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Las variables que ofrece este fútbol argentino hacen que un equipo pase de ser inalcanzable a tener que padecer la angustia como compañera hasta el final. River podía haber aumentado la diferencia con sus perseguidores, pero sólo pudo reducir esa diferencia. Luego del gran triunfo en La Plata, el último miércoles ante Gimnasia –que ahora se ubica a cuatro puntos–, parecía que River se encaminaba sin dificultades hacia el tan ansiado título. Sin embargo, otra vez el síndrome de los empates volvió a presentarse ayer en el estadio Monumental. Al igual que contra Chicago y Banfield, ambos equipos ascendidos esta temporada de la B Nacional, ahora fue Chacarita el que se llevó un punto de la cancha del líder.
Pero el reparto de unidades tiene su fundamento en la falta de claridad para superar a un equipo con intenciones limitadas. Así como ante Gimnasia el conjunto de Núñez mostró variantes y decisión para alcanzar la victoria, ayer por la tarde el equipo careció de esos dos factores para aumentar la ventaja. En primer lugar, River sintió la falta de jugadores que aportan una cuota importante en su funcionamiento. El que más se extrañó fue Ariel Ortega. La falta de los desbordes y enganches del jujeño no pudieron ser compensados por Cavenaghi ni Esnaider. Los delanteros que presentó (luego ingresó López) no tienen las características de Ortega, y por lo tanto River no pudo desplegar su ataque por los costados.
En otro sector, el ausente fue Cristian Ledesma, y a River le faltó un volante central natural, debido a que ni Husain ni Cambiasso se ubicaron en esa posición, y se repartieron la función por ambos lados. Con esas dos variantes, River no pudo encerrar a Chacarita en su campo, y los visitantes tenían espacios para controlar el partido con el dominio de la pelota. Con ese esquema, Moreno y Bustos Montoya eran los principales encargados de conducir hacia adelante a su equipo, y así llegar al área de Comizzo con cierto peligro.
Si bien D’Alessandro fue el que complicó primero a la defensa de Chacarita con dos remates de zurda, Bustos Montoya llegó con un derechazo cruzado que pasó cerca del palo. Pero el que iba a sacar ventaja iba a ser Chacarita: Rosada convirtió el primer gol con un disparo de zurda en segunda instancia, luego de que la pelota rebotara en Garcé. River intentó reaccionar y comenzó a soltar un poco más a sus volantes. Husain llegó por la derecha, pero su zurdazo salió sin fuerza, y luego Coudet perdió en un mano a mano con Navarro Montoya. Antes, Comizzo sacó un cabezazo de Moreno que tenía destino de gol.
Recién a los 28 minutos, River iba a tener su primera chance a través de un penal (falta de Bustos Montoya a Demichelis). Pero el remate imperfecto de D’Alessandro se fue cerca del palo derecho del ex arquero de Boca. Para colmo, otra vez Comizzo tuvo que aparecer para taparle un zurdazo a Bustos Montoya, que llegó solo por la izquierda.
River tuvo que esperar hasta los siete minutos de la segunda parte para llegar a la igualdad, cuando Husain convirtió con un preciso derechazo desde afuera del área que se metió en un ángulo. Cuando parecía que las complicaciones llegarían nuevamente con la expulsión de López, River se puso en ventaja con un tanto de Coudet, luego de una mala salida de Navarro Montoya en un tiro libre de D’Alessandro. A partir de ese momento, Chacarita salió un poco más de su campo, pero sólo intentaba por arriba, sin comprometer a un seguro Comizzo. Mientras el público festejaba un nuevo éxito, Rosada apareció a cuatro minutos del final, para marcar la igualdad definitiva con un tiro desde afuera del área.
Sólo Cambiasso tuvo una oportunidad más, pero erró en la definición. Otra igualdad con sabor a poco.