EL PAíS

El mensuario de la familia militar

 Por Miguel Bonasso

Tiempo militar, un austero mensuario dirigido “a la familia militar”, saltó a la notoriedad la semana pasada al publicar la primera proclama golpista del tercer milenio: un artículo a favor de la dictadura firmado por el coronel en retiro y sociólogo (¿en activo?) José Bilbao Richter. El manifiesto motivó una denuncia del abogado Ricardo Monner Sanz en el juzgado federal del doctor Jorge Urso, el mismo que tiene a su cargo la postrada causa por la venta de armas a Ecuador y Croacia. Monner Sanz denunciaba, entre otras cosas, que el jefe del Ejército, teniente general Ricardo Guillermo Brinzoni, no había sancionado al subversivo Bilbao Richter y solicitaba que el juez lo citara a declarar. En estos días el Ejército dejó trascender que Brinzoni había convocado al consejo interno que se ocupa de cuestiones disciplinarias tan pronto llegó a sus manos un ejemplar del mensuario, pero no está claro si Bilbao Richter ya se encuentra sufriendo arresto, como indican fuentes carapintadas. En cualquier caso, como Tiempo militar no debe ser muy frecuentado por los lectores de Página/12, no está de más una reseña acerca de su contenido y objetivos más evidentes.
Tiempo militar –”el diario”, como le dicen en los barrios castrenses-fue fundado el 12 de marzo de 1993 por Jorge Carlos Brinsek, un periodista que ejerció la conducción de la agencia informativa Diarios y Noticias (DyN) y a quien algunos profesionales que estuvieron bajo sus órdenes sitúan cerca de la oscura franja donde coexisten hombres de prensa y agentes de los servicios de informaciones. Actualmente Brinsek no figura en el staff, donde sí continúan otros dos fundadores: Oscar Ramón Alfonso y Carlos Rosario Argentino Elizarán.
El mensuario, un tabloide de 32 páginas, de diseño bastante antiguo, se presenta como “periódico independiente”, propiedad de la empresa Productora de Servicios Periodísticos SA, con oficinas en Solís 637 9º F de la Capital Federal. Y su contenido editorial, en general, está claramente dirigido a personal retirado y activo de las fuerzas armadas y de seguridad. Este cronista lo adquirió en un kiosco de la avenida Luis María Campos, en las cercanías del Hospital Militar, tal vez el ghetto castrense más notorio de la ciudad. No fue fácil conseguirlo: otro kiosquero de las cercanías había informado un rato antes que estaba agotado porque en el barrio tiene “mucha demanda”. También porque estaba por aparecer un nuevo número el 7 de marzo próximo. El número de la proclama (el 136) había salido el 7 de febrero pasado.
La portada es sobria, casi oficialista. Un título destaca que Duhalde se reunió (por primera vez) con la cúpula militar. Más abajo sendas cabezas ilustradas con fotografías aluden a un operativo anticontaminación llevado a cabo por 90 efectivos de la Prefectura y otro contra incendios en el Sur que estuvo a cargo de la Fuerza Aérea. Más allá del valor noticioso de ambas informaciones, hay un efecto subliminal claro: las fuerzas armadas y de seguridad están alineadas en proyectos de bien común como lo ha pedido el primer mandatario.
Más abajo, un sumario da cuenta de otros tres materiales que la publicación considera relevantes. El primero, de abajo para arriba, reza: “Seguridad: firme posición de la sala de comisarios mayores e inspectores de la Policía Federal”. El segundo, que se presenta como “trabajo de investigación”, se titula: “Las Fuerzas Armadas en la crisis argentina”. (En rigor se trata de un artículo de corte estadístico del famoso politólogo Rosendo Fraga, hijo del general homónimo.) El tercero es una propuesta ambiciosa: “Hay que fundar la Segunda República Argentina”.
El informe referido a Seguridad contiene dos comunicados de la “Sala de Comisarios Mayores e Inspectores”, que firman el comisario mayor Angel María Tomé y el comisario inspector Nelson Horacio Corgo, donde apoyan “el accionar policial” en la Plaza de Mayo el 20 de diciembre pasado. Accionarque les costó la vida a cinco ciudadanos y está siendo investigado por la Justicia.
Los comisarios, que son retirados pero dependen directamente de la Subjefatura de Policía como allí mismo se informa, no se privan de volcar sus estimulantes opiniones sobre el periodismo: “Todos sabemos que, desde hace un largo tiempo, la mayoría de los medios de comunicación social (radio, TV, diarios) intentan distorsionar el accionar policial en todas sus manifestaciones. Ya sabemos las ideas disolventes de la mayoría de estos grupos (sic), cuya única finalidad es enfrentar a nuestros conciudadanos con los hombres de la institución”.
El trabajo de Rosendo Fraga, apoyado en encuestas del Consorcio Iberoamericano de Mercado y Asesoramiento (CIMA) coordinadas por el Instituto Gallup de Argentina, confirma que la confianza en las Fuerzas Armadas es muy baja en Argentina: apenas un 38 por ciento, contra un 58 por ciento en México o un 60 por ciento en España. Fraga atribuye el inocultable descrédito únicamente a la derrota militar en Malvinas. Y omite el terrorismo de Estado ejercido durante la última dictadura militar.
La propuesta para una Segunda República, que firma Adrián Salbuchi, sostiene que Argentina padece “una guerra total”, declarada “desde afuera y desde adentro, desde estructuras públicas y privadas, que operan todas mancomunadamente y en forma piramidal, según un planeamiento geoestratégico emanado desde el Council on Foreign Relations de Nueva York, el Royal Institute of International Affairs de Londres y la Trilateral Comission de Nueva York entre otros”.
Uno de los platos fuertes de la entrega de febrero es, sin duda, la entrevista al ex coronel Alí Mohamed Seineldín en su prisión de Campo de Mayo. Allí, el jefe del último alzamiento contra un gobierno constitucional sostiene que Carlos Menem estuvo a punto de ordenar su fusilamiento y el de algunos de sus seguidores por directo consejo de George Bush padre y que la drástica medida se evitó por la mediación del papa Wojtyla, alertado por el ex presidente Arturo Frondizi.
El golpismo hard core está a cargo del citado Bilbao Richter en la nota titulada “La dictadura es el único recurso para evitar el suicidio de la sociedad y la desintegración de la Nación”. El “Editorial” de los directores, en cambio, propone una tregua para Duhalde: “Pero también seamos justos. No pretendamos que un presidente que recién comienza su mandato arme este rompecabezas de un día para otro. Repartamos las culpas”.
Además de las llamadas “Notas de interés” (inocuo rubro que cobijó la proclama de Bilbao Richter) hay noticias agrupadas por arma: “Ejército”, “Armada”, “Gendarmería”, etc; efemérides de “la lucha antisubversiva”, historia y presente de algunas unidades militares como la Brigada de Monte XII y abundante información mutual y societaria, en buena medida dirigida a los retirados.
Hay avisos previsibles como los del Boletín del Centro Naval, el estudio jurídico previsional militar de Pedro Rouco y asociados, la Mutualidad del Personal de Intendencias Militares, la Asociación Mutual personal superior Prefectura Naval, Socorros mutuos Fuerzas Armadas o la Federación de Mutualidades de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Y avisos totalmente imprevisibles como el que reza: BATERISTA BUSCA MUSICOS PARA COMPLETAR UNA BANDA. COMUNICARSE CON GERMAN. Y trae un teléfono de la Capital Federal, como para abolir la fantasía de que “Germán” es, por ejemplo, el nombre de guerra de Ricardo López Murphy.

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