SOCIEDAD › ¿POR QUE FRANCISCO WICHTER?
El arma de la memoria
Por Luis Bruschtein
“En Argentina quedamos unos 300 sobrevivientes del exterminio nazi reunidos en una asociación, la mayoría ya tiene más de 80 años”, explica Francisco Wichter, que lleva en su muñeca la marca indeleble de los campos de concentración. Son 300 testimonios de uno de los hechos más terribles y vergonzozos de la historia de la humanidad. Cada una de sus palabras es un recordatorio acusador y lacerante de lo que los seres humanos somos capaces de hacer y, sobre todo, de lo que debemos cuidarnos para no hacer.
Cada capítulo de su historia parece una sucesión de hechos absurdos, irracionales. La historia de Oskar Schindler, en cambio, parece lógica. Es paradójico, porque en el momento que ocurrían esos hechos, la única actitud absurda parecía la de Schindler. En la Alemania nazi lo hubieran fusilado por traidor si su juego se hubiera descubierto. Sin embargo, más de 60 años después, la de Schindler es una de las pocas historias que pueden rescatar para reconstruir un paradigma propio de la dignidad humana.
Es difícil entender que una sociedad de seres racionales se mueva en esas contradicciones grotescas. Y el único remedio para tratar de evitarlas es la memoria. La memoria del genocidio de seis millones de judíos es una de las pocas herramientas para evitar el genocidio de otros millones de seres humanos. La memoria de la actitud de Schindler, que fue amigo y arriesgó su vida por hombres y mujeres judíos, cuando lo normal era que había que exterminarlos, es la posibilidad de rescatar una idea verdadera de lo que tendría que ser “normal” para los seres humanos.
En Argentina hace falta ese tipo de memoria, porque no hace tanto tiempo que lo “normal” también fue el genocidio.