EL PAíS • SUBNOTA
› Por Eduardo Tagliaferro y Miguel Jorquera
Llegaba al final de su discurso cuando consiguió el aplauso más cerrado de la Asamblea Legislativa. Fue cuando mencionó a “esas mujeres de los pañuelos que se animaron cuando nadie lo hacía”. Oficialistas y opositores se levantaron de sus bancas para aplaudir de frente a los palcos de la segunda bandeja en los que estaban Hebe de Bonafini y Estela Carlotto. Fue el momento más alto de los 52 minutos en los que hizo uso de la palabra. Su crítica a los medios de comunicación marcó el punto más bajo de adhesiones. Muy pocos fueron los legisladores que coincidieron con Cristina Fernández de Kirchner en que “la oposición y los medios no son lo mismo pero a veces se le parecen”.
- Fuera de protocolo. Los titulares de las Fuerzas Armadas no dudaron en romper el protocolo signado para los uniformados y aplaudir a la Presidenta cuando ésta reclamó que la Justicia acelere las causas contra la dictadura para que “en vísperas del Bicentenario se pueda separar la paja del trigo”.
- Aplauso a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Patricia Bullrich miraba atentamente desde su banca cómo la mayoría de los legisladores se ponían de pie para aplaudir la mención a los organismos. Con poco entusiasmo, fue la última en pararse. Lo hizo con tan poca convicción que fue la primera en sentarse. No así el socio bonaerense de Mauricio Macri, el diputado Francisco De Nárvaez, que se levantó acompañando al resto de los legisladores. En cambio, los diputados del PRO Federico Pinedo y Paula Bertol aplaudieron desde sus asientos.
- Ausencias. Es habitual en las Asambleas Legislativas que haya que agregar sillas para poder ubicar a los 257 diputados y 72 senadores. El escrutinio definitivo de la provincia de Buenos Aires aún está inconcluso. Por ello, ayer faltaron 35 diputados que todavía no prestaron su juramento. Estos legisladores siguieron la ceremonia desde donde pudieron. Algunos privilegiados, entre ellos José María Díaz Bancalari y Graciela Camaño, se sentaron detrás de algunos mandatarios provinciales. Igualmente los claros en el recinto superaron largamente a las 35 bancas vacías. No se vio a los legisladores del Movimiento Popular Neuquino ni a los integrantes del peronismo disidente de ambas cámaras: Carlos Menem, Adolfo Rodríguez Saá, Luis Lusquiños. Tampoco se pudo ver al santafesino Carlos Reutemann.
- A Dios rogando. Por primera vez en una asunción presidencial no estuvieron visibles los integrantes de la cúpula de la Iglesia Católica. Varios de los jueces de la Corte Suprema compartieron con los ministros del Ejecutivo una de las bandejas que están al costado del estrado principal. El presidente de Brasil, Luis Inacio Lula Da Silva, fue el mandatario más saludado. Uno de los abrazos más significativos que entregó Lula lo recibió el diputado del ARI Eduardo Macaluse. Dirigente docente y miembro de la CTA, Macaluse conoce a Lula desde los años en los que el Partido de los Trabajadores se enfrentaba a Fernando Collor de Melo y al neoliberalismo en los ’90. El boliviano Evo Morales y el uruguayo Tabaré Vázquez siguieron a Lula en los saludos. La senadora de la Coalición Cívica María Eugenia Estenssoro se acercó expresamente hacia ellos. Nacida en La Paz, Bolivia, la senadora compartió unos cuantos minutos de charla con el mandatario boliviano. Pocos minutos antes de la llegada de Cristina Fernández de Kirchner, arribaron la chilena Michelle Bachelet y el colombiano Alvaro Uribe. Bastante tarde se presentó el venezolano Hugo Chávez. Eso sí, fue uno de los últimos en retirarse del Congreso.
- Look. Los legisladores sacaron a relucir sus mejores ropas. Algunos pocos abandonaron su habitual look descontracturado. Así pudo verse al diputado de la CTA Edgardo Depetri por primera vez con corbata. Con traje oscuro y corbata gris, Depetri dejó de lado su estilo informal. El senador santacruceño Alfredo Martínez insistió en no usar corbata. Algo que también repitió el bonaerense Eduardo Macaluse.
- Invitados. Los palcos mostraron presencias desacostumbradas. El juez español Baltasar Garzón se ubicó en el primer piso y frente al estrado. A su lado estaba el titular del BID, Enrique Iglesias. En la segunda bandeja y con los rostros cubiertos por las lágrimas se podía ver a Soledad Silveira y la uruguaya China Zorrilla. Al lado de ellas sobresalía el embajador en los Estados Unidos, Héctor Timermann.
- Blanco y radiante. El blanco fue el color dominante elegido por las legisladoras. La macrista porteña Paula Bertol inundó el recinto con su aire juvenil y su vestido corto, cuando cruzó todas las bancas para saludar efusivamente con un beso al socialista santafesino Hermes Binner, que se encontraba al lado del estrado. En la primera fila se ubicaron casi la totalidad de los gobernadores. Como todavía no concretaron su jura como gobernadores, Binner y Fabiana Ríos, del ARI de Tierra del Fuego, ocuparon un segundo lugar.
- Amigo bolivariano. Finalizada la jura, la Presidenta y Néstor Kirchner saludaron a las delegaciones extranjeras en el Salón Azul. Chávez fue el último en retirarse. Rodeado por los periodistas, el venezolano mantuvo una larga charla con el flamante diputado radical por Tucumán José Ignacio García Hamilton. El diputado le recordó que Simón Bolívar había perdido una Convención Constituyente en la que pretendía instalar la presidencia vitalicia y le preguntó si su caso era igual. “Lo de Bolívar fue un terremoto, lo mío fue una brisita”, chanceó Chávez.
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