SOCIEDAD › COMO IMPACTAN LOS SECUESTROS EN LOS ADOLESCENTES
Un recorte a las libertades
Por Mariana Carbajal
“Los secuestros ocurren en todas partes del país. Esto hace que los adolescentes vivan en permanente zozobra e inquietud y se les hayan tenido que restringir sus libertades. Desafortunadamente, los niños ocupan el segundo lugar como víctimas de secuestros, después de los comerciantes”, explica Emilio Meluk sobre cómo viven los adolescentes colombianos el hecho de poder ser blanco de un secuestro.
–¿Cómo han cambiado las costumbres de las familias?
–Todos los desplazamientos de los chicos tienen más control: son llevados hasta la puerta de la escuela y son recogidos a la salida. Se les ha restringido el horario de salida. Los padres también los llevan y los buscan en las fiestas y han establecido sistemas cerrados de control sobre sus hijos: a través de comunicaciones telefónicas con otros padres saben dónde están, si llegaron a tal lugar, si ya se fueron. Hay casos de muchachos que salen con guardaespaldas en un jeep blindado. Cuando el riesgo es inminente, la familia saca al muchacho del país. Hay un dicho que corre de boca en boca y dice que en Colombia “estamos secuestrados todos”. Lo que significa que el colombiano común y corriente ha tenido que restringir sus desplazamientos, su capacidad lúdica, de divertirse, porque la inseguridad es muy grande.
–¿Qué secuelas les está dejando esta situación a los adolescentes?
–Hay chicos que se vuelven muy temerosos, que se angustian mucho, y entonces, concentran sus actividades en el interior de los departamentos y no salen a la vida pública. Otra reacción también frecuente es la negación del riesgo: muchachos que siguen actuando como si no fuera a pasar nada hasta que les pasa.
–¿Qué secuelas quedan en un chico que es secuestrado?
–La más frecuente que he encontrado es que tienen el síndrome de estrés postraumático, un concepto clínico típico que implica temor a que lo vuelvan a secuestrar, alteraciones del sueño, flashback, un estado generalizado de ansiedad. Algunos se aíslan; si tenían un grupo de amigos amplio con los que se divertían y compartían, suelen restringirlo a una o dos personas. En los casos severos, ya no quieren ver a nadie. La gravedad del tema es que están en una fase de desarrollo en la que necesitan mucho contacto con los pares y actividades sociales. A uno le dicen que el síndrome de estrés postraumático se manifiesta porque hay temor a la reincidencia del evento traumatizante. Pero aquí, en Colombia, la posibilidad de que se lo vuelvan a llevar es muy alta. Entonces, uno se pregunta: ¿es el síndrome o una reacción normal de defensa? Creo que es una reacción normal de defensa.
–¿Cómo vive la familia durante el cautiverio?
–El secuestro, tanto en la víctima como en la familia, es una muerte suspendida, de ahí el título de mi libro. La familia permanentemente tiene la impresión de que al otro lo van a matar.