SOCIEDAD › CUATRO DETENIDOS, ACUSADOS DE COMETER SECUESTROS VIRTUALES
Dos mujeres y dos hombres fueron acusados de haber perpetrado más de sesenta secuestros virtuales; la Justicia busca a otra pareja, presuntamente organizadora de los crímenes. Pedían rescates en dinero o electrodomésticos, que pasaban a retirar por la puerta.
Los acusan de haber cometido más de sesenta secuestros virtuales, esos que se realizan llamado telefónico mediante en el que se simula el secuestro de un familiar, mientras, de fondo, se escucha el llanto de alguien que simula ser el mentado familiar. Tenían una particularidad: la forma de pago, fuera dinero o electrodomésticos, la consigna para la víctima era que debía dejar el rescate en la vereda, ante la puerta de calle. Al ratito pasaba el rescatista y levantaba el botín. Son cuatro, dos mujeres y dos hombres, y buscan a otra pareja sospechada de ser la organizadora. Aunque las víctimas son de La Plata y San Vicente, los cuatro presuntos victimarios fueron detenidos en territorio porteño y en Munro.
Los detenidos son dos hombres de 67 y 47 años y dos mujeres de 33 y 38, quienes fueron localizados en operativos realizados por uniformados de Investigaciones La Plata, que procuraban apresar a otros integrantes de la misma organización, entre ellos a un matrimonio que presuntamente lideraba las operaciones y que no fue hallado.
La policía secuestró una carabina 22, una pistola, joyas, dinero en efectivo y electrodomésticos, presumiblemente producto del pago por los secuestros.
La investigación para desbaratar a la banda comenzó en octubre pasado con un caso que tuvo como víctima a una familia que vivía en el barrio privado El Lauquén Club de Campo, de San Vicente, que fue despojada de dinero por los secuestradores virtuales luego de hacerles creer por teléfono que un familiar había sufrido un accidente de tránsito.
La hipótesis apunta a que buscaban a sus víctimas en La Plata y San Vicente, aunque tenían su base de operaciones en la ciudad de Buenos Aires, en Gordillo al 4000, de Villa Real, y Marcos Sastre al 4400, de Monte Castro, mientras que la vivienda de Munro allanada está situada en Gervasio Méndez al 2200.
Desde una de las casas porteñas se realizaban los llamados extorsivos que, según surge de una de las escuchas en la causa, eran del estilo: “Hubo un enfrentamiento, en este momento se encuentran atados de pies y manos, con una pistola en la cabeza, ¿comprendés la palabra secuestro? Quiero que pongas los pies en la tierra, sos la única persona que le vas a salvar la vida, ¿entendés? Esto es simple madre, ¿vos querés volver a ver a tu hija con vida?”. El pedido, en ese caso, fue por 30 mil dólares.
En general, el modo de pago resultaba curioso: las víctimas accedían a sacar a la vereda dinero, joyas o electrodomésticos que podían reunir en ese momento, que eran retirados por uno de los delincuentes que pasaba a los pocos minutos por el lugar.
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