ESPECTáCULOS
“Lo de ‘folklore joven’ es una etiqueta totalmente mentirosa”
El folklorista Raly Barrionuevo, que actuará hoy y mañana en el Ateneo, sostiene que su carrera tiene sentido en tanto pueda “aportar algo” a la sociedad.
Por Karina Micheletto
Pasaron siete años desde que Raly Barrionuevo apareció en el Festival de Cosquín, no en la solemne plaza Próspero Molina, sino en los márgenes , en peñas alternativas como la del Dúo Coplanacu, más dispuestas a albergar nuevas expresiones folklóricas. Pasó más tiempo desde que sus canciones surgieron en Córdoba –donde el músico se radicó a los 18 años– y se consolidaron junto con el movimiento folklórico universitario. Y mucho más desde aquella mañana que el santiagueño recuerda nítidamente, cuando a los siete años los Reyes Magos le trajeron su primera guitarra y él no se animaba a acercarse a un regalo que había sido tocado por manos mágicas. Pasaron padrinos artísticos como León Gieco, Peteco Carabajal y Víctor Heredia. Dos discos (El principio del final y Circo criollo) y un reconocimiento internacional en el Festival de Viña del Mar, donde obtuvo la Gaviota de Plata a la Mejor Canción por el tema “Ayer te vi”, de Víctor Heredia. A los 29 años, Raly Barrionuevo es uno de los referentes más sólidos del folklore actual. En las canciones que compone e interpreta se reúnen cierto sonido urbano y las chacareras y zambas más puras, con letras que abordan la problemática social.
Hoy y mañana, a las 22, se presentará en el Espacio Cultural ND Ateneo (Paraguay 918), junto a Ernesto Guevara en guitarra y voces, Eduardo Ramírez en bandoneón, Daniel Barrionuevo en percusión, César Elmo en batería y Gerardo Schiavon en bajo y flauta. Y el 8 de agosto tocará en San Luis junto a León Gieco y el Dúo Coplanacu, a beneficio de la Universidad Trashumante, un proyecto de educación popular que surgió en esa provincia y que recorre todo el país desde 1998. En su presentación de este fin de semana, Barrionuevo adelantará temas de su próximo disco, la mayoría con letra y música de su autoría. “Mis canciones tienen mucho de testimonial”, subraya el músico, y enumera sus nuevos temas: “En ‘El activista de la conciencia’ repaso la historia argentina reciente, hay un gato en homenaje a la Telecita, una chacarera en homenaje a las fiestas populares de las vírgenes en el Noroeste... Son los reflejos de todo lo que estoy viviendo”, explica en la entrevista con Página/12.
–¿Qué cosas cambiaron desde que grabó su primer disco?
–Ahora puedo acceder a un público más amplio, sé que algunas de mis canciones llegaron bien a la gente, con buena leche, y eso es muy lindo. Pero si me hago conocido y no lo uso para hacer un aporte no tiene sentido. Yo siempre estuve ligado a luchas populares, como las de los campesinos por la tenencia de sus tierras en Santiago del Estero y el norte de Córdoba, o la de las Madres del Dolor. Ahora las puedo apoyar con más fuerza, se me hace más fácil convocar o juntar plata para esas causas. Ahí es donde lo que hago toma sentido, más allá de tocar en teatros grandes o en estadios.
–Usted tocó con León Gieco y Peteco Carabajal. ¿Qué le quedó de esas experiencias?
–Más de lo que puedo contar... Con León compartimos muchas cosas fuertes, y de él aprendí muchísimo viéndolo trabajar. Aprendí a no ser prejuicioso, a rescatar las cosas buenas de cada proyecto artístico, más allá de los estilos o del palo de cada uno. Y también a ir a los lugares y no pasar así nomás, no conformarse con subir al escenario, cobrar e irse. Si uno tiene la posibilidad de viajar y conocer tantos lugares y personas, tiene que aprovecharlo para enriquecerse con lo que va conociendo. Pero para eso hay que estar dispuesto. León es incansable, es muy difícil seguirle el tranco, pero está bueno. Más de una vez estábamos todos durmiendo en el hotel y él agarraba su guitarra y se las tomaba, para alguna parroquia o alguna villa. Hace poco estuvimos tocando juntos en Santiago del Estero, y de ahí nos fuimos a La Simona, en el monte santiagueño, llevamos toda la plata que habíamos recaudado. Según León habíamos hecho lo de los bandidos rurales, llevar la plata de la ciudad alcampo. Y Peteco también fue fundamental en mi carrera, aprendí de su faz vanguardista. Para mí era como un sueño, porque yo escuchaba lo que hacía Peteco en el secundario y me partía la cabeza, y después estaba tocando con él...
–¿Es importante para usted tocar en un teatro de Buenos Aires?
–Es celebrar un encuentro más con la gente. No tengo el tema del Buenos Aires mediático, ni la ambición de “conquistar Buenos Aires”, no lo siento así. Me gusta venir a compartir con amigos y a sentir el público, que tiene su onda. Pero pongo las mismas pilas en un teatro de Buenos Aires y en el medio del campo.
–¿Se considera representante del boom del folklore joven?
–De movida no me banco esa expresión, “folklore joven”: es una etiqueta totalmente mentirosa. La calidad de una expresión artística no pasa por lo cronológico, como no pasa por la ropa o la pinta que uno lleve, o los instrumentos que use. Va mucho más lejos que eso. Es cierto que desde fines de los 90 para acá hubo un crecimiento de algunos grupos folklóricos, surgieron muchos nuevos y encontraron más espacio para hacer cosas. Lo celebro, siempre y cuando sea un aporte para la música. Hay propuestas que van quedando, y eso es un aporte. Lo mío puede llegar a dar sus frutos de acá a muchos años, o no, el tiempo lo dirá. Así que lo de folklore joven para mí es una etiqueta mentirosa. Y también irrespetuosa. Sixto Palavecino, con todos los años que tiene encima, sigue componiendo con una frescura que no se puede creer. Si quieren hablar de boom del folklore joven, lo van a tener que incluir en la explosión.