ESPECTáCULOS › EL LIBRO DE ALEJANDRO EDUARDO FIADONE
Diseños autóctonos
“El diseño indígena argentino”, una aproximación estética a la iconografía precolombina, es una excelente investigación, relevamiento y registro visual del diseño autóctono.
Por Alberto Rex González *
Apelar a la exactitud en la reproducción de los diseños precolombinos es, cualquiera sea la utilidad que se les quiera dar, una necesidad básica. El libro de Alejandro Eduardo Fiadone contribuye a este fin advirtiendo además, con claros ejemplos, las falencias habidas en los trabajos habituales (incluso arqueológicos) y la necesidad de corregir este punto. Este problema, que viene desde lejos en trabajos científicos u orientados a las artes, es bien historiado en esta obra y resultará de gran utilidad para que, quienes se aproximen al arte precolombino desde cualquier óptica, puedan meditar sobre él.
El punto de partida esencial para la fiel reproducción de los diseños es, tal como se realizó en El diseño indígena argentino, el análisis directo del material arqueológico o etnográfico. Se evita así toda intervención o injerencia –subjetiva y objetiva– del recopilador al momento de levantar los registros de imágenes, lo que puede producir deformaciones en los dibujos resultantes. Estas deformaciones también son frecuentes en las fotografías, donde el pretender tomas artísticas conduce a imágenes alteradas o incompletas, que son utilizadas como modelo de estudio o aplicación práctica, siendo difícil o imposible captar el contenido original.
Al adaptar las formas a fines prácticos es esencial trabajar a conciencia, ya que si se varía el modelo, se varía el mensaje; los diseños precolombinos no son elementos decorativos –como se interpreta en casi todos los trabajos científicos de arqueología– sino signos de indudable contenido simbólico en los que el mensaje participa del hecho plástico. Es un error creer que esta “decoración” es sólo un impulso estético que está en todos sin tener un origen o un rumbo definido. Se trata de elementos simbólicos, con un significado y un valor comunicativo.
Es importante evitar que en el traspaso de aplicaciones que se haga de la iconografía haya deformaciones que vuelvan a lo estético una cuestión retórica. Debe valorarse el contenido y el sentido de estas manifestaciones, entendiendo el arte a través de los estilos y los estilos a través de las culturas que las crearon y los momentos en los que eso sucedió. El arte –representado en este caso por los diseños– junto con la lengua y la religión son los pilares básicos que forman las culturas de la tierra en todas las épocas: su estudio no puede estar sujeto a discusiones semánticas carentes de contenido.
La semiótica no sirve como elemento integral de estudio; puede ayudar al análisis del vocabulario expresivo, pero se ha hecho un abuso de eso. La etnohistoria puede ayudar a componer un marco interpretativo, comparando lo antiguo con grupos existentes, o de los que tenemos información histórica. Pero es un método limitado, aplicable cuando existen elementos repetitivos, y sólo coadyuvante con otras líneas de investigación. Lamentablemente, desde los pioneros como Juan B. Ambrosetti que lo usó con las religiones andinas, también se hace un abuso de esto. Incluso en la actualidad, hay quienes tomando, por ejemplo, una palabra del quechua, inventan sobre su significado un mundo de explicaciones para elementos gráficos de cualquier cultura.
Sólo la recopilación y el análisis metódico de los símbolos puede resultar útil para aproximarse a los contenidos, sin caer en interpretaciones que pretenden explicar sociedades cuya cosmovisión es básicamente diferente de la nuestra, con argumentos simplistas y subjetivos.
Quiero destacar de este trabajo los ejemplos concretos que muestran los cambios estilísticos de la iconografía de La Aguada que incorporaron a la cultura santamariana. El estudio iconográfico, sumado a otros como los concernientes a técnicas ceramológicas y los cambios experimentados en el traspaso de una cultura a otra, nos muestran aspectos del procesoevolutivo cumplido en la transformación de La Aguada en su cambio del Período Medio al Tardío en Culturas como Sanagasta, Belén, Santa María, etc. El estudio a fondo de estas transformaciones visuales o gráficas, tal como se propone aquí, terminará por darnos la seguridad completa del cambio producido por las culturas del NOA hasta la conquista, ofreciéndonos un panorama de cambio evolutivo claramente identificado.
La resolución de seriaciones de piezas con el fin de lograr secuencias cronológicas debe realizarse con gran cuidado. En el siglo XVIII, Johan J. Winckelman incorporó este procedimiento al estudio arqueológico del arte clásico europeo. Esta técnica fue aplicada por Herbert J. Spiden a mediados del siglo XX para el arte maya, cuando aún se desconocía la traducción de los glifos calendáricos mayas. El cambio en los estilos es una condición presente en todos los aspectos evolutivos de una cultura, lo que dio lugar a buscar también cambios en aspectos técnicos que permitieran fijar medidas cronológicas, siendo el más célebre trabajo del egiptólogo Sir Williams M. Flinders Petrie (quien trabajó entre fines del siglo XIX y principios del XX), utilizado en parte por Ambrosetti para la seriación de tumbas en la “ciudad” de La Paya, en Salta. En todos los casos se buscaba el desarrollo evolutivo del diseño pasando del realismo a la abstracción, como secuencia considerada más lógica.
Estos procedimientos, utilizados en los comienzos de la ciencia arqueológica fueron criticados y controvertidos porque los puntos de partida con respecto al proceso evolutivo se cumplían, en algunos casos, del realismo a la abstracción; pero en otros –como demostró Franz Boas en un trabajo de 1908 referido al desarrollo de los diseños esquimales– el proceso se daba a la inversa. Por lo tanto, es necesario tener presentes ambas posibilidades y otros parámetros como la cronología obtenida por los métodos arqueológicos tradicionales y el proceso evolutivo producido por las variaciones estilísticas.
Esto queda claro en el trabajo de Fiadone, con ejemplos concretos de cambios estilísticos en algunas de las culturas presentes en este libro, cuyos antecedentes pueden encontrarse en un trabajo de Ronald L. Weber, de 1969, sobre evolución del estilo santamariano, completado por trabajos de Elena B. Perrota y Clara Podestá por los años setenta. Todo este material permite cumplir con uno de los postulados de los enfoques de la moderna arqueología, que da una importancia básica al estudio de los procesos de cambio y evolución en el tiempo de las culturas, a los cuales El diseño indígena argentino contribuye en varios aspectos, convirtiéndose en material de consulta confiable para quienes busque una aproximación al diseño precolombino.
* Arqueólogo. Prólogo de El diseño indígena argentino, de Alejandro Fiadone, La Marca, Buenos Aires, 288 páginas y un CD rom con los diseños.