SOCIEDAD › LA SONDA DE LA NASA LLEGO A MARTE Y COMENZO A ENVIAR IMAGENES

Postales desde territorio marciano

La Spirit amartizó en forma exitosa –a diferencia de su par europea– y, casi de inmediato, el robot MER-A comenzó a explorar el planeta que más fantasías despertó en los hombres. Busca vestigios de la existencia de vida.

Los técnicos del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, en la californiana Pasadena, tuvieron su festejo del nuevo año pero demorado. Ayer, a la 1.35 de la madrugada argentina (4.35 del meridiano de Greenwich), estallaron en festejos, exclamaciones y lágrimas, cuando el robot MER-A envió su primer mensaje, una serie de tonos con intervalos de diez segundos que en términos humanos significa algo así como “llegué y está todo bien”. ¿Desde dónde transmite el MER-A? Nada menos que desde la superficie marciana. Tras abandonar la sonda Spirit, el robot envió las primeras fotografías de alta precisión a la Tierra. El MER-A recorrerá la superficie marciana, buscando huellas que confirmen la existencia de agua, lo que permitiría determinar que alguna vez hubo vida en ese planeta. A bordo de la nave Mars Global Surveyor (en órbita marciana), el robot recorrió 483 millones de kilómetros durante siete meses a una velocidad nada despreciable: 19.300 kilómetros por hora. Tampoco parece despreciable el costo de la misión: 820 millones de dólares.
Exactamente como se había planeado, la sonda Spirit se posó sobre la superficie del cráter Gusev (los científicos creen que pudo haber sido un lago de 160 kilómetros de diámetro) a la hora prefijada. Previamente, dentro de la Mars Global Surveyor, la Spirit navegó en dirección a Marte durante siete meses y a lo largo de 483 millones de kilómetros, a una velocidad de 19.300 kilómetros por hora, o sea, a más de 5 kilómetros por segundo.
El MER-A (Mars Exploration Rover) es un robot de 180 kilos de peso, semejante a un carrito de golf, de 1,5 metro de altura, 2,3 de ancho, 1,6 de largo, seis ruedas y un brazo con hombro, codo, muñeca y cuatro dedos. Cuenta con un aparataje sofisticado capaz de ver y analizar la superficie marciana. Con su cámara panorámica ya comenzó el envío de imágenes tridimensionales; cuenta con tres espectrómetros para determinar la composición química rocosa; una cámara microscópica y una RAT, una herramienta de abrasión del suelo que raspa la superficie y toma los sedimentos.
El robot ya superó la fase más riesgosa de la misión a bordo de la sonda Spirit: la de atravesar la atmósfera marciana en apenas seis minutos, reduciendo drásticamente su velocidad por la fricción atmosférica, el uso de un paracaídas y el de unos cohetes. A 15 metros y tan sólo ocho segundos de hacer contacto, la Spirit infló unas bolsas de aire del tipo airbags, que la envolvieron, y rebotó una docena de veces hasta quedar detenida. Luego, se desinflaron los airbags. Dos horas más tarde, se abrieron los paneles solares, se extendió una rampa y del interior de la Spirit descendió el MER-A.
Fue entonces que el robot arrancó las lágrimas de Sean O’Keefe, director de la NASA, que aguardaba ansioso en la sala de control del Jet Propulsion Laboratory, en Pasadena. Las imágenes de alta definición en blanco y negro, exhibidas en las pantallas del Jet Propulsion, muestran una parte de la sonda en medio de una llanura rocosa, dentro del cráter Gusev, ubicado unos 15 grados al sur del ecuador marciano. Para la madrugada de hoy estaba prevista la recepción de las primeras imágenes de alta definición en color.
La comunicación desde y hacia Marte se recibe con una demora de veinte minutos, lo que hace aún más difícil el control del robot. Una vez enviadas las primeras fotos, desde hoy, “la meta de los próximos nueve soles (días marcianos, 37 minutos más largos que los terrestres), será preparar el vehículo para la exploración”, explicó el geólogo Stephen Squyres, jefe científico de la misión. “Vemos muchas rocas expuestas –agregó Squyres–, pero también una buena superficie para moverse.”
El plan de trabajo, para los próximos tres meses (terrestres), consiste en hacer avanzar al MER-A a lo largo del cráter en busca de vestigios de vida. Según creen los científicos, hasta hace 3600 millones de años, Marte contaba con un ambiente cálido, húmedo y cubierto por una atmósfera semejante a la de la Tierra. Ahora, a simple vista, el planeta se presena como una vasta superficie desértica, fría, seca, estéril, con casquetes polares, nubes, tormentas de arena, valles, planicies y montañas. Los técnicos de la NASA intentan averiguar si entre las rocas que serán desmenuzadas y analizadas por el robot surgen sedimentos u otro tipo de evidencias dejadas por el agua sobre la superficie.
De comprobarlo, se habrá iniciado una utopía, ya imaginada por la literatura de ciencia ficción, la de un planeta capaz de albergar a seres humanos en caso de que en la Tierra madre la situación se pudra tal como vienen anunciando el recalentamiento del planeta, los gases y monóxidos, y especialmente, la manito termonuclear del warrior Bush y compañía. Las expectativas de la NASA son que desde el 2010 un astronauta apoye su pie en suelo marciano.
La Spirit es una de las pocas misiones marcianas que lograron alcanzar al Planeta Rojo (sólo un tercio de las 36 realizadas). El último fracaso es reciente: la Beagle-2, una sonda enviada por los europeos y que desde su llegada a Marte, el 25 de diciembre pasado, se mantiene fuera de contacto con la Tierra. La NASA, cuidadosa hasta el cuentagotas de su disminuido presupuesto, apuesta con la Spirit no sólo a lograr objetivos científicos sino, especialmente, desatar una ola de euforia estadounidense que permita inflar su presupuesto para los próximos años. Tras el fracaso marciano de la Mars Polar Lander, que se desintegró al chocar contra el suelo (los motores que debían ralentizar la velocidad imprevistamente se plantaron), y la escandalosa tragedia del transbordador Columbia, desintegrado al ingresar a la atmósfera terrestre el 1º de febrero de 2003 con toda su tripulación a bordo, se hacía imperiosa la necesidad de un golpe de timón exitoso.
Por todo esto, los recaudos tomados por la NASA no tenían fin. La misión Spirit fue ensayada una y otra vez; se armó el Centro de Control de Emergencia en Lockheed Martin Space Systems, Denver, como centro de operaciones B para el caso de un terremoto, percances varios o ataque de Bin Laden que destruya al centro de Pasadena. Y por si fuera poco, lanzó otra misión con la sonda Opportunity, que lleva al robot MER-B, gemelo del A, y que tiene previsto su amartizaje el próximo 25 de enero.

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Sean O’Keefe, en el laboratorio de la NASA en Pasadena, exhibe eufórico las primeras imágenes enviadas por el robot.
 
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