Martes, 22 de julio de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › LA AUTOPSIA DEL ALBAñIL MASACRADO A GOLPES EN POSADAS MUESTRA QUE LE ESTALLó UN PULMóN
Seis policías de Posadas se encuentran detenidos, acusados de matar a golpes a un albañil. La autopsia demuestra la violencia con que fue maltratado: le estalló uno de sus pulmones, tiene dos costillas rotas y marcas de borceguíes en todo el cuerpo.
Por Horacio Cecchi
Si la muerte del albañil Raúl Guirula, ocurrida por una terrible paliza recibida en una camioneta policial, en Posadas, produjo conmoción y derivó en la detención de seis policías y el pase a disponibilidad de tres jefes, el informe de la autopsia determinó la terrible saña con que fue golpeado, y confirmó el historial de salvajismo que cuelga como diploma en las paredes de la policía misionera. Guirula murió de un estallido y hemorragia pulmonar, muestra golpes en la cabeza, marcas de borceguíes, uno muy visible sobre el pecho, y signos de que su cuerpo fue arrastrado después de muerto. A partir de hoy, el juez Marcelo Cardozo, a cargo del caso, tomará declaración a los detenidos.
Guirula, de 33 años, llegó en su Renault 19 el sábado por la madrugada al motel Park, ubicado en Santa Catalina y Comandante Andresito, de la ciudad de Posadas. La información de cómo se desató la discusión con el encargado del motel es borrosa, pero tampoco tiene importancia en la definición posterior. Una versión indica que Guirula llegó con dos parejas y que permaneció en el auto, y luego tomó una botella de whisky que no quiso pagar. El encargado llamó a la policía luego de cerrar la puerta del local para evitar que se retirara sin pagar.
Cuando llegaron los polis en una Toyota Hilux de la comisaría 13ª, lo que era una discusión por 150 pesos giró brutalmente según los cánones policiales de resolución de conflictos. Guirula, encerrado en su Renault, se negó a pagar, mientras la primera comitiva policial intentaba modificar la situación a su favor. La oficial y dos agentes de la 13ª no podían con el metro noventa y los cien kilos de Guirula que, bastante ebrio, había decidido atascarse en el auto.
Llegaron entonces tres patrulleros del Comando Radioeléctrico de Posadas. con otros tres amigos del palo y palo. Guirula, no tan ebrio como para no darse cuenta de que la cuestión se ponía grave, abandonó su tesitura de no pagar y se dispuso a abonar la botella. Tarde. Sin marcha atrás incorporada, los seis uniformados lograron, a los golpes, reducir a Guirula, en el sentido más estricto del término, mientras apartaban a las dos parejas que habían llegado con él para evitar testigos que no fueran fuentes policiales. Esposado y maltrecho, Guirula fue montado a la parte trasera de la camioneta Toyota, donde continuó el castigo.
Cuando llegaron a la seccional 13ª, en 92 y 101, en la zona sur de la ciudad, pretendieron bajar al detenido. Es dudoso que recién entonces se hubieran dado cuenta de que no respondía, pero podría concederse una mínima sorpresa en la gestión policial. Un cable de agencia que volcó las primeras informaciones sobre el caso, el domingo, intenta dar cuenta de la situación y de algún modo muestra cómo funciona el circuito de la versión policial que luego es reproducida periodísticamente con presunto criterio de objetividad: “El detenido fue introducido en un patrullero y, cuando los policías intentaron que descendiera en la sede policial, notaron que había fallecido”, sostiene sin que tiemble el pulso la información de obvias fuentes policiales. El cable, que no dudó en afirmar el estado de ebriedad bélica del albañil, ni de su negativa a pagar la botella de whisky, concluye con la frase “al parecer como consecuencia de una grave golpiza que recibió durante el procedimiento”.
La autopsia forense dio cuenta de los resultados de la presunta golpiza y su supuesta gravedad. El albañil murió por “estallido y hemorragia pulmonar”, según el resultado preliminar entregado al juez Marcelo Cardozo. Además del estallido pulmonar, la autopsia revela la existencia de golpes a la altura de la cabeza, e incluso se observan marcas de la suela de borceguíes en varias partes del cuerpo. Una de ellas, bastante notoria, a la altura del pecho. También se señalaron marcas de que el cuerpo fue arrastrado. Cuando los peritos llegaron a la comisaría, encontraron a Guirula, ya fallecido, esposado con las manos por detrás de la espalda, sentado contra un mástil en un playón de la seccional 13ª. Los investigadores creen que Guirula falleció en el trayecto, unas 30 cuadras del Park, donde el castigo continuó. Luego bajaron al detenido y simularon que se descompuso.
Cuando intervino el juez Cardozo, ordenó secuestrar la camioneta de la 13ª y los tres patrulleros del Comando, estos últimos ya liberados para otra golpiza. También ordenó la detención de los tres intervinientes de la 13ª, mujer policía incluida, y la de los tres del Comando. Además, la jefatura pasó a disponibilidad al jefe de la Unidad Regional 1, David Amaral (vinculado con un caso de escuchas ilegales); al del Comando Ramón Irala; y al jefe y subjefe de la 13ª, Fabián Rivero y Jorge Sosa. El vocero de la jefatura, Carlos Rivero, se mostró consternado ante los medios locales y aseguró que cuando ocurre un hecho así, provoca “sorpresa”.
El 5 de octubre de 2013, Ricardo Sosa, detenido por una contravención como la de Guirula, apareció ahorcado en el calabozo de contraventores de la misma comisaría 13ª. Los polis de Posadas vienen de sorpresa en sorpresa.
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