ESPECTáCULOS › A LOS 59 AÑOS, MURIO EL MUSICO JORGE PINCHEVSKY
El primer violinista del rock
De formación clásica, integró La Cofradía de la Flor Solar y La Pesada. Sufrió un accidente y no logró recuperarse.
El músico Jorge Pinchevsky, que vivió buena parte de sus 59 años llevando al límite sus convicciones y su resistencia física, murió el sábado de un modo, si se quiere, absurdo: lo atropelló un ciclista, sufrió un golpe en la cabeza, la lesión derivó en un coágulo cerebral y finalmente un ataque cardíaco terminó con su vida. Pinchevsky es una de las figuras fundantes del rock nacional, como integrante de la legendaria Cofradía de la Flor Solar, e instaló su nombre en la historia del género por haber sido el primer violinista que llevó su formación clásica a una banda rockera.
Pin, como lo llamaban sus amigos, nació en Rosario, pero su vida artística transcurrió (mientras estuvo en la Argentina) en la ciudad de La Plata y alrededores. De hecho, su muerte se produjo en Berisso, donde se había radicado en los últimos años. Era padre de cuatro hijos, y últimamente tenía un programa de radio en Ensenada y daba clases de violín.
Empezó a tocar ese instrumento a los 5 años por iniciativa de su padre. A los 16, ya era violinista en el Teatro Argentino. La suya fue una formación clásica: Conservatorio, Orquesta Sinfónica, Orquesta Municipal y Orquesta de Cámara de la Universidad de La Plata. Pero una noche se topó con el bajista Alejandro Medina y éste lo convenció de pasarse “al otro bando”. En los primeros años de los ‘70 el instrumentista, después de su lisérgico paso por La Cofradía, integró también La pesada del Rock and Roll y participó como músico invitado en la grabación del disco Instituciones, de Sui Géneris. No era bien visto por las autoridades de turno, y cuando la situación política se puso demasiado difícil, aceptó un pasaje que le regaló su amigo, el Gordo Pierre, y se fue a Francia. En Europa profundizó su coqueteo con los excesos (uno de sus compañeros de aventuras fue Miguel Abuelo), pero en el plano profesional, más allá de algunos períodos de cuelgue, llegó a formar parte, por ejemplo, de Gong, un grupo anglo-francés que en su disco Shamai incluye un tema en el que aparece la voz de Pin hablando en castellano. Estando en Francia, protagonizó sin querer una anécdota que revela el espíritu que transmitía Pinchevsky. Por una broma de Miguel Abuelo, la revista Expreso Imaginario, por entonces dirigida por Roberto Petinatto, publicó en 1979 que Pinchevsky había muerto. Salió una necrológica, con detalles sobre su vida y su trayectoria. Pero Pin estaba vivo y no podía hacer llegar sus cartas a la Argentina, por lo que su familia estaba convencida de que, efectivamente, había muerto. Tremendo susto le dio a su padre cuando, tres años después, golpeó la puerta de su casa, vivito y coleando.
La experiencia europea lo enriqueció musical y culturalmente. Sabía hablar inglés, francés y portugués. En los ‘80 vivió en Mendoza y en Brasil, y a principios de los ‘90 volvió a Buenos Aires. Fueron célebres sus zapadas en el Samovar de Rasputín, el mítico reducto blusero del barrio de la Boca, donde su violín incendiaba las madrugadas con su estilo descontracturado y divertido. Napo, que ayudó a difundir ayer la noticia de su fallecimiento, destaca de Pin fundamentalmente “su costado anárquico. Me acuerdo que siempre me decía: ‘rompamos las brújulas, que están todas equivocadas’. Era un tipo que no creía en las fronteras ni en los límites, ni en la música ni en la vida”. En 1995 grabó el disco Jorge Pinchevsky y la Samovar Blues Band, en rigor su segundo trabajo como solista, después de Jorge Pinchevsky y su violín mágico, de 1973. El violinista solía decir que era “un traidor a la música clásica”. En una entrevista con Página/12, señaló: “Me tocó ser el representante de los músicos clásicos a los cuales les gustaba tocar progresiva pero no podían hacerlo porque se les habría coagulado la sangre del miedo”.