SOCIEDAD
• SUBNOTA › LO TUVIERON EN EL MISMO COMPLEJO DONDE VIVE UN SECUESTRADOR
Escondido en el dúplex número 6
“Acá traían Harley Davidson y 4x4 como caramelos”, ilustró Ana, una de las vecinas del complejo La Josefina, ubicado en el barrio Bonanza. Uno de los secuestradores detenido ayer es propietario de uno de los nueve departamentos de lugar. Insólitamente, Federico Strajman estuvo retenido y fue liberado en otro dúplex del mismo complejo, el número 6, alquilado por un amigo del secuestrador. Allí, en “un barrio tranquilo donde nunca pasa nada”, los chicos juegan en la calle, casi todos se conocen y charlan en las veredas; la gente sospechaba que algo raro pasaba entre esos dos departamentos, pero nadie escuchó ni vio nada. Ninguno de los vecinos, a metros de distancia, con sólo una pared de por medio, con una entrada y una pileta en común, supo que el joven secuestrado estaba ahí. Cuando la policía lo encontró, ya no había nadie que lo custodiara y la puerta estaba abierta.
Ninguno de los habitantes del barrio ni del mismo complejo de departamentos, la mayoría familias, tenía contacto con “ese chico de los tatuajes y sus amigos patovicas que siempre andaban de un departamento a otro, a veces también con chicas”. Sin embargo, aunque no habían alterado su estilo de vida, muchos vecinos preferían no acercarse “al grandote de tatuajes que siempre tenía mala onda con todos los del barrio y alguna vez comentó que en su casa tenía un arsenal”, contó a Página/12 Ana, una vecina que vive en el barrio desde hace 24 años, justo enfrente de La Josefina.
“Ahí pasaban las cosas más raras, motos grandes, camionetas, autos caros y unos cuantos hombres todos bronceados y grandotes, con el mismo corte de pelo tipo patovicas. El decía que trabajaba de custodio de un boliche pero siempre se iba a Miami y no sé, la plata no se consigue tan fácil”, explicó. Y coincidió con otros vecinos en que “dos o tres veces hubo robos en los departamentos de ahí y nunca se encontró el portón ni las rejas violentadas”.
El complejo ocupa la esquina de Las Glicinas y Los Tulipanes. Cerrado por unas rejas negras no demasiado altas, desde la calle se puede ver el lugar. Tiene nueve departamentos: ocho dúplex uno al lado del otro y un tríplex enfrentado, donde desde hace más de dos años vivía “el grandote de los tatuajes”. En ese departamento, anoche sólo quedaba un perro enorme que no paraba de ladrar y que ni siquiera los tres efectivos de Delitos Especiales de la Policía Federal se animaban a controlar.
El lugar que la banda de secuestradores eligió para esconder a Strajman está a tres cuadras de la Ruta 8, rodeado por los countries Las Condes y La Campiña, calles con lomas de burro, donde los autos transitan despacio porque los chicos juegan en la calle, con seguridad privada que recorre el barrio y casas pintorescas en su mayoría sin rejas.
Informe: Paula Bistagnino.
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