SOCIEDAD › LOS MéDICOS DE LA CORTE SUPREMA DIJERON QUE EL ENCARGADO NO FUE TORTURADO

El portero se quedó sin otro argumento

La junta médica convocada por el juez para estudiar el origen de las lesiones en el cuerpo de Mangeri dictaminó que no son de apremios, sino rasguños. Nuevo allanamiento en Ravignani.

Malas noticias para la defensa del encargado Jorge Mangeri. La junta médica constituida por el juez Javier Ríos, encargada de verificar las lesiones del portero, entregó su dictamen anoche. Los médicos de la Corte Suprema coincidieron con lo ya dictaminado por los cuatro que revisaron a Mangeri el viernes en que fue detenido: dijeron que el encargado no fue torturado, que las lesiones se corresponden con rasguños –seguramente de la víctima, como surge del material genético de la uña de Angeles– y que el hombre se autoinfligió otras lesiones para encubrir los arañazos. Durante toda la jornada de ayer, frente a una serie abultada de pruebas y el mar de contradicciones en las que incurrió su defendido, el abogado del encargado, Miguel Angel Pierri, basó su estrategia en un único argumento: Jorge Mangeri fue torturado, “apretado”, inclusive dentro de la propia fiscalía, justamente el viernes 14 de junio, cuando declaró como testigo y en momentos en que transitaban decenas de personas por el edificio del Ministerio Público. El dictamen de los médicos de la Corte Suprema ya les deja poco margen. A última hora de anoche, otro allanamiento al edificio de la calle Ravignani sumó una nueva sorpresa al caso. Cincuenta efectivos de la Metropolitana revisaban los ocho pisos del inmueble y en el juzgado se encontraban todos sus habitantes, que habían sido llamados para declarar.

La defensa habló hace unos días de que no embarraría la cancha, pero ayer arremetió con la cuestión de las torturas y los aprietes. Para colmo, integrantes del equipo de Pierri hasta dijeron abiertamente que Mangeri sí participó del crimen, aunque “sólo” fue cómplice o partícipe. Es decir, dicen que confesó y declaró mal porque lo apretaron, pero al mismo tiempo admitieron que participó del homicidio.

En los laboratorios del cuerpo médico forense quedan varios estudios en los que hay expectativas. Los resultados estarían esta semana. Por de pronto, se encontraron pelos largos en el sótano, un ámbito que era de dominio del encargado. También se detectaron cabellos en uno de los zapatos de Mangeri. Menos esperanzas existen con el material recogido en el vehículo del encargado, un Renault Megane, porque se supone que si el cuerpo se transportó en ese auto, de todas maneras estaba dentro de una bolsa de residuos y con la bolsa de supermercado en la cabeza. No es fácil que hayan quedado rastros de la chica. Por último, está la soga, estilo sisal grueso. Es una cuerda vieja –este diario pudo acceder a la imagen–, de manera que puede haber material genético de quien participó del homicidio y también de decenas de personas que la usaron previamente. A primera vista, no es una prueba muy decisiva.

En general, todo el material recogido por la gente de Homicidios puede arrojar perfiles genéticos y puede no dar ningún resultado. Los pelos, por ejemplo, se encontraron en el allanamiento del jueves, o sea tres días después de ocurrido el homicidio. No hay garantías ni del origen ni de la supervivencia de esos rastros.

Quienes trabajan en la investigación todavía no tienen claro dónde se produjo el desenlace. Lo más probable es el sótano, pero no se descarta la terraza que está al lado del departamento del encargado del edificio de Ravignani. En los dos lugares se hicieron estudios microscópicos.

La carga probatoria que existe hasta ahora contra Mangeri es pesada:

- El ADN en la uña del dedo índice de Angeles es una evidencia muy difícil de rebatir. Más todavía teniendo en cuenta que las muestras se tomaron durante la autopsia, mucho antes de que Mangeri fuera tenido por sospechoso. La idea del ADN plantado mete en una especie de conspiración a miembros del Cuerpo Médico Forense.

