ESPECTáCULOS
“En esta guerra, se ha escuchado una sola versión de la historia”
El presidente del Centro Islámico argentino, Adel Made, explica los errores y horrores de la cobertura televisiva de la cruzada de Bush.
Por Julián Gorodischer
Llegan, desde Irak, imágenes y palabras que no se cuestionan: el fedayín enfundado en su capucha blanca, preparado para morir en el atentado suicida. O el llamado a la Jihad islámica, invocación directa a una inmolación por la causa. Las cadenas estadounidenses repiten el parte diario del Pentágono sobre la marcha de la Operación Libertad de Irak y, de fondo, llega el eco de una amenaza, la Guerra Santa. El desequilibrio informativo enciende luces amarillas en la comunidad árabe y alguien recibe las noticias alarmado. “Esta no fue la guerra mejor contada”, asegura Adel Made, presidente del Centro Islámico de la Argentina, opuesto a entender a la cantidad de periodistas en el frente como un indicio de calidad. “No hubo libre competencia entre los medios -.dice–; hubo una sola versión que quedó plasmada el día 21, cuando se repitió hasta el cansancio la imagen de la bandera estadounidense sobre la estatua caída de Saddam”. Made es un obsesivo corrector de los desvíos de sentido, de los nombres que las cadenas de TV asumen como propios y distribuyen por el mundo.
“Los medios insisten con términos que no conocen”, subraya. “El fedayín es en árabe el campesino, y lo popularizan como el ejército suicida. En el Corán existe efectivamente la palabra Jihad, pero es la lucha del ser humano para vencer sus egoísmos, no es un manual práctico para la inmolación. Insisten con la búsqueda de armas de destrucción masiva, y nadie sabe de qué están hablando. Esa figura oscura del Islam, como un mundo de suicidas, aparece después del Muro de Berlín, como un modo de reemplazar rápidamente al enemigo. Algunas economías venden mucho más en momentos de crisis”.
–¿Cuáles son sus críticas más fuertes a la cobertura televisiva?
–Todos consideran una sola visión, la occidental, y la otra ni siquiera existe, ni ha contribuido al desarrollo humanístico. La información, como se ha venido dando en los últimos cincuenta años, atosiga con un bombardeo de mensajes subliminales. Ha descendido el conocimiento, el deseo de pararse a hacer estudios profundos sobre otras formas de comportamiento humano. El término liberación se aplicó a la destrucción.
–¿Qué cuestionamientos le hace a la CNN?
–Es una cobertura que impacta, pero cuando sólo existe la primacía de una cadena de TV, se dejan afuera otros puntos de vista. Muestran escenas de cómo la población hace asaltos como si fuera la vida normal del iraquí, y nosotros sabemos que la mayoría de los ciudadanos están llorando lo que pasa en su país. En el inicio de la guerra mostraron unas lucecitas, a lo lejos, para nada asociadas a las muertes de personas. Parecía que al día siguiente todo volvería a la normalidad, que la gente regresaría al supermercado.
–¿Cuáles son los aspectos de la distorsión informativa que más preocupan a su comunidad?
–Se ven imágenes sin muertos, sin sangre. Es terrible para mí pensar que todo esto pueda ser utilizado en términos de un show. Creo que todavía no caímos en lo que pasó, esta enorme deshumanización del mundo. Pero la gente no se come cualquier fruta, todavía relativiza, descree de los argumentos endebles. Nos preocupa, también, y lo conversamos con el gobierno, la ligazón peligrosa entre el mundo árabe y la palabra fundamentalista.
–¿Qué alternativas encontraron para acceder a una mejor información?
–Organizamos conferencias sobre Irak, Medio Oriente, la paz. Alzamos nuestra voz argentina para condenar la guerra. Recibimos diarios de Siria, Egipto, de cualquier parte del mundo árabe, y los traducimos. Pero fue difícil informarse en una vorágine de veinte días.
–¿La irrupción de las cadenas árabes modifica el panorama?
–Ofrecen una buena competencia para que el ser humano pueda decidir por sí mismo a quién creer. Al-Jazeera no funciona con el beneplácito de los gobiernos árabes, sufre las protestas de muchos países árabes, es una cadena independiente. Pero Estados Unidos se quiere reservar el monopolio para la CNN y llegó al extremo de amedrentar a los periodistas con los ataques al Hotel Palestine. Es una pena que no tengamos Al-Jazeera traducido al español para poder escuchar su versión de la historia.