ESPECTáCULOS
Gal Costa y el encanto bahiano del buen vivir y el buen comer
La señal de cable elgourmet.com emite esta noche a las 21, en el programa “Festín de palabras” conducido por Teté Coustarot, una entrevista con la cantante brasileña. Allí se habla de música, cultura, tradición y buen apetito.
Por Patricia Chaina
Iglesias coloridas y empedrados bajo el sol en una pantalla de TV. La imagen del Pelourinho evoca inmediatamente al misticismo alrededor del cual San Salvador de Bahía proyecta su energía vital. Alegría y frenesí como conjuros contra el dolor y la pobreza. El video muestra a una mujer de anteojos, capelina y ropas negras caminando frente al museo que fue la casa de Jorge Amado. La mujer es Teté Coustarot. En Brasil y con la cantante Gal Costa como invitada y protagonista central, la ex modelo grabó un nuevo programa para “Festín de palabras”, el ciclo de biografías de la señal de cable elgourmet.com (hoy a las 21) que traza un perfil del invitado a través de sus gustos culinarios.
La ex modelo pasa frente al Mercado Modelo y costea la playa, para luego llegar al moderno y sobrio restaurante Trapiche, lugar de encuentro de artistas, músicos y políticos. Allí es donde se concreta la entrevista con Gal, quien entre reflexiones sobre su carrera artísticas desliza dulces, fáciles y atractivas recetas de cocina. “Aquí en Bahía existe la tradición de comer bien y siempre mucha comida. Casi todas las familias tienen factura en la mesa, por si llega uno de afuera, para que sea bienvenido. Y tenemos comidas propias, de origen africano que son el vetapá, las moquecas, el carurú. Hay moqueca de pescado, de camarones, de cangrejos, de ostras, y hay muchos dulces típicos como las cocada.”
Con su voz de variado matiz, Gal Costa habla de la ciudad, de la Bahía de Todos los Santos, de sus costumbres y sus secretos con afecto y conocimiento de causa. Quizá por eso tiene una cadencia seductora en el relato que enhebra los aromas a cocina de su infancia o las anécdotas de su trabajo como artista popular, en un país donde la música es capaz de definir la identidad misma de la nación. La entrevistada cuenta sin prisa y también sin pausa. De su familia rescata sensaciones: la suavidad con la que su madre preparaba las “rabanadas”. “Algo que se hace en Navidad en todo Brasil –explica la mujer que a los dos años ya decía que quería ser cantante– con pan. Cortas el pan en rebanaditas, lo sumerges en leche... lleva leche y huevos y pones las rodajas de pan en la mezcla, después se fríen y se pasan por azúcar con canela. Mi mamá hacía eso divinamente”, recuerda quien a los 13 años, al escuchar por primera vez a Joao Gilberto en la radio, decidió seguir sus pasos y reconocerlo como su mayor y más importante influencia dentro del universo musical que por entonces recién se abría para ella. “El movimiento musical realmente importante en Brasil es la bossa nova”, advierte mientras en pantalla van pasando fotos de otras épocas, tapas de discos, afiches e incluso imágenes del concierto homenaje a Tom Jobim, en 1999.
“Adoro comer, pero tengo un problema: tendencia a engordar, toda mi vida hice dieta, ¡como ahora!”, dice antes de confirmar el pedido de una ensalada de peras, queso blanco y endivias, aunque con nueces. Gal Costa se reconoce una persona dispuesta “a probar todo”, y se deleita también con el recuerdo de preparados exóticos que degustó en lugares lejanos como “un plato de aguas vivas, fritas, deliciosas, que comí en un restorán chino, pero en Japón”.
Nacida como María de Gracia Costa Penna de Burgos, el 26 de setiembre de 1945 en Salvador, sentada a la mesa de un restaurante ubicado en una playa de Salvador, intercalando recetas en medio de una explicación sobre las ofrendas del día de Iemanjá, o Señora del Mar, en el culto afro, Gal Costa es mucho más que la imagen de una mujer sentada a una mesa hablando de cocina y de tradiciones religiosas relacionadas con la gastronomía. Habla tranquila y explica antes de despedirse: “Trabajo con el instinto, claro que lo racional es fuerte, pero mis intuiciones también. Pienso que mi trabajo es un don, desde pequeña quise ser cantora, intuí que podía hacerlo, y mi trabajo es mi misión, ser cantora, reconfortar a la gente, alegrarla, tantas sensaciones que la música puede llevar a una persona...Mi voz lleva a las personas a diferentes sensaciones, y eso es una misión”.