SOCIEDAD › DESMANTELAN DUNAS PARA USAR EN LA CONSTRUCCION
El fenómeno puede verse en Mar del Plata, pero también en otras playas. Por efecto de la erosión, pero también por el robo de arena, cada vez queda menos lugar para los balnearios.
› Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata
“Hace 20 años, cuando yo me instalé acá, la arena sobraba. Te podías ir caminando por el borde del mar hasta Miramar. Doce kilómetros de playa. Mirá lo que queda ahora.” Mariano Giaccaglia, propietario del balneario Cruz del Sur, tiró la primera piedra, en señal de alarma, por el deterioro de las playas marplatenses y de toda la provincia de Buenos Aires. Luis García, dueño de una de las playas más importantes de las 24 que conforman el Complejo de Punta Mogotes, afirma que también se están quedando sin arena. “Hay algunas construcciones que no sirven para impedir la erosión y, además, hay empresas que se siguen llevando la arena de las playas para la construcción”, dice el empresario en diálogo con Página/12. Nadie quiere hacer imputaciones concretas porque aseguran no saber quiénes son los responsables con nombre y apellido, pero este diario pudo comprobar –por ejemplo– que, cuando apenas amanece, una máquina excavadora, en la playa del puerto, carga en camiones la arena escasa en lugares donde ya no quedan dunas.
El biólogo Santiago Vega, autor del libro La Costa de Buenos Aires, precisó que “hay playas que ya no están y muchas que retroceden cada día”. El experto sostiene que se han aplicado “soluciones parciales para mejorar algunos sectores, pero siempre a costa de otros. En los ’80, en Miramar se construyeron espigones en forma de T para proteger sus playas y acantilados ante la fuerza de la erosión marina, pero ésa fue una ayuda a nivel local que perjudicó las playas del sur de Mar del Plata”. Los empresarios de la zona de Mogotes dicen que parte del deterioro de sus playas se debe a los espigones que se construyeron en el balneario Waikiki. Otros acusan al propio Giaccaglia, que levantó dos barreras de piedra para evitar que le sigan llevando “su” arena. Vega recordó que en 1998 “se dragaron millones de metros de arena de Mar del Plata para volcarla en Playa Grande, en Varese y en la Bristol y los resultados, al principio, fueron buenos, pero, por falta de mantenimiento, en apenas cinco años se perdió un 30 por ciento de la extensión que se había hecho en Playa Grande”.
Todos saben que en el problema se combinan factores naturales, como el calentamiento global que ha incrementado en los últimos años la virulencia de las tormentas marinas en invierno y en primavera, o el accionar del hombre, que realiza extracciones de arena o construcciones arbitrarias sobre la playa. Giaccaglia sostiene que es necesaria “una planificación ambiental seria y también ponerles tope a los que se siguen llevando la arena de la playa para la construcción ante los ojos de todo el mundo y sin que nadie tome medidas”.
Uno de los pocos intendentes que hizo una autocrítica pública fue el del Partido de la Costa, Juan de Jesús, quien admitió: “Todos somos responsables de lo que está ocurriendo, desde los intendentes que durante décadas no se preocuparon en atacar el problema de fondo, hasta los empresarios que nunca se concientizaron en proteger la playa. Nosotros incluso hicimos una encuesta entre los vecinos para saber cuáles eran los problemas que los preocupaban y nadie mencionó el de la playa como un problema”. En Villa Gesell, desde hace varios años, vienen realizando una labor tendiente a recuperar y mantener la arena, eliminando los balnearios de cemento, volviendo a los espigones de madera y levantando algunas barreras que sirvan para contener la arena, para que no se aleje de las playas.
El biólogo Vega opina que hay que intentar una acción conjunta y no esfuerzos aislados. “A veces las barreras artificiales que se crean son las que impiden la libre circulación de las corrientes en las costas bonaerenses, que corren desde el sur hacia el norte. Ese movimiento de la arena es el que permite la formación de las dunas.” Desde hace dos años, los empresarios y vecinos de las playas en el extremo sur marplatense, cerca de Chapadmalal, vienen pronosticando el desmoronamiento de los acantilados. Algunos tramos del camino a Miramar, por la Ruta 11, están a sólo 15 metros del precipicio.
Algunos lugares, como Playa Serena, San Carlos, San Patricio, Costa Azul, Acantilados, y Mar y Sol, tuvieron en otros tiempos hasta cien metros de playa. Ahora, cuando sube la marea, las carpas y sombrillas retroceden en forma brusca. Hace un tiempo, en el balneario Antiguo Acantilado, la creciente se llevó un deck de madera que costó cerca de 20 mil pesos, lo que hizo protestar a su propietario, el empresario Leonardo Iroz.
El intendente marplatense Daniel Katz, que dice que no irá por la reelección en octubre, destinó más de 20 millones de pesos anuales a los trabajos para combatir la erosión y creó una comisión especial que solicitó ayuda al gobierno bonaerense. Igual, las soluciones no aparecen. Del tema se habla poco a nivel oficial. Para esta nota, por ejemplo, nunca respondieron ni el secretario de Obras Públicas, Jorge González, ni el delegado municipal en la zona del puerto, Norberto Pérez.
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