Jue 21.04.2005

SOCIEDAD  › EN PATAGONES, LA LLEVO A LA ESCUELA PERO NO DISPARO

Otro chico con un arma de fuego

“Miren lo que tengo, ¿vamos a tirar unos tiros al cementerio?”, fue la invitación del chico, de 12 años, que llevó un revólver al gimnasio de un club y luego a su escuela, en la ciudad de Carmen de Patagones. El recuerdo de Junior, el chico que en septiembre de 2004 mató a tres compañeros en la escuela Malvinas Argentinas, hizo que las noticias (o la necesidad de que el hecho fuera noticioso) dijeran que en este nuevo caso hubo disparos contra compañeros. Pero el arma ni siquiera había sido usada. Sin embargo, el presidente del club hizo la denuncia del caso y, por prevención, las autoridades del colegio suspendieron al chico.
El hecho ocurrió el lunes por la tarde. Fuentes de la investigación contaron a Página/12 que el niño, cuyas iniciales son GR, encontró el arma en la casa de su abuela, dentro de una caja cerrada con candado, mientras buscaba dinero para ir al cíber. Una vez con ella, se dirigió a su práctica habitual de básquet en el club Atenas, de Carmen de Patagones, el mismo donde velaron a los chicos asesinados por Junior. En el vestuario mostró el revólver calibre 32 a dos de sus compañeros y los invitó a hacer disparos en un terreno lindero al cementerio local; uno de ellos se negó y el otro lo acompañó.
En el camino cambiaron de decisión y se dirigieron hasta su escuela, la EGB 14 Mariano Zambonini. Entraron saltando un paredón perimetral y, ante el reto de una preceptora, se fueron por la misma vía. En ese momento, la mujer le descubrió el arma.
El chico se excusó diciendo que había entrado a la escuela porque afuera “me querían sacar el arma, que es para tirar balines”. Algunas versiones indican que, al irse, el niño habría apuntado con el revólver a chicos que estaban en clase. Más tarde, GR volvió con el revólver a la casa y la abuela se lo sacó y entregó a unos vecinos. Estos llevaron el arma a la comisaría local, con siete cartuchos intactos, por lo que se presume que no fue disparada, al menos en esa tarde.
Para entonces, el otro amigo había avisado del hecho al entrenador y presidente del club, Julián Riveros, quien hizo la denuncia policial. Y los agentes fueron a buscar a GR a su hogar. En el caso prestó declaración María, la abuela, quien reconoció que el arma era suya. Las fuentes indicaron que el niño “era atendido por el gabinete psicopedagógico”. Tras el hecho, los directivos decidieron suspenderlo por tres días. La jueza María Ramallo, titular del Juzgado de Menores número uno del Departamento Judicial de Bahía Blanca –la misma que se encargó del caso de Junior–, ordenó que el chico fuera atendido en el Servicio de Psiquiatría del hospital de Carmen de Patagones. No está internado, sino en su casa.

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