SOCIEDAD › INCREIBLE COARTADA DEL ACUSADO DE ABUSO SEXUAL
Cómo explicar lo inexplicable
Mientras el empresario salteño se defendía del cargo de abuso contra una nena, dos jóvenes lo denunciaban por presunta violación, ocurrida cuando eran menores. Además, renunció su defensor.
El empresario salteño Simón Hoyos, acusado de abuso sexual contra una nena de ocho años, dio ayer su versión, ante la Justicia, de lo ocurrido el viernes último, cuando fue sorprendido con la menor en un hotel alojamiento. Según explicó, después de haber recogido a la pequeña en el centro de la ciudad y mientras manejaba su camioneta, lo atacó un agudo dolor de cabeza, que lo obligó a desviarse hacia el motel para darse un relajante baño en el jacuzzi. La nena, dijo, quedó esperando en el garaje. “Cuando escuchó el llanto de la pequeña, la hizo pasar a la suite 23 y le lavó la carita. Por eso es que tenía el pelo mojado”, fue la increíble explicación que dio su abogado defensor, Marcelo Arancibia, para justificar a su cliente. Poco después, el letrado renunció a la defensa del imputado, argumentando “razones de conciencia”. Mientras tanto, Hoyos sumó dos nuevas denuncias por presunta violación, presentadas por dos jóvenes que habrían sido sometidas cuando tenían 13 y 14 años.
Desde que se conoció el hecho, se esperaba conocer los argumentos que daría el empresario para explicar su presencia en un hotel alojamiento con una nena de ocho años. Según relató su abogado –que repitió lo dicho por su defendido frente al juez–, Hoyos se encontró con la pequeña, hija de su empleada doméstica, en el centro de la ciudad y se ofreció a llevarla a su casa, siempre que su madre estuviera de acuerdo. Luego de lograr el consentimiento de la empleada, subió con la chiquita a su camioneta y se marchó. Todo iba bien, dijo Hoyos, hasta que súbitamente fue atacado por un fuerte dolor de cabeza que lo llevó a tomar la decisión de ingresar al hotel alojamiento. “Fue al motel para darse una baño de hidromasaje, que es lo que le calma su dolencia”, argumentó su abogado.
Una vez allí, continuó Hoyos, dejó a la nena en la camioneta y se dirigió al jacuzzi de la habitación 23, donde los vapores del agua lo adormecieron. Recién despertó veinte minutos después, cuando escuchó los gritos de la niña que le llegaban desde el garaje. Preocupado, recogió a la pequeña y la llevó a su habitación donde le lavó la carita. “Por eso es que tenía el pelo mojado”, argumentó Arancibia, antes de que un ataque de conciencia lo obligara a renunciar.
La versión se contradice con la que dieron los empleados del hotel, quienes vieron a la nena semidesnuda en la cama. ¿Cómo entra esto en su declaración?, le preguntó al acusado el juez de instrucción, Luis Agüero Molina, al acusado mientras le tomaba declaración. Hoyos no pudo responder. ¿Sabe que la policía encontró cabellos de la menor en el hidromasaje?, repreguntó el juez, para encontrarse otra vez con el silencio.
Minutos después, el acusado se retiró de tribunales en medio de una intensa rechifla y botellazos, aún aferrado a la esperanza de que los exámenes médicos lo ayudaran a demostrar que no había violado a la pequeña. Si eso no se prueba, la pena será menor, pensaba Hoyos, mientras subía al camión celular, sin saber que a pocas cuadras de allí dos antiguas conocidas suyas se acercaban a una comisaría para denunciarlo por otro hecho.
Se trata de dos hermanas, hoy mayores de edad, que en 1987, cuando sólo contaban con 13 y 14 años respectivamente, habrían ido hasta la casa de Hoyos en busca de un trabajo. Fue el propio abogado quien las atendió y les dijo que, si las consideraba aptas, pasaría por su casa.
Según cuentan las denunciantes, días después de esta primera entrevista, el abogado apareció por su humilde vivienda y les dijo que se escondieran en la parte de abajo del asiento de la camioneta porque debía ir a un lugar que no era bueno para las niñas. Y tal como el viernes pasado, las llevó a un hotel, donde las violó, tras lo cual les advirtió que no dijeran nada porque les podrían pasar cosas malas. El miedo les duró exactamente hasta ayer.
Producción: Damián Paikin