ESPECTáCULOS
“Hoy los intelectuales están muy desorientados”
Una charla de James Petras, uno de los grandes objetores de la teoría de la globalización, llenó de un público ávido la sala Alfonsina Storni. Petras opinó, claro, sobre “el caso argentino”.
Por Karina Micheletto
Un sector importante de las ciencias sociales parece hegemonizado por las teorías de la globalización, que saludan entusiasmadas el advenimiento de un mundo sin fronteras y sin estados-nación que las regulen. Hay sin embargo voces que demitifican los preceptos sobre los que se construyen estas teorías, y una de las más lúcidas es la del sociólogo estadounidense James Petras. Profesor de la Universidad de Binghamton en Nueva York, Petras es uno de los referentes de la izquierda de su país, junto a intelectuales como Noam Chomsky y George Jensen. Lleva más de una década trabajando con el movimiento de los Sin Tierra en Brasil, investiga desde hace dos años el movimiento de desocupados de la Argentina y es autor de numerosos libros sobre América latina. Vino a la Argentina a presentar los libros 11 de septiembre y Globalización, imperialismo y clase social, ambos publicados por editorial Lumen, y a asistir a asambleas y encuentros como el de los empleados de Brukman y Zanón, fábricas que después de presentar quiebra o ser abandonadas por sus dueños fueron puestas nuevamente en funcionamiento por los trabajadores.
El domingo Petras estuvo en la Feria junto al filósofo León Rozitchner, en medio de quejas y apretones provocados por la gran cantidad de personas que se agolparon en la pequeña sala Alfonsina Storni, muchas de las cuales debieron conformarse con escuchar de afuera. Demostrando un gran conocimiento de la política y la economía locales, el sociólogo repasó la situación y dijo ser “optimista frente al desarrollo de algunos movimientos sociales en la Argentina, pesimista en relación a una economía en quiebra, con bancos que no funcionan y gobernantes que caminan sobre sus rodillas esperando una patada en los dientes”, y advirtió que “la Argentina se está acercando a lo que fue la república de Weimar”.
En la apertura de la mesa, Rozitchner repasó algunos de los conceptos claves del pensamiento de Petras: “Se nos quiere hacer creer que la globalización comienza en estos últimos años como algo nuevo, cuando la primera globalización comenzó en los siglos XV y XVIII. James deja claro que la única novedad consiste en la inclusión de un término que nos distancia de la historia que da cuenta del sentido de lo que estamos viviendo”. El filósofo rescató la forma en que Petras reivindica el concepto de estado-nación con una autocrítica: “Desde la izquierda le dejamos a la derecha la utilización de la palabra Nación, como si no nos concerniera”. Finalmente, señaló las salidas propuestas por Petras en su libro: “James presenta anticipadamente lo que hoy estamos viviendo a nuestro alrededor: acciones extraparlamentarias. Acciones que cierta parte de la izquierda está disolviendo con la imposición de categorías antiguas a movimientos nuevos que no pueden comprender”, expresó.
“En estos días leí que todos los diarios de aquí, incluso los más progresistas, repiten muchos de los eufemismos ideológicos que los EE. UU. manipulan para distraer, confundir y someter a los pueblos”, comenzó diciendo Petras, y citó algunas de las estrategias ideológicas que halló: culpar a la víctima (presentar a Chávez como el responsable del golpe en Venezuela, a los ahorristas que fueron a sacar su dinero del banco como los que llevaron a la quiebra de la Argentina, decir que Arafat, desde su bunker, tiene la culpa porque no puede controlar a los terroristas, ejemplificó). “Otra estrategia es la de la misión humanitaria, que significa: ‘vamos a ayudar a los países a partir de destruirlos’, como en Serbia y Kosovo”, siguió diciendo. “La otra justificación que circula en los círculos intelectuales es el de los estados fracasados: como los países del tercer mundo se autodestruyen, se necesita volver a imponer un imperialismo descarado, como la única forma de salvar a los incompetentes del tercer mundo. Entonces el FMI puede enviar aquí a cuadrillas detecnócratas, sin plantearse una crítica respecto de la responsabilidad que les cabe en la destrucción del país. Los miran a ustedes con microscopio, y a ellos mismos con telescopio”, continuó.
“La otra mentira es la de la doctrina del libre comercio: ahora debemos bajar las barreras, porque todos somos interdependientes, como dice el boludo de Tony Negri”, disparó, argentinismo incluido, el sociólogo. “Mientras tanto, el libre comercio no existe para Europa ni para EE.UU., que subvenciona al agro con 30.000 millones de dólares, o que en la forma más descarada impone barreras del 30% sobre las importaciones de acero. América latina debería tomar el ejemplo, no de lo que dicen sino de lo que hacen estos países”, expresó. “¿Por qué creen que el libro de Negri recibe aplausos de Time y Newsweek? Porque dice que el imperialismo y la lucha de clases no existen, y vende categorías que no están definidas en términos de producción y relaciones sociales, inventadas de la nada. Estas mistificaciones surgen por la desorientación de la intelectualidad frente a la crisis actual”, completó. Finalmente, se refirió a las empresas argentinas que funcionan bajo control obrero, como Brukman y Zanón: “No es la solución, pero es un enorme paso porque demuestra que las empresas pueden funcionar sin capitalista. Tienen pocas posibilidades de sobrevivir y extenderse mientras operen en un mar de adversarios. Pero están luchando y debemos solidarizarnos, y pueden ser ejemplos para otras formas de organización de la economía, otros modelos de proyecto nacional.”