ESPECTáCULOS
César Carducci, un actor de la Argentina profunda
Era el delegado del Instituto Nacional del Teatro en Córdoba. Allí, era ya un mito, como director, como productor, como actor y por su trabajo docente. Lo despiden sus amigos Aída Bortnik y Lito Cruz.
El actor César Carducci falleció el sábado, a los 65 años, en Córdoba. Formó parte de las grupaciones “Arlequín” y “Actores Asociados de Córdoba”, y del elenco de la Comedia Cordobesa. Como actor y director concretó docenas de espectáculos de autores nacionales y extranjeros. En los 70 había creado “Teatro de grupo” que llevó sus propuestas dramáticas a pueblos y villas.
Acerca de César Carducci
Por Aída Bortnik
Nos conocimos hace 20 años. Somos amigos desde ese mismo día. Nunca diré fuimos. Yo sé cómo titularía este capítulo, si me dejaran: “César Carducci no ha muerto”. Está Marta, están Nahuel y Siripo. Y están los teatros y los movimientos y los centros culturales que creó. Están los trofeos de Campeón de Buceo en aguas profundas (un cordobés), está el Instituto de Teatro que fundó con otros federalistas invencibles, está su banca de diputado (peronista, pero nunca oficialista), están los diplomas que nunca exhibe, sobre todo el de presidente de la Comisión de Etica del Colegio de Abogados de Córdoba. Está el amor que da y el que recibe, los amigos, los alumnos, los compañeros. La voz ronca, porque ejerce el derecho a la libre expresión de las ideas, de las creaciones, de todas las fuerzas de la vida. La cabeza leonina, las manos de quien construye su propia casa, los decorados del grupo teatral, redacta encendidas defensas de los que merecen recibir justicia, osadas leyes para las aventuras culturales, sin olvidar la caricia inesperada y tiernísima, el abrazo fuerte que abriga para siempre. Ojos de marinero, oídos de cazador, no hay sueño que no vea, ni ilusión sin eco en su generoso corazón. Solemos brindar, Marta y él, Man y yo por la caída de una tiranía, por la cárcel para un tirano, por los cumpleaños de los hijos, por los amores, por los libros, por alguien que no nos conoce y nos ha dado alegría, por la amistad, porque no hay motivo para no brindar si estamos juntos, Y nos reímos tanto. De nosotros cuatro, uno por uno, de nosotros argentinos, casi todos los millones, de las diferencias entre el mundo que queríamos y el que logramos. Sí, nos reímos, porque llorar no es algo que se haga en grupo. Si uno puede evitarlo.
Trabajar para otros es su manera de respirar. Creer en los otros es su manera de creer. No es famoso, excepto en Córdoba. Pero hasta eso le parece una exageración. No es solamente modesto, quiere el mundo entero, pero no para él solo. Lo quiere para todos menos para quienes lo dominan. Detesta a los poderosos, desconfía de los ricos. Hombres como él hacen que la vida valga la pena ser vivida. Y si alguien la olvida, nunca lo perdonaremos.
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