Por Mirta Parrado *
Te propongo que pares un ratito. Si te parece, poné la pava para ir preparando unos mates. Sentite cómodo, regalate un momento. Dejá esto y aquello que te apura. Construite un espacio donde por unos instantes no pase la angustia, el enojo, la preocupación, lo que duele. No me digas que sos incapaz de hacerte ese hueco de silencio en la selva ruidosa de tu día. Dale, no seas tacaño. Animate a pensar en vos. Un puñado de minutos.
Buscá papel y lápiz. Intentá hacer una lista con las diez actividades o momentos que más disfrutás. Me podrás decir que no tenés tiempo para idioteces. Me podrás decir que ya no tenés edad para juegos. Me podrás dar tantas excusas como días dejas escapar sin sacarles ni un poquito de jugo.
Pero a lo mejor te mandás. Cuidado, todo cuesta en la vida, lo que sucede es que a veces hacemos una buena inversión y otras no. Por eso espero que este ejercicio te resulte provechoso.
Volvamos a la propuesta. Podés hacer la lista solo o compartir la idea con la familia o con amigos, para después charlar sobre el resultado. Te vas a sorprender cuando cada uno, papelito en mano, cuente sus preferencias.
Se trata de escribir diez formas de gastar un cachito vida sintiendo placer por eso. Primero anotalas como vayan surgiendo, así, desordenadamente. Cuando estén todas, numeralas según la importancia que les des. (¡No me digas que no llegás a diez, che!).
¡Sí, tenés razón! ¡No es tan sencillo, paisano! ¿Cuánto tiempo te dedicás a pensar en vos? ¿Cuántos minutos disfrutás contemplando algo que te mueve los piolines del alma? ¿Cuántas veces seguís un impulso? ¿Cuándo fue la última vez que una emoción te sacudió la rutina? ¿Cuántos segundos en la semana cerrás los ojos pensando en algo bueno que te pasó en el día? ¿Cuántas preguntas podés hacerte hasta encontrar las diez perlas?
Si las encontraste ya, ¡felicitaciones! Ahora tratá de descubrir (¿ya te cansé? ¡Aguantá un poquito!), cuánto tiempo hace que no hacés aunque sea algunas de esas cosas. A lo mejor hay ausencias en tu vida que te impiden repetir momentos maravillosos. Si es así, cerrá los ojos, largá el mate y el lápiz. Aflojá la cabeza, las manos, las piernas, el cuerpo, todo. Tratá de traer desde el recuerdo las emociones que extrañás, las vivencias, los perfumes, los sabores. No podrás volver a vivirlos, pero sí a transitarlos con el alma. Quién te dice que uno de tus placeres pueda ser recordar sin angustia.
Te regalo un abrazo, una cosquilla y el perfume de un jazmín. Hasta pronto.
* Lectora.
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