ESPECTáCULOS › FERIA DEL LIBRO 2002
“Si quieren cuentos fantásticos, escuchen lo que dice el Gobierno”
María Elena Walsh presentó en la Feria del Libro su nueva novela y, fiel a su estilo, señaló que “contra la cultura no hay corralito que valga”.
Por Karina Micheletto
En Hotel Pioho’s Palace, el nuevo libro de María Elena Walsh, hay un nene boliviano de cinco años, hijo de una vendedora callejera que se esconde ante la mención de la palabra “policía”, un simpático paraguayo que vende chipá y se enamora de una suiza, manifestaciones en las calles y una suerte de banco subterráneo poblado de personajes nefastos. También hay una plaza de barrio, un centro vecinal, una biblioteca, un Teatro Colón, bailarines de tango y ballet y una pensión (el Hotel Pioho’s Palace) que alberga a estudiantes, artistas y bohemios varios, entre ellos, los ex presos y artesanos Baglietto y Vitale. Y, como estrella invitada, la tortuga Manuelita, convertida en un personaje famoso y portando un súper reloj de avanzada que la hace más sabia aún. Una María Elena Walsh auténtica.
Este universo narrativo le permite a la escritora contar una historia que se construye en la lucha contra la discriminación y que presenta a la lectura, la pintura, la música clásica, el ballet, el tango, el baile popular y otras manifestaciones artísticas como parte de la vida cotidiana de los personajes.
La presentación de este libro (por cábala, el número 12 bis de los que lleva editados Alfaguara) reunió el sábado a la noche en la Feria del Libro a grandes y chicos ansiosos por conocer a la escritora cuyos libros, discos, obras de teatro y espectáculos musicales acompañaron infancias de padres e hijos. El periodista Jorge Lafauce, amigo de la escritora, abrió la mesa diciendo que la novela, “realizada contra viento y marea en un momento apocalíptico de nuestra historia, nos trae desafíos y esperanzas, y demuestra que el saber, la cultura y la imaginación no podrán quedar encerrados en ningún corralito que nos quieran imponer”.
En una breve ronda de respuestas a preguntas que el público le hacía llegar en papelitos, la escritora contó cómo fue el proceso de creación de la novela, que tiene mucho de su historia personal. “Me identifico con Dalila, el personaje principal, porque, como ella, yo quería ser arqueóloga submarina cuando era chica, claro que a mi padre no le gustaba nada la idea”, contó. “Conozco la vida de pensión porque viví en un lugar así, que reunía un ambiente bohemio como el que describo en el libro, y a la hora de las comidas se producía una vida comunitaria que hoy extraño, porque en Buenos Aires se hace cada vez más difícil tratarse con los vecinos”, agregó. Respecto de la inclusión de distintas manifestaciones artísticas en el relato, la autora explicó que “lo quise integrar deliberadamente, por eso menciono a Fader y a Mozart, entre otros, porque creo que si no se los damos a conocer a los chicos les estamos robando su tesoro. La cultura es patrimonio de la humanidad y para eso no hay corralito que valga”.
Tratándose de una novela escrita el año pasado, antes de los sucesos de diciembre, la mención a los bancos fue una metáfora anticipatoria: “Estaba haciendo pasear a Dalila por las páginas del libro, y en un momento se me empezó a caer, sin que supiera por qué. Así apareció en ese espacio parecido a un banco, donde hay viejos piratas intercambiando lingotes de oro. Fue un símbolo involuntario de nuestra realidad”, explicó la escritora.
“¿Cómo cree que se puede contribuir a que no exista tanta discriminación en el país? Soy peruana y me siento muy discriminada”, era una de las preguntas que llegaron hasta la escritora. “El tema de la discriminación me salió porque es uno de los que más bronca me da, lo tengo siempre presente. Hace un tiempo se escuchaban comentarios contra los orientales, y ahora comprendo que esta amiga peruana se sienta discriminada. Es algo muy indignante que hay que cambiar desde los primeros años de vida, decirles a los chicos que somos todos iguales, más allá del color de nuestra piel o los rasgos de nuestras facciones. No creo que sea una característica argentina, creo que es una manía universal, como la derobar, que tenemos que combatir para poder merecer el título de personas civilizadas”, contestó Walsh.
“¿Cuál es la clave para inculcar la lectura a los chicos? ¿Cómo puede ayudar la literatura en momentos de crisis como éste?”, seguía preguntando el público. “Creo que tenemos que empezar a mostrarles a los chicos otros modelos de escritores y de lectores, diferentes a los que muestra la televisión, donde generalmente el intelectual es el idiota de la novela. En los momentos de crisis, que son casi todos, la literatura de imaginación puede servir como evasión, pero también para ayudar a grandes y a chicos a entender la realidad. Ahora, si quieren cuentos realmente fantásticos, escuchen en los noticieros lo que cuenta el Gobierno. Son cuentos insuperables, un poco de terror, pero en fin...” disparó, entre risas y aplausos.