Jue 21.04.2005

ESPECTáCULOS  › BILL PLYMPTON, UN MAESTRO DE LA ANIMACION ARTESANAL

“Evita sería un gran dibujo”

El animador estadounidense, toda una leyenda del género, vino a presentar una retrospectiva que incluye Guard Dog, el corto que fue nominado en la última edición del Oscar. Otro homenajeado del festival es el realizador japonés Ryuichi Hiroki, que trajo Vibrator y I Am an S+M Writer.

› Por Martín Pérez

Para muchos fanáticos de la animación, la última entrega de los Oscar incluyó una sorpresa. Porque cuando llegó el momento del premio al mejor corto animado, ahí estaban los nominados, enfocados por las cámaras como nunca antes había sucedido con los premios considerados menores. Claro que apenas si los mostraban sentados entre el público y en un breve segmento conducido... ¡desde el pasillo del teatro! Como para que no dejen de tener bien claro que se trata de premios menores. “En cualquier momento entrego un premio desde el estacionamiento”, anunció burlonamente Chris Rock, el ácido conductor de la ceremonia. “A mí no me molestó para nada que apareciésemos ahí. Y le voy a explicar por qué: esta es la segunda vez que recibo una nominación para el Oscar. La primera fue hace más de una década, y nunca aparecí en pantalla ni un solo segundo. Esta vez, en cambio, me vio todo el mundo”, explica Bill Plympton, uno de aquellos nominados, invitado por el festival porteño para acompañar una retrospectiva de su obra.
Por supuesto que aquel corto nominado al Oscar, Guard Dog, está incluido en la retrospectiva. Se presenta junto al largometraje animado The Tune, que supo ser exhibido en su momento –y repetidas veces– en el programa Caloi en su tinta. “Cuando me dicen que soy conocido por acá no me lo termino de creer”, asegura Plympton, que efectivamente debe ser uno de los animadores independientes más conocidos por los fanáticos locales. No sólo por la repetida aparición de sus trabajos en el programa dedicado a la animación del autor de Clemente, sino también por los pequeños cortos mudos que exhibió profusamente la señal de cable MTV. “Lo que recuerdo de esos cortos es que los hice hace mucho tiempo, pero cuando la MTV estadounidense dejó de pasarlos fueron comprados por otras versiones de la cadena, como la europea o la latina. Tal vez porque eran mudos. La cuestión es que dondequiera que voy hay gente que me los recuerda. Y no sólo eso: durante mucho tiempo me siguieron llegando los cheques pagando mis derechos de autor.”
Nacido en Portland hace casi sesenta años, Plympton es una pequeña celebridad, casi una anomalía dentro del mundo de la animación. Una celebridad por largometrajes como The Tune, producido de manera independiente y ganador de incontables premios en todo el mundo. Y una anomalía porque ese trabajo independiente, que se podría describir incluso como artesanal, lo hace dibujando él sólo todos y cada uno de los cuadros de los que consta un largometraje de animación. “Trabajo así, en principio, porque no puedo conseguir ningún estudio o distribuidora que financie mis películas, porque piensan que son muy raras o muy sexies o muy violentas. Pero también porque mi disfrute es justamente despertarme y sentarme en el tablero a dibujar”, cuenta. Y agrega: “Para mi último largometraje, Hair High, como tenía algo de dinero contraté a un par de animadores jóvenes. Pero como estoy acostumbrado a hacer todo yo, me la pasaba corrigiendo todo lo que hacían. Al final terminé pagando por algo que hubiese podido hacer solo”.
