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La infancia en la nueva ley

Mirta Goldberg llama la atención sobre la importancia de los criterios que sobre la base del reconocimiento de derechos estipula el artículo 17 de la misma ley en relación con la programación infantil.

 Por Mirta Goldberg *

Curiosamente, el artículo 17, capítulo 2, de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que refiere a la conformación de un “Consejo asesor del audiovisual y la infancia” no ha despertado polémica. Nada por aquí para agregar, nada por allá para quitar. ¿Habrá pasado de largo porque total es para chicos, género menor en el que no vale la pena detenerse?

La esperanza de un país se mide por la propuesta que tiene para la infancia, decía la doctora Silvia Bleichmar. De modo que la sola enunciación de este artículo es un paso a celebrar por la especificidad de contenidos y formatos que requiere la franja, territorio propio de 3 a 12 años.

Ahora es el momento de potenciar la función “del 17”, sus efectos, sus alcances. No sólo para que no descansemos en la formalidad de su enunciado sino para que genere una discusión profunda en torno de la relación Infancia/Medios de comunicación/Cultura y su expresión en los diferentes sectores sociales. Sobre todo para quienes aún piensan que la ideología no interviene cuando de los pequeños se trata.

Habrá que interrogarse: a qué están expuestos los niños hoy, qué presiones pesan sobre ellos, qué cercos los oprimen, cuáles son los consumos culturales a los que acceden y les atraen. La TV, al igual que Internet, ocupan un lugar en la vida, el tiempo, el ocio y hasta la soledad. Es necesario estudiar, investigar, cómo niños y niñas se implican y transitan la experiencia de ser espectadores, cómo resuelven la circulación veloz de estímulos, qué efectos producen en ellos la saturación, qué esfuerzos les requieren, cómo hacen conexión, lazo, anclaje. Qué les queda y qué hacen con lo que les queda.

Qué modelos de vida y qué valores instalan los medios, la publicidad, los programas, tal vez para ponerlos en cuestión.

Los canales abiertos –básicamente los privados– fueron monitoreando con su programación hasta lograr que los niños se asimilaran a propuestas adolescentes. Cabe preguntarse: En esta corrida, ¿qué ganaron? ¿cuánto perdieron?

Será necesario ofrecer mucho más que el impacto visual. Contenidos que instalen preguntas, curiosidad, que promuevan búsquedas, que pongan en acción.

El artículo 17 no hace ni más ni menos que contemplar, reconocer derechos. El derecho de niños y niñas al humor y el entretenimiento creativo e inteligente, el derecho a entrar en contacto con una oferta cultural variada que signifique apertura a otros escenarios, al cruce de lenguajes artísticos a través de una gama amplia de géneros y contenidos. La TV es en muchos hogares la única ventana al mundo y una cuidadosa programación infantil impacta directamente en la familia. No es la escuela, pero desde ahí también es posible construir ciudadanía infantil; promoviendo la participación, la opinión, el respeto a la diversidad cultural, la mirada federal.

Es importante hablar de programación y no de suma de programas. No se trata de una sucesión arbitraria de “sueltitos”, flashes fragmentados, secuencias aisladas. Diseñar una programación implica darle unidad estética, artística y conceptual; darle identidad. Algo semejante a lo que hace un chef cuando entiende que la suma de ingredientes secos requiere algo que ligue porque, de lo contrario, se desintegran.

Diseñar una programación implica diversificarla contemplando una amplia gama de intereses para cada etapa evolutiva. Implica aportarle recursos tecnológicos, estéticos, narrativos y comunicativos que la hagan atractiva, dinámica, actual. De este modo será también posible formar desde temprano en la cultura audiovisual.

Un Consejo Asesor podrá articular con los ministerios de Educación y de Desarrollo Social, reforzando las políticas públicas, tomando conocimiento de necesidades y prioridades.

Nuestro país cuenta con recursos humanos para dar este salto. Pero es necesario promover el encuentro generacional para que quienes tienen camino transitado puedan pasar la posta. Hacer entonces una convocatoria democrática, plural, en la que dialoguen teóricos y hacedores para traducir en hechos este magnífico tramo de la ley de medios.

* Conductora de Caminos de Tiza, columnista en Visión 7, asesora y libretista de programas infantiles.

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