PSICOLOGíA
El derecho a defenderse
Por I. M.
En Estados Unidos es común, desde hace ya muchos años, que las mujeres sobrevivientes de abuso les hagan a sus ofensores juicios por daños y perjuicios. Suelen formar parte de asociaciones que las protegen y asesoran. En nuestro país, hasta el momento, esas alternativas no existen. Conozco solamente un par de casos en los que la persona que sobrevivió a un abuso se animó a denunciar judicialmente a su abusador. La respuesta fue la misma: “El delito prescribe”. Pero eso es falso. ¿Acaso puede prescribir el derecho a defenderse cuando la que entonces era una criatura impotente es ahora una persona adulta y tiene la posibilidad de denunciar que durante su infancia le fueron avasallados sus derechos, derechos a los que se denomina humanos? Eduardo Pavlovsky, en “Acerca de la estética de los represores” –nota publicada el jueves pasado en esta sección–, se pregunta: ¿puede un raptor de niños sentir ternura o pena por aquel a quien robó su identidad? Podríamos preguntarnos si un abusador de menores puede sentir ternura o pena por aquella criatura a quien le roba su niñez y le quiebra el alma, confundiéndola en su incipiente y particular sexualidad infantil e invadiéndola en todo su ser. La respuesta es un definitivo no.