- La autoincriminación no podrá ser usada por el juez Ríos en el eventual procesamiento. Pero es un dato que está consignado en el acta que firmaron la fiscal y su secretario.

- Los arañazos son un elemento de máxima importancia. Y ahora tienen doble certificación. Por un lado, los médicos que revisaron a Mangeri en la noche de su detención. A esto se agregó ayer el dictamen de los médicos de la Corte Suprema, que fueron convocados por el magistrado para revistar lo hecho el viernes 14 a la noche.

- La declaración de Mangeri incurre en una enorme cantidad de contradicciones y, sobre todo, en contradicciones con los dichos de su esposa.

- Llama la atención que el encargado siga sin declarar, sin ejercer su derecho a defenderse. El argumento de que tiene miedo parece poco creíble a esta altura. La negativa a declarar tampoco puede tomarse en su contra.

- La descripción de los aprietes también es asombrosa. Desde un auto Polo le exhibieron un arma y un cuchillo, sin que se bajaran del vehículo y diciéndole “declará”. Parece poca amenaza. El segundo apriete habría consistido en que lo subieron a un patrullero, le pusieron precintos, una bolsa, luego una gorra, le pegaron y lo picanearon dentro del vehículo. En la misma declaración se rectificó y dijo que no fue picaneado sino quemado con cigarrillos. Los médicos ahora terminaron de desmentir su versión. Aun así, el juez ordenó la búsqueda en cámaras de seguridad de imágenes de los días señalados por Mangeri en que ocurrieron esos aprietes.

- También impacta que no se haya hecho ninguna denuncia de los apremios ilegales. Le preguntaron al propio Mangeri en su declaración testimonial y dijo que no quería denunciar nada y tampoco lo hizo en dos oportunidades su defensor oficial, Carlos Garay, ni el juez Ponce ni en estos días el juez Ríos. Todos se basaron en el primer informe de los médicos y ahora lo corroboran los doctores de la Corte Suprema.

En este terreno, Pierri trató de usar como prueba un supuesto diálogo telefónico entre el juez de la causa, en ese momento Roberto Ponce, y la secretaria del Ministerio de Seguridad, Cristina Caamaño, en la que ésta dio por ocurridos los supuestos apremios ilegales. Esa comunicación se produjo el domingo 16 de junio. Pierri escondió, en cambio, la declaración judicial realizada por Caamaño al día siguiente, el lunes 17 de junio, en la que dio cuenta del diálogo con el juez y queda bien claro que la funcionaria le dijo que “en caso de ser así (la existencia de apremios)”, ese ministerio investigaría y “que prestaría la colaboración necesaria por parte de Asuntos Internos”. O sea que se puso a disposición de cualquier pesquisa que se decidiera iniciar. La declaración de Caamaño lleva la firma inclusive del juez Ponce.

Para colmo, Pierri sugirió ayer que hubo un apriete contra Mangeri en la misma fiscalía: la única prueba que dio a conocer es que lo tuvieron en una habitación del edificio del Ministerio Público y que allí habría estado con policías. En la fiscalía dicen que esa noche declaró la esposa de Mangeri y luego el encargado. Como las contradicciones eran muy grandes, volvieron a convocar a Diana, la esposa, mientras Mangeri quedó en una oficina contigua. En ese momento, el encargado pidió ver nuevamente a la fiscal Asaro y dijo: “Fui yo, mi esposa no tuvo nada que ver”.

El proceso continúa ahora derecho hacia el martes próximo, cuando el juez tenga que resolver si procesa o no a Mangeri por el homicidio de Angeles. Más allá de los ruidos mediáticos, será el magistrado, con todos los elementos a la vista, el que tomará la decisión. Y en Tribunales no hay dudas de que se viene el procesamiento.

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Miguel Angel Pierri, abogado defensor del encargado Jorge Mangeri.
 
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