ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A JORGE COSCIA, DIRECTOR DEL INSTITUTO NACIONAL DE CINE
“Este es el festival del milagro”
El cineasta y flamante funcionario presidió anoche la inauguración del Festival de Mar del Plata. Allí, dijo que considera oportuna su realización porque “promueve trabajo y creatividad argentinos”.
Por Esteban Pintos
Jorge Coscia no puede menos que pensar en una coincidencia simbólica. En su primer día como designado director del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (el decreto con el nombramiento fue publicado en el boletín oficial del miércoles 6), asistió a la inauguración de la decimoséptima edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Una cita que el cineasta ahora funcionario no duda en definir como “el festival del milagro, fruto de una decisión política muy clara, donde no se gastará ni un peso más ni un peso menos del presupuesto establecido. Este es un festival austero, pero también muy rico. Para nada empobrecido”.
Coscia, director de “Mirta, de Liniers a Estambul”, “Cómix” y la aún inédita “Luca vive”, entre otros films, permanecerá en Mar del Plata hasta el domingo viendo todo el cine que pueda, y el lunes estará en su despacho del INCAA para iniciar la compleja tarea para la que fue designado. “En el país de la crisis, hacer el festival es un modelo, un yacimiento de esperanza. Es decir: es posible el festival, porque también son posibles otras cosas en Argentina”, le dijo a Página/12 minutos antes de la breve apertura de la muestra, coronada con la premier de la película Los excéntricos Tenembaum, de Wes Anderson.
–¿Por qué se hace el festival, en el marco de la actual crisis económica?
–La decisión nace de un cálculo que considera posible su realización, de un equilibrio entre conveniencia material y viabilidad de los recursos. Todo el trabajo previo se hizo por supuesto previo al inicio de mi gestión, pero estoy de acuerdo aunque eso sería lo de menos. Creo que este festival debe ser entendido como parte de la industria cultural, tal como es el cine en general. No es una fiesta, ni un acto de frivolidad; más bien es un evento cultural que promueve trabajo y creatividad argentinos proyectados hacia el mundo y que permite conocer el trabajo y la creatividad de otros artistas en nuestro país. Lo entendemos así porque hoy, en este contexto de crisis, creo que hay dos caminos: quedarse en casa y llorar, o salir a trabajar. Creo que una de las trampas de la crisis es, justamente, el abandono. Se cuenta con un presupuesto ajustado, de 900.000 pesos, que es un tercio del año pasado y cuatro veces menos de la primera edición luego de la reanudación.
–A primera vista, ¿qué le parece la programación de esta edición?
–Los cineastas no somos buenos críticos... Pero puedo decir que los ciclos programados aparte de la competencia oficial, por ejemplo, hablan de un festival que tiene que ver con lo que llamaría “el otro cine”: la mujer, la revolución, el cine de América latina, la sección “punto de vista” (del realizador como opinión hecha imagen). Es muy coherente, con un sentido que apunta a los contenidos. Es el cine de compromiso por encima del espectáculo. Y en un contexto acorde con la consigna de austeridad y pudor. Insisto: cuidado con la trampa de la crisis como paralizante. El festival es posible, en el marco de un cine que es posible, en el marco de una Argentina que es posible.
–¿Cuáles son sus expectativas para la gestión que inicia?
–Continuar trabajando y diseñando una política que fomente nuestro cine. Veo con mucha expectativa que se haya aprobado en comisión de diputados la ley de manejo del Fondo de Fomento para el Cine, por afuera del presupuesto. Considero esencial que los recursos del cine estén disponibles para el cine: la reactivación será posible si esto se cumple. Al cine lo entendemos como alma y cuerpo, industria y cultura, una punta de recuperación. Hasta ayer nomás, escuché al respecto un discurso esquizofrénico: se hablaba del fomento del cine mientras un ministro de Economía metía la mano en los recursos del cine. En la actualidad, hay 49 películas filmadas sin estreno, es mucho por hacer. No sólo sería bueno fomentar la producción, sino también la llegada de las películas. Si se tratara de aviación, es como si enseñáramos a volar y no a aterrizar. Mi objetivo es que todas las películas tengan posibilidades semejantes, no digo iguales, pero que se pueda garantizar el aterrizaje sin que nadie se estrelle.