SOCIEDAD
› UNA HIGIENE MUY PROFUNDA PUEDE FAVORECER EL ASMA
La alergia de la limpieza
Una investigación publicada en la revista “Science” revela que los chicos de ciudades con mejor calidad de vida son más propensos a desarrollar asma y otras enfermedades alérgicas. Ocurre que la higiene no les permite crear defensas.
› Por Pedro Lipcovich
“Me diste demasiados antibióticos cuando era bebé, mamá, y ahora tengo alergia”, dirá el hijo cuando llegue a la edad de hacer reproches, y tendrá razón. Un estudio publicado en una prestigiosa revista científica ratifica la “hipótesis de la higiene”, que en verdad es la de la falta de higiene: chicos criados en contacto con parásitos y otros bichos –por ejemplo, en granjas y zonas rurales– son menos propensos a desarrollar asma y otras enfermedades alérgicas. Es que éstas serían “un precio que pagamos por la civilización”, según uno de los autores de la investigación. La respuesta, que no es precisamente olvidarse de la higiene, se plantea en dos niveles: a cargo de la investigación médica, encontrar mecanismos que estimulen el sistema inmunitario como lo haría una infección parasitaria, pero sin sus consecuencias dañinas. A cargo de la mamá y especialmente en el primer año de vida, limitar el uso de antibióticos a lo estrictamente necesario y no limitar el uso de sus pechos, para “no introducir precozmente un alimento heterogéneo como la leche de vaca”. También, “contra lo que creíamos, un chico alérgico puede estar en contacto con animales domésticos”, dicen los doctores.
La investigación publicada en la revista Science fue efectuada por el equipo de Peter G. Dremsner, del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Tubinga, Alemania: encuentra una baja proporción de reacciones alérgicas en personas que han enfermado por la acción de “helmintos”, gusanos parásitos del intestino. Estos parásitos llevan al sistema inmunitario a incrementar la producción de una sustancia llamada interleuquina 10, que tendería a disminuir la tendencia a la alergia. En todo el mundo, por lo menos mil millones de personas están infectadas con helmintos, especialmente en los países menos desarrollados.
Es que “pagamos un precio por la civilización”, sostuvo Dremsner. La mejor protección contra las infecciones podría tener como indeseada consecuencia que el sistema inmunitario se dedique más bien a combatir sustancias que debería dejar en paz. “Esto se podría plantear en términos de ‘mano de obra desocupada’ –sólo un especialista argentino podría hacer esta comparación: Hugo Neffen, vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Alergia e Inmunología–: el sistema inmunitario, en la medida en que no debe ocuparse de luchar contra las infecciones, se vuelca contra los alergenos”, sustancias que, cuando el organismo las toma como invasoras, suscitan las inflamaciones que se manifiestan como asma, rinitis, dermatitis.
Marcelo Kohan –jefe del Servicio de Alergia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y profesor en la UBA– destaca que, “en los primeros años de vida, la lucha del organismo contra las infecciones tiende a prevenir el desarrollo futuro de alergias”, y da el ejemplo de la caca de gallina: “En las granjas, el chico se pone precozmente en contacto con endotoxinas, lo cual contribuye a que su sistema inmunitario se oriente a la lucha contra las infecciones y no contra los alergenos”.
Se trata de la “hipótesis de la higiene”, que Anahí Yáñez –flamante presidenta de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología– enuncia así: “Chicos de chacras y granjas, en contacto con parásitos y gérmenes intestinales, pueden tener menor susceptibilidad a enfermedades alérgicas que los de ciudades con mejor calidad de vida”.
Sin embargo, advierte Neffen, “estudios recientes mostraron que en zonas de Latinoamérica con baja calidad de vida y muchas infecciones parasitarias la proporción de asma y otras alergias era elevada, posiblemente porque la falta de higiene aumenta la cantidad de ácaros” (insectos microscópicos que viven en los colchones). No se trata entonces de volver a la vida rural, donde la mortalidad infantil por diversas razones suele ser mayor, sino de guardar cautela con los antibióticos.
“En el primer año de vida, es mejor usar antibióticos lo menos posible. Esto permite al chico una experiencia inmunológica temprana por la cual,además de disminuir el riesgo de alergias, su aparato inmunitario estará en mejores condiciones de defenderlo contra infecciones –advierte Kohan-. Además, el antibiótico barre la flora bacteriana del intestino, lo cual facilita la penetración de sustancias que terminan propiciando alergias. Por supuesto que, ante enfermedades como la meningitis, sí hay que dar antibióticos porque el riesgo es grave.”
El consenso profesional también incluye “propiciar la lactancia materna: no introducir precozmente un alimento heterogéneo como lo es la leche de vaca”, señala Neffen. Lo que sí se puede introducir es algún animalito: “A diferencia de lo que se pensaba hasta hace poco, no hay por qué evitar en principio los animales domésticos en la casa de un niño alérgico”, permite la doctora Yáñez, de acuerdo con los consensos actuales.