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Calle 13 y comunicación popular

A propósito del Premio Rodolfo Walsh que recientemente le entregó la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP a Calle 13, Carlos Leavi argumenta por qué se trata de una experiencia musical/cultural de comunicación popular.

 Por Carlos Leavi *

La experiencia musical/cultural de Calle 13 puede ser pensada como expresión de comunicación popular, por ser parte de las memorias de una América latina profunda, silenciada, negada y plagada de invisibilidades. La que va desde Túpac Amaru, Túpac Katari y Bartolina Sisa hasta José Gervasio Artigas. La que se reconoce en Sandino y en el Che Guevara. Se sienten, se ven y se promueven atravesados por esas cuantiosas experiencias de protagonismo de los pueblos latinoamericanos. Batallas múltiples que se expresan en diversos modos de lo popular y se reconocen en matrices donde se explicita (sin culpa, sin vergüenza, con orgullo), la primacía de lo político. Pero estas palabras apenas vislumbran el punto de partida latino y son, casi nada, comparadas con ver/escuchar su video del tema “Latinoamérica”. En algo más de cinco minutos, están los rostros, los trabajos, los paisajes, las luchas en nuestras tierras, cantados desde una radio comunitaria en medio de los Andes.

Y podemos considerar sus intervenciones como experiencias de culturas populares, porque hay en ellas “lamentos” por los despojos y las injusticias, al mismo tiempo que están los “desafíos” desde una poética urbana que celebra el coraje y el ritmo de guerra de las músicas latinas. Escuchamos y vemos en Calle 13 canciones, poesías, discursos que postulan y desean un lugar desde la música. Hablan/cantan y se asumen desde una relación de lucha, de pelea, de tensión, de provocación a “otros”. No los niegan. Los (nos) interpelan y asumen un lugar de enunciación: el de los pueblos latinoamericanos. Es un claro ejemplo de cómo el “acto del habla” no puede desprenderse de su circunstancia.

Conocí Calle 13 por mis hijos de 7 y 12 años. Ellos me pidieron que lo escuche. Saben sus canciones de memoria. Dicen que en las escuelas públicas adonde van, sus compañeritos lo escuchan. Y dicen que les gusta porque “no tienen miedo de decir todo y hablan como nosotros”. Hay que escuchar a Calle 13, pero también a los pibes.

Hace algunos años que desde el campo de la comunicación creemos que las prácticas no reflejan, sino que inventan, postulan o desean. Y la experiencia comunicacional/cultural de Calle 13 se deja atravesar por discursividades que parodian al mercado y lo provocan desde su masividad; porque hay belleza y alegría en sus búsquedas para ser visto/oído por miles. “No a la payola” (aludiendo a la corrupción de las emisoras y productoras discográficas que cobran peajes para pasar ciertos temas), decía René mientras lo cortaban al recibir el Grammy, en el mismísimo Estados Unidos en 2011. “¡Este es un triunfo de la música!”, repetía sin cesar. “Mi disquera no es Sony, ¡mi disquera es la gente...!”, cantan en su último disco. Con esto quiero decir que no se preocupan tanto por la noción liberal de “libre expresión”, sino que cantan/bailan/hablan desde las contradicciones de una densidad cultural que, como puede, como le salga, busca más “liberación” de los cuerpos y de las voces, que “libre mercado”.

Rodolfo Walsh difundió su carta el 24 de marzo de 1977, “fiel al compromiso” que asumió de “dar testimonio en momentos difíciles”. Vivir uno de los momentos más ricos de América latina respecto de procesos políticos que promueven la liberación de sus pueblos exige seguir dando “testimonios” de que “soy la cara de un desaparecido...” o “América latina un pueblo sin piernas pero que camina...” Y porque “no se puede comprar el sol, ni las lluvias, ni mis alegrías, ni mis dolores” es que son comunicación popular. Como Ancla, como el diario de la CGT de los Argentinos, como Operación Masacre.

No hay ninguna duda de que nuestro compañero Rodolfo Walsh compartiría estas palabras que René Pérez Joglar, en nombre de Calle 13, nos dijo hace pocos días en la Facultad de Periodismo y Comunicación de La Plata: “Debemos usar todas las herramientas que estén a nuestro alcance para transformar el sistema en el cual estamos inmersos. Este es un oficio cuya integridad no se vende ni se compra. El mundo necesita cada vez más información responsable y gente valiente que sepa darla a conocer. La verdad está en sus manos”.

Por todo esto, que los ubica como una experiencia de comunicación popular y sus luchas, el Premio Rodolfo Walsh vale y se encarna en Calle 13, para los que buscan, pelean, sueñan, cantan y bailan por la liberación de los pueblos. No tanto, o casi nada, para los que postulan el mercado, sus trampas y sus imperios.

* Licenciado en Comunicación Social. Docente de la Cátedra Comunicación y Teorías. FPyCS, UNLP.

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