ESPECTáCULOS
Amigos y homenajes en memoria de un librero
Héctor Yánover hizo de su profesión, vender libros, una mística. Fue poeta y escribió un libro con sus recuerdos. Fue director de la Biblioteca Nacional entre 1994 y 1996. Allí bautizaron una sala con su nombre.
Por Angel Berlanga
“Y además de todo era un gran tipo: por eso lo estamos homenajeando acá tantos escritores, gente de la cultura, empleados de este lugar; realmente es una satisfacción, porque yo sé que a Héctor este acto le hubiera gustado. Y le hubiera gustado que no fuera fúnebre, por eso he tratado de mantener la línea hasta último momento”, dijo Horacio Salas, director de la Biblioteca Nacional, sobre el final de su discurso recordatorio de Héctor Yánover, ex director del lugar, poeta y librero. Enseguida, Olga Aizemberg, su viuda, y Lola, su nieta, descubrieron el cartel del ingreso a la Sala de Referencias Bibliográficas, que desde el acto realizado el jueves por la tarde lleva el nombre del autor de Memorias de un librero, fallecido en octubre del año pasado.
Un poco antes, Salas, que estaba en México cuando supo de la muerte de su amigo, había dicho que Yánover fue un intelectual de primer nivel que dedicó su vida a la literatura. “Lo conocí cuando tenía 16 o 17 años, y le debo muchas de mis lecturas; no sólo eso: también le debo la vocación por mi profesión de lector, que es lo que más rescato de mi vida literaria”, dijo. “Fue una amistad de casi cincuenta años, participamos juntos en varias revistas y en programas de radio. En los encuentros de los sábados que organizaba en su librería conocí a Raúl González Tuñón y a Geno Díaz, entre otros amigos suyos que luego también fueron míos”, recordó.
Yánover fue director de la Biblioteca Nacional entre julio de 1994 y diciembre de 1996. Unos años antes había sido director general de Bibliotecas Municipales, gracias a un ofrecimiento que Salas le hizo en 1989, mientras estaba al frente de la Secretaría de Cultura porteña. Escribió varios libros de poemas entre 1954 (Hacia principios del hombre) y 1982 (Sigo andando). “Aunque no estuvo mucho tiempo acá, hizo lo que se propuso: dejar inaugurados los pisos quinto y sexto, las salas de lectura –destacó Salas–. Y consiguió algo que hoy es fundamental: la autarquía.”
“El fantaseaba con el cargo de bibliotecario nacional”, recordó Olga, la mujer de Yánover. “Acá tuvo muchas satisfacciones, pero también problemas, porque ésta no es una institución fácil de manejar. Renunció cuando consiguió lo que se había propuesto, porque no era de los que se agarran al sillón. Al trabajar tantas horas acá, por otro lado, desatendía la librería, que era nuestra forma de sustento, y necesitaba volver, porque no vivía de lo que ganaba como director.” En aquel momento se habló de un recorte presupuestario como razón de su renuncia. Su vuelta fue al lugar y a la actividad que amaba. Durante décadas, Yánover fue el dueño de la librería Norte, desde donde condujo el ciclo televisivo Los libros en casa.
Noé Jitrik, Martín Caparrós, Vicente Battista, Carlos Ulanovsky, Isidoro Blaistein, Josefina Delgado, Silvio Maresca y Roberto Baschetti, entre otros, asistieron a este homenaje. La escritora Manuela Fingueret, que precedió a Salas en la evocación, recitó el poema de Yánover “Pensando en César Vallejo” y elogió la pasión del librero por su oficio. En el homenaje hubo lágrimas además de los aplausos, cuando se descubrió el cartel que decía Sala de Referencias Bibliográficas Héctor Yánover. Las de su nieta y, también, las del empleado más antiguo del lugar. Es que los trabajadores de la Biblioteca destacan a Yánover como el más laborioso y comprometido director que tuvo la biblioteca desde que funciona en el nuevo edificio de la calle Agüero.