Jue 21.04.2005

ESPECTáCULOS  › “A DIRTY SHAME”, DE JOHN WATERS

Vampiros del sexo

Por J. G.

El mundo de John Waters, director estadounidense de culto, autor de doce opus sexuales (Pink flamingos, Mondo trasho, entre otros) que hicieron nacer el trash contemporáneo, se divide entre neutros y sexófilos. En la película A dirty shame (2004), Sylvia Stickles dejará de ser neutra después de un brutal golpe en la cabeza que acabará con su aburrida vida de ama de casa. Será el inicio de una trama que es a la vez un paso de comedia y una crítica brutal al puritanismo de la franja ultracatólica del sur de los Estados Unidos. La fantasía de Waters imagina seres tomados por un deseo unívoco que remite al momento originario del golpe (la conversión a sexófilos). A Sylvia le dio por reclamar sexo oral a toda hora y con eso escandaliza a su madre retrógrada, líder de los neutros. Waters hace una de vampiros en la que no hay sangre ni mordidas, sino un desplazamiento a otros símbolos: golpes y orgasmos. Cuando lo acusan de glorificar el sexo casual y usar imaginería sacrílega, responde que es la mejor crítica posible para su película.
El mundito de John Waters comparte objetivos con Johnny Knoxville (no casualmente otro de los protagonistas de A dirty shame) en su programa Jackass, de MTV. Ambos salen a escandalizar a los pueblos de provincia con sus historias de erotómanos seriales, proclaman la defensa del sexo en público, dividen el universo entre pacatos y avivados, se expresan mediante imágenes de trazo grueso y un catálogo de freaks que no aporta a la feria de variedades sino a una verdadera revolución del deseo. Aquí la deformada en quirófano (una supertetona), la cincuentona desgarbada y hasta el cadáver (en escena necrofílica para el final) son puestos en el lugar de objeto, con un séquito de exorcistas que no podrá sino ir cayendo en la cruzada vampírico-sexual. Como Palindromes (de Todd Solondz, que también se exhibe en el Bafici), A dirty shame propone una aventura lisérgica de una mujer típica que incluirá las mismas tres instancias irreversibles: la iluminación (el orgasmo), la cura (de neutra a sexófila) y el pasaje de uno al universo (el contagio).

A dirty shame se exhibe hoy a las 23.30 en el Cine América.

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