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EL FENOMENO DE “CUPIDO”, EL PROGRAMA DEDICADO A FORMAR PAREJAS EN UN ESTUDIO DE TV
Es el ciclo más exitoso de Much Music, la señal de cable que está dejando de lado los videoclips en favor de una programación que prioriza los contenidos no musicales. Sus ideólogos son Gastón Duprat y Mariano Cohn, realizadores de “Televisión abierta”.
Por Julián Gorodischer
El chico y la chica se preguntan: “¿Cuáles son tus fantasías?”. Se escuchan, atentos, sin verse, como si “Cupido” (el programa de Much Music) fuera un chat televisado y oral, guiado por la premisa un poco burlona, un poco emocionada: “En contra de las apariencias, y a favor del corazón”. El locutor la repite varias veces, y los futuros novios dicen que sí, que quieren verse e iniciar la tournée filmada que toca a las parejas que se forman en el estudio. “Cupido” cultiva ese extraño registro, mezcla de parodia y homenaje a la gente común, que sus ideólogos (Gastón Duprat y Mariano Cohn) transitan desde los tiempos de “Televisión abierta”. Líder de audiencia en el canal de los videos musicales, el programa inició una transformación que se extenderá a toda la grilla: incluir ciclos temáticos, sin videos, para llenar la programación de contenidos y ampliar el target.
“Cupido” no innova desde la propuesta del servicio. La tele vuelve, cíclicamente, sobre la vocación de juntar “solos y solas” desde el fundador “Yo me quiero casar, ¿y usted?” hasta el más reciente y fallido “Atraídos”, de Maby Wells, en Canal 13. Pero el envoltorio cambia las cosas: el tono se anticipa en la apertura de “Cupido”: una primera cita entre caniches con anteojos de sol y tragos largos incluidos. La saturación de unos pocos motivos (el corazón, la flecha, el color rosa) construyen –según dice el productor Franco Torchia– “una identidad y un discurso propio”.
En ese marco, la voz engolada y un poco solemne del locutor en off da las conclusiones, que siempre moralizan: “Te guían las apariencias, ¡eso no sirve en el amor!”, dirá a la participante para provocar no la carcajada o el guiño, sino la toma de conciencia. En el manual de estilo de Mariano Cohn y Gastón Duprat existe una negativa a clausurar únicas posibilidades de lectura. “Cupido” puede ser la parodia de “Yo me quiero casar...”, o una oportunidad de acceso a la tele para personas comunes, o un gaste sólo para entendidos, o un melodrama con final feliz, según el cristal.
“Queríamos generar audiencia –dice Duprat– y respetar la manera de hacer programas que nos gusta, que consiste en dejar a la gente librada a lo que es, sin producirla, y habilitar un amplio espectro de miradas: humorística, social o romántica.”
Una pareja formada respeta las reglas del romanticismo según “Cupido”. En la entrevista, Paola Pérez, de 19, y Fernando Marí, de 21, se toman de las manos y, cada tanto, se dirigen miradas profundas a los ojos. El inauguró el tono apasionado en el primer encuentro, cuando se develó la intriga y, tras dar el sí, dijo: “Es una mujer divina”. La voz en off lo felicitó por el piropo. Paola, acostumbrada al rechazo de los “chicos de boliche”, respondió con el beso en los labios obligado para toda pareja recién constituida.
“Lo de los boliches no es serio; nunca supe elegir a ‘la persona’. La última vez, yo me metí más con él que él conmigo. Pensé que iba a ser algo importante, pero el chabón era como todos –recuerda Paola, y mira a los ojos a su novio de un mes–. Fernando es distinto.”
Convertido en icono gay, tal vez por su culto al camp, “Cupido” empezó a recibir reclamos vía teléfono y mail para ampliar la convocatoria. “Quise desde el principio que el programa uniera también a parejas del mismo sexo –dice Franco Torchia– y ahora vamos a hacerlo, porque hay muchísima demanda de la gente para que eso ocurra.” En los próximos días, el ciclo será el primer y único exponente local que ofrecerá ese servicio televisado al público homosexual. “Me niego a hacerlo de un modo diferente –postula Torchia–, ni a darle tratamiento especial. Va a ser el mismo ‘Cupido’, pero con gays como protagonistas.”
No sabe, en cambio, si podrá mantener esa propuesta, así como la charla explícita sobre sexo o las marcas de ironía o el acceso sin casting ni filtrado en los llamados telefónicos, cuando el programa pase a latelevisión abierta. En poco tiempo, “Cupido” pasaría a las tardes de Azul Televisión, y podrían llegar algunas restricciones. Por ahora, la espontaneidad se cuela en “Cupido” cada vez que una televidente opina sobre una soltera en cuestión. “Le está mintiendo, es gorda y fulera”, dijo alguien, recientemente, y hubo asombro general pero también un innegable interés dramático por ver el desenlace de esa escena.
“‘Cupido’ –cuenta Franco Torchia– fue una apertura del juego gigantesca dentro de Much Music. Pero el programa bisagra en esta estrategia de incorporación de contenidos no musicales fue ‘Maratón VJ’ (también una idea original de Cohn-Duprat), un ciclo con muy pocos videos, en comparación con el resto de la programación del canal.” Para marzo, se prevé profundizar la transformación.
La dupla Cohn-Duprat tiene a su cargo la preparación de ciclos diversos que corresponden a todos los géneros de la TV. Se verá un programa de preguntas y respuestas (“Uno contra todos”) y un talk show para jóvenes “de vocación altruista” –según la definición de Duprat– al que llamaron “Cambiar el mundo”. Habrá lugar también para el que aparece como uno de los puntos fuertes de la próxima temporada: “El entrevistado soy yo”, en el cual un “muy famoso” (que podría ser Natalia Oreiro en el primer encuentro) se dedicará a contestar exclusivamente llamados del público.
En “Navegando con Fede”, la apuesta es reproducir en TV la lógica de la búsqueda en Internet, con una mezcla de pasatiempo y servicio. Y el resto será más de los separadores y micros que la dupla dispersó por la grilla: “Tachero”, “Tu cuarto”, “En viaje” y cortos protagonizados por Bobby Flores y Douglas Vinci. El canal de música, tal como se lo conocía, cede paso al “canal joven”, e implementa unas pocas pero resonantes variaciones: menos videos, más romance, menos enlatados y más horas en vivo.