EL PAíS › LO QUE PIENSA KIRCHNER SOBRE LA REELECCION Y EL FONDO
¿Qué 2007?
Desde antes de asumir la Presidencia, Kirchner viene diciendo a los suyos que cuando termine su primer mandato –éste– no se presentará a la reelección. El desgaste político y el gesto republicano. La dura tarea de negociar con el Fondo y sus deseos de romper lanzas con el organismo.
Por Sergio Moreno
“El que gane, el que gobierne los próximos años, va a tener un desgaste político tremendo. Si gano, no sé si voy a reelegir.” Dos integrantes del por entonces equipo de campaña –hoy ambos en el Gobierno– escucharon esta frase salir de la boca de Néstor Kirchner antes de abril de 2003, antes de que fuese electo presidente. Desde el 25 de mayo del año pasado, al menos cinco miembros del gabinete nacional volvieron a escucharla: Kirchner dice a quien quiera oírlo, mejor dicho, a quien le pregunte o sugiera la fecha, que en 2007 se va a su casa. Parece política ficción, parece temprano hablar del asunto, pero el Presidente lo dice y lo dice, atormentando a sus hombres más cercanos, a aquellos que gustan armar estrategias a largo plazo.
No hay en el gobierno nacional o adyacencias quien, dejando de lado las urgencias y lanzados a mover la arena de sus mesas, no imaginen a un Kirchner reelegido en 2007. Las suposiciones se basan en el éxito que ha obtenido su gestión hasta la fecha, que se traduce en dos aspectos: la buena reacción de la economía y el 90 por ciento de popularidad que atesora.
Ambas calidades podrían entrar en zona de riesgo a partir de las próximas semanas con la resolución que tenga, coyunturalmente, la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Básicamente, mantenerse dentro del andarivel del organismo de crédito o salirse de él, rompiendo relaciones.
Kirchner evalúa, en estas horas, si pagar o no los vencimientos de 3100 millones de dólares que tiene con el FMI. Ya ha dicho que antes de efectuar tamaño desembolso quiere señales claras del Fondo sobre que este tramo, las metas pautadas, serán aprobados; de no haber señales en ese sentido (y todo indica que no las habrá), no pagará el martes, fecha límite, y la Argentina entraría en default también con los organismos financieros internacionales. Otro escenario mundial se impondría para la Argentina.
Kirchner, dice, va a mantenerse en sus trece: no pagará si no hay señal. ¿Por qué? No es testadurez. El Presidente y varios de sus colaboradores están persuadidos de que una marcha atrás en esta decisión limaría el más preciado tesoro del Gobierno, ese que da sustento a la popularidad presidencial y sostén político: la confianza que la gente ha depositado en el patagónico, imbuyéndolo de credibilidad. Sin ello, se licuaría el poder del mandatario –sostienen en la Rosada– y sin poder del Presidente no hay nada. Ninguna pelea podrá siquiera darse.
El mismo razonamiento se aplica en caso de que Kirchner decida romper lanzas con el Fondo: necesitará mucho apoyo político, popular y/o partidario, para mantener un Plan B, consistente en “vivir con lo nuestro”, crecer económicamente y volver a sentarse a la mesa del Fondo más adelante, para negociar en otras condiciones.
El pasado 25 de febrero, el día de su cumpleaños, el Presidente recibió a mucha gente que lo fue a felicitar. A varios de ellos les confió su posición de dureza ante el vencimiento de pasado mañana. A algunos les confió sus dudas acerca de permanecer en el Fondo. “En algún momento habrá que romper”, escuchó en esa oportunidad una de sus interlocutores.
