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El gobierno laborista británico puso todo el empeño para impedir embarazos no deseados entre su población de adolescentes e ideó un método al estilo del dinero plástico, para proveer de condones a sus jóvenes iniciados y evitarles el rubor y los pudores que pudieran anular el intento de compra en una farmacia. Al mejor estilo just do it (hazlo) pero también it’s a piece of cake (es pan comido), el gobierno busca facilitar el acceso a los condones gratuitos mediante un método sencillo y efectista.

El estudio de mercado realizado por el gobierno laborista incluso detectó los sitios donde ubicar las bocas de expendio: los condones se distribuirán en campos de fútbol y otros lugares donde se congregan los jóvenes, con el fin de evitarles la vergüenza que pueden sentir muchos de ellos al acudir a una farmacia o al médico de familia para solicitarlos, según informó ayer el periódico londinense The Times.

Los adolescentes se limitarán a mostrar la tarjeta de plástico, similar a las de crédito de los bancos (CC), que se les entregará tras asistir a una clase sobre prácticas sexuales seguras, y no tendrán que identificarse ni informar sobre su vida sexual.

Ese tipo de tarjetas se usan ya en algunos municipios, pero estarán en el futuro a disposición de todos los adolescentes británicos a partir de los trece años, como para tener en claro la edad de iniciación que suponen los especialistas británicos. Las autoridades municipales podrán ofrecer las CC (Condon Card) incluso a muchachos más jóvenes, siempre y cuando muestren ya actividad sexual.

Es cierto que la tecnología no será tal como la idea lo supone con esto de las tarjetas de plástico sino que consistirá en un sistema semejante al del antiguo método de las libretas de ahorro: a los chicos que asistan a las clases sobre enfermedades de transmisión sexual se les pondrá un sello en su tarjeta de plástico que, según se espera, podría convertirse en un “símbolo de status”: a más sellos más condones, a más condones más estrellitas, tipo medalla de combatiente.

Los críticos del sistema creen que sólo servirá para animar a los adolescentes a tener relaciones sexuales cada vez más precoces. “Así sólo facilitaremos y fomentaremos la sexualidad sin que haya una comprensión más profunda de las emociones que entran en juego en ese tipo de relaciones”, advierte, muy seria, Josephine Quintavalle, fundadora de uno de los grupos de presión más críticos del sistema. El Reino Unido tiene actualmente el mayor índice de embarazos de adolescentes de todos los países europeos y el gobierno ha fracasado en su promesa de reducirlo a la mitad, señala el periódico. Los partidarios del plan consideran que hasta ahora la educación sexual se ha centrado sobre todo en las chicas y se pretende que los boys asuman su parte de responsabilidad.

El último caso que saltó a las primeras páginas de los periódicos es el de una niña del sudeste de Inglaterra, que dio a luz tras quedar embarazada de un chico de quince años.