Sáb 17.05.2003

SOCIEDAD  › SEGUN LA POLICIA, CAYO EL JEFE DE LA BANDA QUE SECUESTRO A FLORENCIA

Dos detenidos para tranquilizar a Macri

De acuerdo a la información oficial, el cabecilla es un ex empleado de Sevel con antecedentes por robo. Servini de Cubría, Toma y Sablich dieron una conferencia conjunta. Aseguraron que no se trata de profesionales ni mano de obra desocupada. Aún quedan puntos oscuros.

› Por Horacio Cecchi

Dos detenidos y una decena de allanamientos arrancaron al caso de Florencia Macri de la modorra informativa oficial en que había caído prácticamente desde que tuvo lugar el secuestro, hace 18 días. Martín Ricardo Zidar, de 31 años y que pasaba sus días en libertad condicional con una condena de 5 años por robo de auto, y Juan Butita, de 25 años, fueron detenidos acusados de integrar la banda que participó en el secuestro. Tanto silencio se rompió en estruendosa conferencia de prensa, encabezada por la jueza federal a cargo del caso, María Servini de Cubría, el titular de la SIDE, Miguel Angel Toma, y el jefe de Delitos Complejos de la Federal, Carlos Sablich. Los investigadores creen que la voz de Zidar es la misma que se escuchó durante las negociaciones de Franco Macri con los secuestradores. Le adjudican un papel central en la organización del golpe y en el cobro del rescate. Sablich negó que se tratara de una banda de profesionales ni de mano de obra desocupada y anunció que se realizaban allanamientos. Minutos después surgió el nombre de Butita como el nuevo detenido. También dieron una explicación oficial a tanto hermetismo. La que sigue es la historia del silencio, las campanadas y algunos puntitos oscuros.
Alrededor de las 9 de la mañana de ayer, Martín Ricardo Zidar tomó un remís que lo pasó a buscar por su casa, Luis María Campos 625, en Morón. Era un Ford Galaxy gris conducido por un remisero común y corriente. Tan común y corriente que cuando se le vinieron encima autos y hombres armados aceleró creyendo que era carne para un asalto. Se dirigió hacia el único lugar que suponía que encontraría un patrullero, en la estación de servicio ubicada en Santa Fe y Córdoba, a unas cinco cuadras del lugar donde había levantado al pasajero. Y no se equivocaba. En la estación de servicio se topó con la policía que lo perseguía: embistieron su auto, lo rodearon y tomaron de las pestañas a su pasajero.
Martín Ricardo Zidar, de 31 años, fue empleado en la fábrica de automotores Sevel a principios de la década del 90. Curiosamente, la misma empresa que formaba parte del grupo Macri. Y tenía antecedentes. En el ‘99 fue condenado por robo calificado (con armas de fuego) de autos. Recibió cinco años y en estos días ya deambulaba en libertad condicional.
Su nombre fue anotado en la libreta de los investigadores del caso a partir de una infidencia de alguien. En la conferencia quedó guardado celosamente el origen. El dato llegó al juzgado de Servini el 8 de mayo cuando Florencia llevaba ya tres días de liberada. “Se buscó en el padrón electoral –señaló la jueza–. Después se buscó en el árbol genealógico del apellido.” Hasta que surgió un Martín Zidar con condena condicional. Esa información fue cruzada con otros datos no revelados.
Según confió el comisario Sablich a Página/12, de la grabación de las negociaciones con Franco Macri se puede escuchar una voz. En una de esas llamadas se habría registrado la siguiente conversación.
–Te puedo dar Lecops –sugirió papá Macri tratando de recuperar a su hija y, quizás, intentar al mismo tiempo desprenderse de los billetes inubicables.
–Lecops no, hermano. La suma es en dólares –respondió la voz.
