece un análisis que le falta algo. Lo que ha habido es un diálogo importante del Gobierno con la CGT. Hay un diálogo social implícito. Y Cristina ya habló de un acuerdo social, que implica una agenda más abierta a tratar con sindicalistas y empresarios. La verdad, no recuerdo un diálogo como el de ahora. Menem, por ejemplo, dialogaba para imponer no para acordar.

–Pero el último acuerdo en el sector público se firmó con los estatales de la CGT y no con los de la CTA, que están nucleados en ATE.

–Cuando no puedo cerrar con los dos para mejorar el salario de los trabajadores, cierro con quien quiere firmar, y si quien quiere firmar tiene el 70 por ciento del colectivo... eso no es excluir.

–Cierra con quien más se acerca a la cifra que quería el Gobierno.

–ATE hizo una propuesta pero los trabajadores estatales tuvieron un aumento del salario, no se quedaron afuera.

–¿A usted le gustaría que Moyano siguiera al frente de la CGT?

–Yo no lo elijo, pero siempre voy a preferir a un dirigente que sea representativo de los trabajadores. Nadie puede discutir que Moyano lo es.

–Con esa lógica, se puede decir que a Barrionuevo también lo eligieron.

–Usted quiere que le diga algo picante. Le digo: sinceramente me parece que cuando hablamos de representación de trabajadores, una cosa es Moyano y otra Barrionuevo, más allá de cómo hayan sido elegidos. Ahora en términos de representación del colectivo me quedo con Moyano.

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