Uno de ellos confió a Página/12: “El (Kirchner) cree que el Fondo sólo trae desgracias, que sus políticas asfixian a los países y que quienes imponen sus recetas hacen estallar su economía. El caso es Brasil, que aplicando su plan decreció un 0,2 por ciento el año pasado. La contracara, Argentina, que estando en default y siguiendo un camino más autónomo, si bien pagó una fortuna a los organismos, creció un 8,4 por ciento. En su cabeza madura la idea de salirse, de quedarse afuera del Fondo, de no hacer otro acuerdo con el FMI, seguir creciendo y, más adelante, negociar en otras condiciones. En medio, habrá que ver hasta dónde dan las conversaciones con Brasil sobre la deuda, pero ese es otro cantar”.
“En esta estoy seguro de que no me va a bancar la dirigencia política, ni siquiera dentro del Gobierno”, reflexiona el Presidente. Hacia dentro no sería problema; “los encuadraría a todos”, dice uno de los suyos. Hacia afuera de la administración dura sería la faena de convencimiento.
El Gobierno ya anunció que tiene un Plan B en caso de no llegar a acordar con el organismo de crédito. Pero esa noticia podría causar terror en los mercados, con su consecuente saldo social. “Kir-
chner dice que, en caso de no acordar, lo único que tiene que garantizar es que no se produzca una corrida. Para eso necesita reservas, ergo, necesita no pagar el martes”, dijo a este diario un confidente del patagónico. “Con las reservas actuales –continuó la fuente– no habrá corrida”, se confió.
Tal como adelantó ayer Página/12, hay en el Gobierno quien duda pagar pasado mañana los vencimientos, a guisa de lo que vendrá en septiembre. En ese mes, Argentina y el FMI deberán sentarse a negociar nuevamente otro acuerdo. Tirios y troyanos prevén que el Fondo impondrá condiciones leoninas, por ejemplo subir el porcentaje de superávit fiscal de 3 por ciento a más de cuatro y efectuar un generoso pago a los acreedores privados en default. El razonamiento de algunos funcionarios de la Rosada y de Economía es simple: “¿Para qué vamos a pagar el martes si dentro de unos meses no vamos a poder acordar y estaremos, entonces, en peor situación porque tendremos menos reservas?”, se preguntan retóricamente. Ayer a la noche, la pregunta seguía rondando por las cabezas de varias primeras espadas del gabinete.
La mirada
Esta dura pelea, el desgaste que generará posiblemente la situación que se produzca a partir de pasado mañana es, quizás, a lo que se refería Kirchner en la campaña. Quizás esa mirada de largo plazo le hizo prever que la pendiente a subir es más empinada de lo que muchos creen y, por eso, se adelanta tanto a decir que no va a pelear su reelección.
“Esa no es su historia”, comenta un alto funcionario a este diario, en referencia a que cuando gobernaba Santa Cruz fue reelecto dos veces, para lo cual hasta reformó la Constitución provincial.
“Este no es el mismo Kirchner que el que gobernó Santa Cruz. Este Kirchner viene a inscribirse en el bronce”, contradice, sin saberlo, un ministro. Otro integrante del staff de la Casa Rosada especula: “En realidad, a él le conviene gobernar cuatro años, irse, y volver dentro de otros cuatro, para lo cual debería producirse la alquimia de que quien lo suceda decida retirarse también a los cuatro años. La historia argentina no es así; sólo no volvieron o no se quedaron los que no pudieron hacerlo”.
“Pero Kirchner vino a hacer historia –dice otro funcionario a Página/12–, bien podría irse en 2007 y retirar a todos los suyos. Sería la primera vez que ocurre, teniendo la Constitución de su lado, sería un ejemplo republicano. Creo que Lupín –como algunos suelen llamar al Presidente– tiene el temple suficiente para hacerlo.”
“Mire, llevamos apenas dos meses de lo que sería el verdadero mandato si De la Rúa o Duhalde no se hubiesen ido antes. A apenas dos meses, vuelve a decir que se quiere ir en 2007”, comenta un estratego del Gobierno.
–Sí, pero lo viene diciendo desde la campaña –retruca Página/12.
–Correcto, pero ahora las cosas se ven más claras: el árbol, el monte y el fondo.