Es este trabajo solitario, justamente, lo que le da a sus películas una crudeza muy particular, como si uno de los tantos animadores que hay en las películas tradicionales hubiese tomado la película por asalto y la hubiese hecho a su manera. “Es cierto que mi forma de trabajo no es usual en la animación tradicional, al menos cuando se trata de un largometraje. Por lo general, se trabaja en equipo, y yo lo hago solo. Lo prefiero así, pero si vinieran a buscarme para que dirigiese mis proyectos en, no sé, Dreamworks o Pixar, no me quejaría. No puedo negar que, trabajando así, se extraña la interacción con otros colegas. Así como un buen sueldo a fin de mes. Pero ellos, por su parte, suelen confesarme que envidian mi libertad, por ejemplo. No tener que seguir las órdenes de algún ejecutivo que quiere que se hagan las cosas a su manera.” Tan independiente –y artesanal– es Plympton, que al final de la primera función de sus películas en la que estuvo presente dentro del marco del festival, se apareció con un bolsito que contenía DVD’s con sus películas e incluso álbumes con sus dibujos, para ofrecer en venta a los espectadores. No le fue nada mal, por cierto. “Acá les encantan las películas y los libros, pero allá en los Estados Unidos lo único que quieren es Guard Dog”, explica ante Página/12, exhibiendo la caja con el DVD que contiene el cortometraje. “No les importa que sólo tiene cinco minutos de película, lo prefieren a los largometrajes. Me encargan entre tres y cinco unidades por día a través de mi website. Y eso que el precio es el mismo que el de un largometraje”, se sorprende Plympton, que empezó su carrera dibujando caricaturas que se publicaban, a través de un sindicato, en periódicos y revistas de todo Estados Unidos. Y que aún hoy sigue publicando sus dibujos en revistas como Penthouse, por ejemplo. Dibujos que luego compila en álbumes autoeditados. Y no sólo eso: acaba de editar el comic de su último largometraje. “Se me ocurrió hacerlo porque cuando publiqué los storyboards del anterior se vendió muy bien. Así que esta vez decidí hacerlo bien, lo dibujé mucho más detalladamente, como una historieta. Algo que, además, me sirvió para publicitar la película y juntar fondos para terminarla.”
Artesano como pocos, Plympton sin embargo se confiesa fascinado por el momento actual de la animación, que parece enfrentar una segunda época de oro. “Lo más fascinante de todo es que no se trata sólo de dibujos, sino que la esencia del medio, sus imágenes y sus particularidades, parecen haberse filtrado en toda la cultura”, explica Plympton. “Allí está como ejemplo una película como El capitán Sky y el mundo del mañana, que es básicamente un dibujo animado. O un comic, si se quiere. Porque para mí van juntos. En este contexto no sorprende los éxitos de películas como El hombre araña o Sin City. Incluso una película como Kung Fu Hustle, el gran éxito de cine de Honk Kong, es casi un dibujo animado de Tex Avery.” Pero el gran cambio, según Plympton, está en el público. “No sé por qué, de pronto, el público parece querer ver cine de animación. La culpa tal vez la tengan Roger Rabbitt, MTV, Los Simpsons y la animación japonesa”, enumera el autor de The Tune, que entre Los Increíbles y Shrek 2 elige sin dudas la película de Brad Bird. “Me parece que Shrek 2 no es la clase de películas que va a envejecer siendo un clásico, algo que sucederá con la obra de Pixar”, explica este fanático de Miyazaki y Nick Park, entre otros, y amigo de animadores locales como Juan Antín (Mercano, el marciano), Oscar Grillo (que justamente está de paso por Buenos Aires) y, por supuesto, Caloi. “Este es mi primer viaje, y tengo que confesar que siempre me imaginé la Argentina de manera muy distinta”, aclara. “Sé que suena algo tonto, pero me esperaba encontrar con esas pampas que dibujó la gente de Disney en el largometraje Saludos amigos. Y, por otro lado, no podía sacar de mi cabeza la imagen de Juan Perón y Evita. Me imaginaba que habría bustos de ellos por todos lados. Ahora que lo pienso, ¡qué gran personaje animado sería Evita! No entiendo cómo nadie lo hizo hasta ahora...”

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