Por L. M.

Es por lo menos curiosa, y ciertamente contraproducente, la política de estrenos que están llevando a cabo en estos últimos meses del año las dos salas cinematográficas oficiales, el Complejo Tita Merello y el cine Gaumont, que dependen del Incaa. Por un lado, se podría pensar que impera un democrático criterio de puertas abiertas, donde todas las producciones argentinas encuentran un espacio para su difusión y su lanzamiento comercial. Pero, por otro, es evidente también que si el uso de ambas salas (una de ellas rebautizada como Kilómetro 0 del cine nacional) se torna indiscriminado y se suceden allí, semana a semana, estrenos de películas técnicamente precarias y sin interés artístico, como fue el caso hace siete días con Bonifacio y ahora con Click!, el resultado va a ser la lógica desconfianza del público hacia el cine argentino en general y hacia el que se exhibe en las dos salas en particular. Un público se construye, o se destruye...
En el caso de Click!, se trata de un film realizado en video, que da toda la impresión de ser un ejercicio de comedia hecho entre amigos, sobre los distintos desencuentros de un grupo de gente que alguna vez compartió un veraneo en Villa Gesell y que ahora descubre que la vida es más compleja de lo que parecía en una noche de fogón en los médanos. Decir que las situaciones son antojadizas, los diálogos son pobres y la imagen es de una chatura televisiva ayuda aún menos a entender por qué ocupa una sala que se supone dedicada a promover el mejor cine argentino.