ESPECTáCULOS
“En tiempos de crisis, uno tiene la necesidad de empezar a moverse”
El grupo Vale Tango, liderado por Andrés Linetzky, grabará un CD en Francia y mostrará
su música en un film producido por Coppola.
Por Karina Micheletto
“Cuando le preguntaban: ‘¿Qué pasa, maestro, que a los jóvenes no les interesa el tango?”, Troilo decía: ‘No me preocupa, el tango sabe esperar’. Y es verdad. Podés pasar por todos los géneros, pero tarde o temprano el tango te va a llegar, como una cosa natural.” Quien habla se llama Andrés Linetzky, es pianista, compositor y arreglador, y dedicó la mayoría de sus 27 años a un género del que dice haberse enamorado siendo muy chico, quizás influenciado por un abuelo que recorrió varias orquestas típicas. Lo suyo es “tango-tango”, aclara, nada de arreglos con firuletes, nada de fusiones. Y enumera, como en una declaración de principios, los grandes en los que abreva su música: Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Osvaldo Fresedo y, sobre todo, Horacio Salgán, de quien resultó privilegiado discípulo, ya que es uno de los pocos que el maestro aceptó formar. “Fue como un cuento de hadas. Salgán era mi ídolo desde siempre, lo empecé a ir a escuchar cuando mi mamá me empezó a dejar ir. Un día me acerqué, le dije cuánto lo admiraba y me animé a pedirle tomar clases con él. Insistí un tiempo hasta que me escuchó en el piano, y finalmente me dijo que sí. El me enseñó las claves, tres o cuatro cosas fundamentales que voy a seguir procesando durante toda la vida”, cuenta el músico, que también pasó por la Escuela de Música Popular y el Conservatorio de Música Clásica de Avellaneda, y tomó clases con Rodolfo Mederos.
Linetzky forma parte de la Orquesta de Tango de Buenos Aires, y desde hace tres años lidera el grupo Vale Tango, junto a Federico Pereiro y Luciano Sciarreta en bandoneón, Pedro Pedroso y Alejandro Schaikis en violín, Patricio Cotella en contrabajo y voz, y Hugo Silva en voz. La propuesta de Vale Tango, que desde febrero viene presentándose todos los jueves en el Foro Gandhi, mantiene un estilo que no se aleja de lo tradicional, pero está marcado por la mirada nueva de los muy buenos arreglos de Linetzky. Después de haber tocado en el Teatro San Martín, junto a Salgán-De Lío y Marikena Monti en la penúltima noche del Festival Buenos Aires Tango, saldrán de gira por Europa: este jueves estarán en España, actuando en el Festival de San Sebastián, y de allí irán al Festival de Bordeaux, en Francia, donde el sello alemán Winter & Winter les grabará un disco en vivo. No son las únicas buenas nuevas que tienen para contar: tocaron en la película Assasination Tango, producida por Francis Ford Coppola y dirigida por Robert Duvall. El film se estrenará en mayo en la Argentina. El tema que hacen en esta película, elegido personalmente por Duvall (fanático del género, casado con una bailarina de tango salteña), es “Rey de copas”, dedicado, por supuesto, a Independiente. Además editarán próximamente su primer CD, auspiciado por el sello Música de Buenos Aires.
–Tienen mucha actividad, a pesar de la crisis. ¿A qué se debe?
–Es que el arte va por otro carril. Es más, a veces se nutre de la crisis. Hay una anécdota que me encanta: cuando a Salvador Dalí no le quedaban más que 50 dólares en la billetera, iba al mejor restaurante y los gastaba todos, porque decía que así tenía la obligación de crear. No quiero caer en la visión romántica de que hay que ser un atormentado para ser artista, pero es cierto que la angustia urge a crear. Cuando uno está en crisis, tiene la necesidad de empezar a moverse, buscar nuevos rumbos, hacer cosas diferentes, y eso puede ser muy bueno.
–Eso está lejos de la idea del tanguero melancólico, que se queda llorando cuando se le va la mujer o se le muere la madre.
–Eso es un estereotipo, que no sé por qué quedó fijado. El tango es un género de lo más complejo, y en sus letras y en su música está todo: el dolor y la alegría, la ciudad y el barrio, la amistad, el amor, la crítica social. Por eso arraiga en cualquier lugar del mundo, porque tiene una profundidad que no siempre valoramos.
–¿En qué estado se encuentra el tango en la actualidad?
–Yo veo al tango como un árbol. En sus raíces hay grandes artistas desconocidos por la mayoría de la gente, como Agustín Bardi o Eduardo Arolas, tipos que hicieron el género cien años atrás. A partir de ellos surgieron genios como Troilo, Salgán, Piazzolla y tantos otros. Durante los ‘60 y los ‘70 muchos se quedaron con Piazzolla, que fue tan genio como Mozart o Beethoven, pero que es sólo una rama del árbol del tango, que empieza y termina en sí misma. En los últimos años, en cambio, los grupos de tango empezaron a volver a las raíces. Todos los que tenemos menos de 30 estamos mirando al tango desde esa perspectiva, y veo eso muy positivo, porque ahora la cosa puede evolucionar. Creo que el tango va a volver a su cauce y seguirá creciendo, tiene una larga vida por delante. Ahora, el próximo paso es que vuelva al cine, como en las viejas épocas de oro.