ESPECTáCULOS
“Nosotros no cambiamos nuestra música para encajar en las modas”
Adrian Smith, fundador de Iron Maiden, explica así la supervivencia de los metaleros ingleses, que tocarán en Vélez el domingo 11.
Por Roque Casciero
Dice el refrán que quien se quema con leche, ve una vaca y llora. Por eso, ya que la proyectada visita de Metallica terminó en el fiasco de la cancelación de su show con entradas agotadas en River, cuando otro rockero pesado toma el teléfono para anunciar su viaje a Buenos Aires, por lo menos parece lógico preguntarle si está “física y mentalmente agotado”. Pero, en el caso de Iron Maiden –que toca el 11 de enero en Vélez–, el guitarrista Adrian Smith no deja lugar a dudas: la Doncella es de verdad de Hierro y sus más de veinte años de carrera no han producido el desagradable efecto de que el óxido aplaque sus instintos devastadores sobre el escenario. “Hace un buen rato que estamos de gira, así que estamos un poco cansados”, advierte Smith, y los fans argentinos tiemblan un poco. “Pero vamos a tomarnos un par de semanas libres durante las fiestas y tenemos ganas de volver a la ruta después. La únicas razones por las que cancelamos shows fue porque Bruce (Dickinson) estaba engripado y no podía cantar, o si alguien se lastimaba. Janick (Gers, guitarrista) se cayó del escenario hace un par de meses, en el tour anterior, y se lastimó bastante, así que tuvimos que cancelar algunas fechas”, concede. “Hace muchos años que estamos tocando y no hemos tenido que cancelar tantos shows, la verdad. Espero que sigamos así.”
A mediados de los ‘80, en el mejor momento del heavy metal, Iron Maiden se merecía sin dudas su carácter estelar: clásicos como The trooper, Two minutes to midnight o The number of the Beast eran ejemplos de cómo escribir una canción sólida del género. La banda era un misil inteligente disparado por la batería de Nicko McBrain y el bajo del fundador Steve Harris, propulsado por las guitarras de Smith y David Murray y guiado por la garganta de Dickinson. Pero éste y Smith se fueron, y ya no fue lo mismo. En 1998, el guitarrista era parte de la banda que apoyaba la carrera solista del cantante. Entonces, antes de venir a la Argentina, Dickinson dijo que sería muy raro que tanto él como Smith volvieran a Maiden, porque Steve Harris iba a tener que ceder en varios aspectos del funcionamiento de la banda. Sin embargo, al poco tiempo todos estaban juntos otra vez. Por eso, durante la visita de Maiden a Buenos Aires en 2001, se pudo ver a la formación clásica (con el agregado de Gers, quien había reemplazado a Smith, pero que no se fue cuando volvió su antecesor). “Es gracioso el modo en que se dieron las cosas. Creo que es impresionante el modo en el que el tiempo puede curar viejas heridas. Y nos pareció que era un gran momento para juntarnos”, explica Smith con tono parco. “La banda se fortaleció y es bastante evidente que lo pasamos muy bien. Todavía hacemos buena música y queremos seguir avanzando”.
–Desde su retorno a la banda, Maiden tiene tres guitarristas. ¿Cómo administran el espacio para que haya lugar para los solos de cada uno?
–Es bastante simple. Hay muchas partes instrumentales en las canciones, tanto en las viejas como en las nuevas, suficientes como para mantenernos ocupados a los tres. Tenemos la posibilidad de expresarnos más y la composición ahora es más compartida que antes.
–El primer álbum con la nueva formación, Brave new world, tenía mucha presencia de teclados, pero el reciente Dance of death es más heavy. Más Iron Maiden, podría decirse. ¿Ustedes lo ven de ese modo?
–Cuando hicimos Brave new world estábamos muy felices, aunque sólo llevábamos un par de meses juntos. Creo que Dance of death es el reflejo de haber estado juntos durante tres años: trabajamos más cerca, hicimos muchas giras, pasamos mucho tiempo juntos. Por eso creo que es un álbum con más cohesión.
–¿Cómo será el show en la Argentina?
–Tocamos seis canciones del disco nuevo y las clásicas, obviamente. Y armamos un show para complementar esas canciones, como siempre hemos hecho.
–¿Qué papel tiene Eddie (el muñeco monstruoso que aparece en vivo y en todas las tapas de los discos del grupo) en el nuevo show?
–Eddie es muy evidente en el show, nadie va a perdérselo. Sale un par de veces. Como siempre, es la estrella. ¿Qué se puede hacer? Eddie siempre está ahí...
–¿En algún momento pensaron en jubilarlo?
–Ehhhh... No, todo bien con Eddie. Antes pensaba que tenía una importancia desproporcionada con respecto a la banda, pero creo que su presencia aporta algo en vivo. Ahora hay demasiados grupos que salen a tocar así nomás y que no hacen nada para entretener al público. Y la razón por la que tenemos tantos fans jóvenes es que montamos un buen show y hacemos que la gente pase un buen rato. Tener a Eddie es parte de eso: cuando sale al escenario, se puede ver en las caras que el público lo adora. Es un buen amigo, no creo que tape a la música.
–Desde que se hicieron famosos en los ‘80 hubo varios estilos de música pesada que tuvieron su momento de gloria, desde el grunge al nü metal. Y Maiden siempre siguió teniendo éxito. ¿Se consideran clásicos?
–Nosotros no cambiamos drásticamente nuestra música para tratar de encajar con las modas. Entonces, si uno pone un álbum como The number of the beast, no suena como propio de una época, sino como un disco de Iron Maiden. En cambio, si se pone material de algunas bandas de los ‘80, seguro uno dice: “Mi Dios, esto suena tan ‘80...” Además, salimos mucho de gira para llevarle la música a los fans, en lugar de quedarnos en nuestras mansiones y sólo grabar discos para que sonaran en las radios. Nosotros nos ganamos a los fans porque fuimos a tocar para ellos durante años y años. Quizás eso sea lo que nos dio esta longevidad. Eso y un poco de suerte, por supuesto.
–A esta altura quizá no necesitarían salir tanto de gira. Y es de suponer que no lo hacen por el dinero, porque deben tener suficiente...
–Bueno, no tenemos tanto como la gente se imagina, porque siempre hemos invertido mucho dinero en nuestros shows. Y seguimos saliendo de gira porque nos encanta tocar en vivo. Además, estamos en la posición privilegiada de tener un público ante quien tocar. No es tan fácil renunciar a eso.