Esa voz que rechazó los inubicables, según confió Sablich, “creo que es la misma que la que se escuchó de Zidar en los seguimientos”. En ese punto surgen algunos aspectos borrosos. No queda claro –y no fue posible obtener una explicación convincente de la conferencia de prensa– si Zidar fue quien llamaba a Macri (según afirmó Sablich) o si su teléfono surgió tras un cruce de llamadas entre los integrantes de la banda (según afirmó Toma). En ese caso, no habría sido Zidar quien realizó la llamada.
Según esa misma fuente, Zidar fue quien cobró el rescate, y como se demoraba en repartir el dinero, el resto de la banda lo empezó a llamar al celular. Alguno se puso nervioso y llamó a su teléfono fijo y eso permitió detectar y confirmar que se estaba ante una pista muy firme. La misma fuente afirmó que cuando allanaron la casa de Luis María Campos, en Morón,se toparon con los 750 mil de los buenos, y aseguró que Zidar era el cerebro de la banda.
Pero a las siete y diez de la tarde, cuando aparecieron en escena Servini de Cubría, Toma y Sablich, la versión oficial ya no era la misma. Por empezar, se desmintió que el dinero hubiera sido hallado. Zidar ya no era el “cerebro” sino algo menos. “En todos los secuestros anteriores, el que negoció y cobró era el organizador”, sostuvo Sablich. También rechazó que fueran “profesionales ni mano de obra desocupada. La forma de pago poco profesional y que haya caído tan fácilmente me hace pensar en eso”, sugirió. Y era cierto: hasta el momento, ningún secuestro de semejante envergadura fue resuelto en tan escaso tiempo.
También sorprendió que durante la conferencia se subrayara: “La familia Macri colaboró desde el primer día –señaló el comisario–. Lo que pasa que no se puede decir eso mientras alguien está secuestrado. Llegamos a un acuerdo con la familia y se decidió decir que no habían realizado la denuncia”. Pero minutos antes, la jueza Servini de Cubría había tomado la palabra para abrir la conferencia: “Empezamos hace quince días, sin tener nada, ni una pista”.
Por un lado no había pistas, pero había grabaciones de llamadas. No se tenía nada, pero la familia colaboraba. El nombre de Zidar surgió del cruce de llamadas, o era él a quien primero escucharon. Era el jefe, no lo era, había cobrado pero los billetes no estaban. También deja dudas la explicación oficial de que se trataba de una banda de aventureros. Si fue así, dieron el golpe con mucha suerte: el secuestro, según los expertos, lo cometieron en una zona vedada como es la Capital, con demasiados controles policiales, y demasiado alejada de las salidas. Es posible, de todos modos que lo que parecen contradicciones sea tan sólo la imposibilidad de hablar en detalle mientras continúa la investigación.
Aunque quizás no sea lo mismo, un veterano experto en secuestros recordó a este diario algunas semejanzas con otro caso, el de Antonio Echarri. “También dijeron que habían detenido a los autores y eran perejiles que se mejicanearon el rescate. También hicieron bombo y resultó que de la verdadera banda no hay nada.” En ese caso, una hipótesis coincide: “Estos tipos acostumbran –dijo el veterano–, cuando se les pone pesado el asunto, tirar el nombre de algún perejil para sacarse presión de encima”.
Ayer, antes de la conferencia, sus organizadores ya tenían otro dato: Juan Pablo Butita, de 25 años, se había sumado como segundo detenido. Lo encontraron en su casa, en Mataderos, alrededor de las cuatro de la tarde. Antes lo buscaron en lo de sus padres, en Parque Chacabuco. Butita trabaja como pintor ayudando a su padre. Como antecedentes, tenía la suspensión de una probation por un delito menor. Hoy, quizás se sepa algo más cuando Zidar declare. El lunes, quizás se agreguen datos, cuando lo haga Butita. También podrá surgir algo de la decena de allanamientos que estaban en camino. Hasta anoche, los dólares no habían aparecido. De los Lecops, ni hablar.

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