SOCIEDAD › PROYECTO PARA DENOMINAR ROSAS A UN TRAMO DE LA AVENIDA SARMIENTO

Una polémica que ganó las calles

También proponen que haya un homenaje al Che Guevara. Y que Estados Unidos pase a llamarse Paz. Mañana, audiencia por Rosas.

 Por Eduardo Videla

La avenida Sarmiento pasa justo por el lugar donde estaba la casa de Juan Manuel de Rosas, en la quinta de Palermo que luego se bautizó como Parque Tres de Febrero, la fecha de la batalla de Caseros. La avenida fue bautizada con ese nombre en 1879, cuando el gran sanjuanino aún vivía. La historia, se sabe, la escriben los que ganan, y los homenajes, que tienden a sepultar en el olvido a los derrotados, también quedan en manos de los vencedores. “El 80 por ciento de los nombres de las calles porteñas fueron asignados en 1893 y desde entonces ha habido muy pocas modificaciones”, dice a Página/12 la historiadora Leticia Maronese. Estos datos tal vez expliquen la resistencia que generó la ley que le cambia el nombre en tres cuadras de la avenida Sarmiento por Brigadier General Juan Manuel de Rosas, una iniciativa que ahora debe someterse a audiencia pública antes de quedar firme. La reacción es similar a la que en 1992 derivó en el veto de la ley que imponía el nombre de Ernesto “Che” Guevara a una calle del barrio de Flores. El homenaje al Che es una deuda de la ciudad que pretende saldar el diputado Pacho O’Donnell, quien impulsa una iniciativa para bautizar una calle porteña con el nombre del líder revolucionario. Más acorde a la coyuntura, el diputado Marcelo Vensentini propuso que la calle Estados Unidos se denomine Paz.
O’Donnell ya levantó polvareda con su proyecto para denominar Juan Manuel de Rosas al tramo de la Avenida Sarmiento que se extiende entre Plaza Italia y Avenida del Libertador. “Me pareció una buena síntesis superadora de antinomias que Sarmiento y Rosas se encontraran justo en la avenida que recuerda al Libertador General San Martín, que no quiso participar en la lucha fratricida”, argumentó O’Donnell. El proyecto fue sancionado por la Legislatura, pero su aprobación definitiva requiere de una audiencia pública previa, que se celebrará mañana.
No hay ninguna calle en la ciudad que recuerde a Juan Manuel de Rosas, hombre fuerte de la provincia de Buenos Aires y de la ciudad puerto entre 1929 y 1952. En 1973 su nombre reemplazó el de la calle Monroe, pero tres años más tarde la dictadura restableció la nomenclatura original. En cambio, es habitual encontrar calles o avenidas que recuerdan al brigadier general en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires.
La ley ha despertado una antinomia que parecía olvidada, la de unitarios y federales, que se prolongó con distintos nombres a lo largo de la historia argentina. Para la audiencia pública que se celebra mañana a partir de las 14 se inscribieron 112 oradores. “No soy rosista, pero creo que la ciudad debe homenajear a un hombre que la gobernó, con puntos negros y blancos”, sostiene O’Donnell. El historiador admite que el autoritarismo fue uno de los grandes defectos del gobierno de Rosas, pero rescata sus aspectos nacionalistas como “el no pago de la deuda externa ilegítima o el rechazo de las escuadras de dos potencias marítimas, como la inglesa y la francesa”.
Según Leticia Maronese, de la Comisión de Nomenclatura del Legislativo porteño, la ciudad no sólo olvidó a Rosas: antes, sepultó su memoria con los símbolos de los vencedores. “La antigua calle Cuyo, donde estaba la casa donde nació Rosas, es la que hoy se denomina Sarmiento. Y la Avenida Sarmiento pasa justo frente a donde estuvo la casa de Rosas, en Palermo”, dijo a este diario. Otra víctima de esa revancha fue el general Manuel Dorrego: “Donde estuvo la casa de su familia hoy está la Plaza Lavalle y el monumento al general que ordenó su fusilamiento”, agregó.
Maronese es la impulsora de bautizar a las calles de Puerto Madero con nombres de mujeres porque –dice– “hasta 1995, sobre 2.200 calles de la ciudad, solo 24 tenían nombres de mujeres”. En los últimos años, fue testigo de cambios menos resistidos, “como el de una escuela que se llamaba José Félix Uriburu y por pedido de los alumnos pasó a denominarse Luis Federico Leloir”. Sin embargo, ha fracasado sistemáticamente la sustitución de Ramón L. Falcón, calle que recuerda al jefe policial represor de manifestaciones obreras, pese a que “todos los años se presentan proyectos para cambiarle el nombre”.
Hoy, los cambios de nombre deben hacerse con previa audiencia pública; no se pueden poner nombres de presidentes de facto, que violaron la Constitución, y todo homenaje debe llegar diez años después de la muerte del homenajeado. “No fue Perón el único que tuvo calles con su nombre en vida: la calle Bartolomé Mitre recibió ese nombre en 1901, cinco años antes de la muerte del ex presidente”, dice Maronese.
El Che Guevara tampoco tuvo suerte en Buenos Aires. En Bolivia hay calles con su nombre y en la localidad cordobesa de Alta Gracia hay un museo que lo recuerda. Pero hasta ahora no pudo tener su calle en Buenos Aires, pese a que el Concejo Deliberante aprobó, en 1992, ponerle su nombre a la calle Culpina, en Flores. Idéntica suerte corrió una plazoleta ubicada sobre la avenida Santa Fe, bautizada con el nombre del Che, merced a un proyecto del entonces concejal Abel Fatala.
Ahora, O’Donnell reflota la idea, y aunque dice que prefiere que el proyecto lo presente un diputado de la izquierda, asegura que está dispuesto a apoyarlo. Por lo pronto, ya pidió a sus asesores que estudien en qué lugar de la ciudad puede situarse una calle con su nombre.

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La propuesta de O’Donnell es cambiar de nombre el tramo entre Plaza Italia y Avenida del Libertador.
 
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