SOCIEDAD
El Vaticano contra “el feminismo”
El punto central es que no se puede “equiparar homosexualidad con heterosexualidad”, que “sexo” no es “género” y que la mujer no necesita “ser antagonista del hombre” para tener una vida profesional plena, sino horarios y protección de los gobiernos.
En un documento que contiene crudas reflexiones sobre el rol de la mujer en el mundo y acerca de la homosexualidad, el Vaticano hizo una durísima condena de lo que denomina “el feminismo radical de los últimos años”, por entender que esa corriente “induce a la mujer a creer que para ser ella misma tiene que convertirse en antagonista del hombre, llegando a una rivalidad extrema entre sexos, en la que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro”. El documento, que defiende a rajatabla la ortodoxia del pensamiento de la Iglesia Católica, considera como un peligro la tendencia hacia una “sexualidad polimorfa”, que entre otras cosas “equipara a la homosexualidad con la heterosexualidad”. Para el Vaticano, esta tendencia “afecta seriamente la estructura familiar”.
La postura fue plasmada en un documento de 37 páginas denominado “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo”, preparado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio, y presentado oficialmente ayer en el Vaticano. El texto, firmado por el presidente de la Congregación, cardenal Joseph Ratzinger, y por el secretario del organismo, monseñor Angelo Amato, fue puesto a consideración del papa Juan Pablo II, que lo aprobó y ordenó su publicación.
La Iglesia Católica responsabiliza al “feminismo radical de los últimos años porque induce a la mujer a creer que para ser ella misma tiene que convertirse en antagonista del hombre, llegando a una rivalidad extrema entre sexos, en que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro”. Sobre este punto, el Vaticano asegura que el feminismo “afecta en forma nefasta la estructura de la familia”.
El documento preparado por el cardenal Ratzinger, acérrimo defensor de la ortodoxia de la fe católica, sostuvo que el “feminismo radical” tiende a cancelar “la diferencia corporal llamada sexos, pero considera primaria la dimensión estrictamente cultural llamada género”. Para los jefes de la Iglesia Católica, “esta antropología que pretendía favorecer la igualdad para la mujer liberándola de todo determinismo biológico inspiró ideologías que ponen en entredicho a la familia natural compuesta por un padre y una madre, equiparan la homosexualidad a la heterosexualidad, y abogan por un modelo nuevo de sexualidad polimorfa”, subraya uno de los párrafos salientes del texto.
En otro de sus puntos, el documento afirma que “la Iglesia considera una equivocación el que en aras de esa liberación de la mujer se critique las Sagradas Escrituras, por considerar que transmiten una cultura esencialmente machista”. El documento remarca que la doctrina de la Iglesia, basada en el Libro del Génesis, dice que el ser humano fue creado “varón y mujer” a imagen y semejanza de Dios.
Luego insiste “en la importancia de la diferencia sexual”, afirmando que “el hombre y la mujer están llamados desde su origen no sólo a existir uno al lado del otro, o simplemente juntos” sino también “a existir recíprocamente el uno para el otro”. El Vaticano recordó que “el matrimonio es la dimensión primera y fundamental” de esa vocación y que “condena las relaciones marcadas por la concupiscencia (apetito desordenado de placeres deshonestos), y la sumisión”.
También reitera su postura contraria al divorcio, al considerar que la “fidelidad es más fuerte que las debilidades y los pecados de la pareja”. En otro párrafo se dice que la “mujer no es una copia del hombre en la capacidad que tiene ésta para dar vida, realidad que estructura profundamente la personalidad femenina”.
Aclara, sin embargo, que “ello no autoriza en absoluto a considerar a la mujer exclusivamente bajo el aspecto de la procreación biológica”. El documento analiza la incorporación de la mujer al mundo del trabajo” y subraya la necesidad de que se le permita “combinar la familia y el trabajo”. En este contexto, el Vaticano exige a los gobiernos que armonicen las legislaciones para que la mujer puede cumplir “con su misión dentro de la familia”. “Hay que buscar la forma de que la mujer pueda trabajar con horarios adecuados que no le obliguen a elegir entre alternativas que puedan perjudicar su vida familiar o padecer una situación de tensión que dañe su equilibrio personal o la armonía familiar”, es la postura del Vaticano respecto de la actividad de la mujer fuera del ámbito del hogar. La Iglesia dice sentirse “interpelada por algunas corrientes de pensamiento cuyas tesis frecuentemente no coinciden con la finalidad genuina de la promoción de la mujer”.
Sobre la presencia de la mujer dentro de la Iglesia, el documento asegura que “las mujeres tienen un papel de la mayor importancia”, ya que llegan a ser “modelo y testigo para todos los cristianos de cómo la esposa debe corresponder al amor del esposo. De esa manera contribuye de forma única a manifestar el rostro de la Iglesia como madre de los creyentes”.
En declaraciones a Radio Vaticana, el arzobispo salesiano monseñor Angelo Amato sostuvo que el documento “desea proponer reflexiones inspiradas en los datos doctrinales de la antropología bíblica
que son indispensables para salvaguardar la identidad de la persona humana”. Monseñor Amato insistió en que “se trata de presupuestos para una recta comprensión de la colaboración activa del hombre y la mujer en la Iglesia y el mundo, en el reconocimiento de su propia diferencia”.
El vocero del Vaticano explicó que “las presentes reflexiones se proponen, además, como punto de partida de profundización dentro de la Iglesia, y para instaurar un diálogo con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en la búsqueda sincera de la verdad y el compromiso común de desarrollar relaciones siempre más auténticas”.