Hace algunos años, Robert Altman dijo de él: “La forma en que Tim cuenta una historia me pone celoso. Si es que existe un nuevo Orson Welles, no hay dudas de que se trata de Tim Robbins”. Directo y sin rodeos, la afirmación del director describe sin exagerar lo que Robbins representa dentro (o en los márgenes) de la escena artística de Hollywood: es el abanderado de lo políticamente incorrecto. La vida de este actor, guionista y cineasta será recorrida mañana a las 21 a través del programa “Desde el Actor’s Studio”, que emite la señal Film&Arts.
La infancia de Robbins tuvo lugar en Greenwich Village, en el estado de California. Hijo de un famoso cantante de folk de los ‘60 y de una ejecutiva de publicidad, desde muy chico sintió curiosidad por lo no convencional. “Me encanta la excentricidad y la gente rara. En ese marco me crié. Tal vez por eso hacía teatro en la calle”, dice en el documental. De esa manera comenzó a codearse con grupos de teatro independiente, y al término del colegio secundario se fue a estudiar teatro a la UCLA. Lejos de institucionalizarse, Robbins creó junto a otros estudiantes el The Actor’s Gang, un grupo alternativo comprometido con la política estadounidense.
Del teatro under saltó a la televisión, haciendo papeles secundarios en programas olvidables, lo que le sirvió como trampolín para entrar al mundo del cine. Las puertas de la pantalla grande se le abrieron en 1986 con la película Howard, el superhéroe. Pero sin dudas fue La bella y el campeón (1988), el film de Ron Sheldon que protagonizó junto a Susan Sarandon y Harrison Ford, el que le otorgó el reconocimiento de la crítica y el público masivo. “Actuar con Sarandon fue genial. Era mi primer gran papel con un buen guión y mis primeras escenas fueron con ella. Fue muy generosa conmigo”, relata Robbins acerca de su actual esposa y madre de sus dos hijos.
La consagración llegó con su interpretación de Griffin Mill en Las reglas del juego (1992), por la que fue galardonado con un Globo de Oro. Robbins explica en el documental cómo se hizo de ese papel. “Yo iba a aceptar otro trabajo. Pero esa noche vi The Doors, de Oliver Stone y cambié mi idea. Porque The Doors me recordaban el espíritu de independencia y anarquía. Llamé a mi agente, deseché el trabajo que iba a aceptar y le pregunté por la película de Altman, que sabía que me había pedido como actor”, cuenta.
Ese mismo año, Robbins dio sus primeros pasos como director y guionista, con el estreno de Ciudadano Bob Roberts, un film que desnuda el funcionamiento de las campañas electorales, focalizando particularmente en la derecha del arco político. “Me encanta la idea de que el espectador nunca logra conocer el verdadero rostro de Bob Roberts, excepto por breves vistazos que se deben decodificar por medio de ciertas claves que doy: un golpeteo del pie, algo de ira en los ojos o un poco de psicopatía”, explica. Una de sus actuaciones más recordadas fue Sueño de libertad, ambientada en el mundo carcelario. “Para ese papel me tuve que encerrar un tiempo. Aunque yo sabía que saldría, la experiencia me sirvió para acercarme a lo que se siente estando preso: de lo que significa el silencio, la ventana, la luz, el ruido y ese eco constante”, dice.
Sobre el final del programa, Robbins se refiere a la dirección de Mientras estés conmigo, el film que trata el controvertido tema de la pena de muerte. “Lo más importante fue mostrar que los familiares de las víctimas no están locos, que no piden venganza. Son muy humanos, pero que están sufriendo una gran pérdida y tienen el derecho a sentirse como se sienten, de la misma forma en la que pueden estar las madres de los asesinos ejecutados. En el film intentamos mostrar los dos puntos de vista. No hice propaganda política sobre la pena de muerte, sino una historia de seres humanos en la que todos sufren”.