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El trueque de bonos por plazos fijos superó el 20 por ciento

Datos provisorios indican que el canje sumó casi 6700 millones. Lavagna apuntó a los bancos que boicotearon la operación. Se abre una nueva etapa del corralito. Habrá otras opciones.

 Por Claudio Zlotnik

El Plan Bonos obtuvo una adhesión del 22,4 por ciento de los depósitos reprogramados, según los datos provisorios difundidos anoche por el Ministerio de Economía. En total, el canje sumó 6658 millones de pesos. El resultado de la operación superó las expectativas de los propios financistas. Pero quedó por debajo al 30 por ciento previsto en el programa monetario del Banco Central. “Está claro que este resultado no resuelve el problema del corralito”, admitió en diálogo con Página/12 un miembro del equipo económico. El Fondo Monetario también dio su opinión, obviamente intencionada. “Considerábamos poco probable que (el canje) fuera exitoso”, apuntó desde Washington Thomas Dawson, portavoz del organismo.
De la nómina divulgada por Economía –aun incompleta– surge con claridad una diferenciación entre el grupo de bancos que puso incentivos a la operación de aquellos que hicieron todo lo contrario. El Credicoop aparece como el más exitoso, con el 46,4 por ciento de su cartera reprogramada canjeada por títulos públicos. El Macro-Bansud habría llegado a una cifra similar, aunque oficialmente no hubo información. La clave de este importante caudal de adhesiones radicó en que ambas entidades otorgaron beneficios a los clientes que se sumaron al canje. Ninguno de los bancos públicos superó la media: el Ciudad se anotó con apenas el 8,6 por ciento; el Nación, con el 14,8; y el Provincia de Buenos Aires, el 21,2 por ciento. Tampoco se publicaron los datos de los bancos suspendidos, pero la operación habría superado el 65 por ciento en el Scotiabank. Por delante del promedio también se anotaron el Galicia (32,0%); BBVA Francés (26,0%) y Sudameris (29,7%). El Río-Santander obtuvo el 14,5 por ciento. Los dos bancos estadounidenses, Citibank y BankBoston, registraron resultados pobres: 9,0 y 10,8 por ciento, respectivamente.
“Los bancos que están por debajo del 10 por ciento son los que han hecho el mínimo esfuerzo y trataron de transferirle el costo a la sociedad. Esos bancos han hecho un juego distinto, quisieron tirar todo el peso del ajuste al Estado. Ese ajuste cuesta 10.000 millones de dólares como mínimo, y por ese motivo no participaron del canje”, acusó Lavagna horas antes de dar a conocer el informe. Se refería a que desde los bancos extranjeros, aliados con el Banco Central, se impulsó la idea de efectuar un canje compulsivo de depósitos por bonos del Estado. También es cierto que entre los activos del Citi y del BankBoston existen pocos títulos públicos, necesarios para participar de la operación: a cambio de hacerse cargo de los depósitos (pasivos), el Estado recibe de los bancos bonos emitidos con anterioridad (activos). Esta ecuación le permite al Estado compensar la nueva carga fiscal con otra que se licua.
Desde el punto de vista de los bancos que registraron altos índices de adhesión, el futuro aparece más promisorio que hasta ahora: tendrán menos depósitos que pagar a sus clientes en el futuro y, a la vez, se sacaron de encima bonos emitidos por un Estado que dejó de honrar sus deudas. De ahora en más, el riesgo lo toman los ahorristas que entraron al canje y que prefirieron redolarizar sus depósitos, a plazos más largos que el cronograma de los reprogramados, y cruzando los dedos para que el Estado eluda un nuevo default.
Ese mismo deseo debe ser compartido con el Credicoop y el Macro-Bansud, por ejemplo, que dieron garantías parciales a los Boden, con tal de “limpiar” sus balances. Eso les posibilitó una adhesión superior al promedio, pero asumieron el riesgo de que el Estado incumpla y ellos deban cargar con la pesada mochila más adelante.
A diferencia del Banco Central, cuyo presidente, Aldo Pignanelli, negocia en Washington la posibilidad de levantar el corralito, en Economía trabajan en medidas para impulsar los “Cedros”, los certificados de depósitos reprogramados que quedaron en manos de los ahorristas que no aceptaron los Boden. Al respecto, se barajan diversas alternativas parapoder utilizarlos, como el pago de deudas bancarias. Los “Cedros”, además, tendrán oferta pública en la Bolsa, al igual que los Boden.
En el Palacio de Hacienda también analizan la chance de hacer una nueva convocatoria a un canje optativo. Pero esa opción sólo existirá en caso de que logren frenarse los amparos, a través de un acuerdo político con la Corte.
El Plan Bonos puso al rojo vivo la pelea entre Economía y el Banco Central, y su definición profundizó las diferencias. En el BC están convencidos de que la resolución del corralito es el último escollo que queda para llegar a un acuerdo definitivo con el FMI. Y culpan a Lavagna de entorpecer esa posibilidad. En Estados Unidos, Pignanelli planteó una receta distinta que la de Economía: liberación del corralito transaccional y la re-reprogramación en los vencimientos de los plazos fijos.
Tal como lo volvió a dejar en claro ayer Dawson, el FMI quiere que lo antes posible la Argentina defina su ancla monetaria. Y que, para lograrlo, es necesario levantar el corralito para lograr ese objetivo. La comisión de “notables” enviada por el Fondo que arribará a Buenos Aires el próximo lunes significará una presión extra sobre el ministro de Economía, aunque desde el Palacio de Hacienda quieran restar importancia al asunto: “Se llevará adelante al plan que impulse el ministro. De lo contrario, renunciará”, aseguró un estrecho colaborador de Lavagna a este diario.

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Como no podía ser de otra manera, el FMI, en línea con la banca extranjera, dijo que el canje fue un fracaso.
 
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