Lunes, 1 de septiembre de 2014 | Hoy
Cuatro días después de que una treintena de mineros quedaran atrapados en un socavón artesanal en el Caribe de Nicaragua, rescatistas y familiares continuaban ayer la angustiosa búsqueda de ocho de ellos que permanecen desaparecidos. Grupos de rescate de doce hombres se turnaban cada hora para entrar al foso, donde la temperatura es elevada y existen abismos profundos que dificultan la búsqueda de los mineros. “Estamos esperando un milagro. Porque perder a un hijo es muy doloroso”, sostuvo Antonia Rodríguez, madre de Juan Carlos Barrera, uno de los güiriseros desaparecidos. El jueves pasado, un deslave a causa de la lluvia en la mina de oro del Cerro El Comal, en el municipio de Bonanza de la Región Autónoma del Atlántico Norte, atrapó a unos treinta buscadores de oro. La noche del viernes, veinte fueron rescatados luego de 34 horas de estar atrapados. Estaban deshidratados, cansados y llenos de barro. Dos salieron por sus propios medios al quedar a pocos metros del orificio del túnel, desde donde pudieron escarbar la tierra con sus manos hasta llegar a la superficie. “Nos habían advertido de los peligros en la mina, pero se trata de ganar dinero. Nunca pensé que esto pudiera pasar, y estoy feliz de volver a la superficie”, contó Antonio Díaz, uno de los rescatados.
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